Estamos a pocos días de iniciar el ciclo escolar 2020-2021 en esta nueva realidad educativa, donde no habrá clases presenciales, sino que todas las actividades de aprendizaje estarán mediadas por los medios de comunicación masiva e interactiva como la televisión, la radio, las plataformas de Internet, así como los libros de texto y sus respectivas guías actividades escolares.
Sin duda será una diferente forma de educación formal donde los actores del hecho educativo tienen nuevos roles a realizar, y si no se encuentran preparados para ello iremos al fracaso y a la deserción escolar, sobre todo en la educación básica; esto se percibe, sobre todo, porque los niños tanto de preescolar como de primaria se encuentran en una edad que necesariamente requieren de un apoyo presencial, sea de los maestros como de los padres de familia, pues la motivación para el estudio y el aprendizaje requiere el calor humano de los docentes o de los padres de familia.
Si no lo hay, va a ser muy difícil que un medio de comunicación supla tal elemento esencial para el aprendizaje.
Por lo anterior, surgen numerosas preguntas que necesitan una respuesta de valor estratégico para lograr que esta nueva realidad educativa sea verdaderamente productiva. Si los contenidos educativos se van a dar a través de la televisión, la radio, o la Internet, ¿cuál va a ser el papel de los docentes frente al grupo? ¿Cómo va ser su relación, su comunicación, su interacción con sus alumnos? ¿Cómo va a influir con su no presencia en el aprendizaje de sus alumnos? ¿Cómo va a revisar sus tareas, cuidar su conducta, aclarar sus dudas? ¿Cómo va retroalimentar a sus alumnos si solo los conoce de oídas, o de nombre?
Y sobre todo, ¿está el docente capacitado para estas nuevas actividades de enseñanza virtual o a distancia? ¿Cuenta con las herramientas tecnológicas y las estrategias de enseñanzas adecuadas y necesarias para esta nueva realidad educativa?
La duda estriba en saber cuántos de los hoy docentes están dispuestos a cambiar su modo tradicional de enseñanza, y meterse de lleno a capacitarse para salir del analfabetismo tecnológico, y hacer un uso adecuado de las tecnologías de la información y la comunicación para lograr una enseñanza de calidad y un aprendizaje adecuado en sus alumnos.
Y si miramos a los padres de familia, en contextos familiares tan dispares, donde la pobreza y la marginación hacen de las suyas, y la necesidad de trabajar para subsistir es el pan nuestro de muchísimas familias, ¿están los padres y madres de familia preparados para enfrentar esta nueva realidad educativa? ¿Cómo se están capacitando o quién los capacita para este nuevo papel de padres-docentes?, ¿y si tienen que salir a trabajar los dos, quién estará con los niños, la abuela, la vecina o la soledad?
Ante esta nueva realidad educativa es necesario salir de nuestro confort, y tanto los docentes como los padres de familia tendrán que jugar un nuevo rol en este proceso de enseñanza aprendizaje para que los niños y jóvenes de hoy logren una verdadera educación de calidad.
Con información de ArquiMedios/Editorial
