Valiente y sin miedo a nadie, como siempre se ha caracterizado, el cardenal emérito de Guadalajara, Juan Sandoval Íñiguez, criticó la forma en que se dispuso la logística de la celebración de las fiestas patrias en el Zócalo capitalino, al cual le atribuyó “influjos malignos”.
El pasado 15 de septiembre, a unas horas de que el presidente Andrés Manuel López Obrador, diera el Grito de Independencia desde Palacio Nacional, Sandoval Íñiguez, dijo en su homilía que había rumores de que, en dicha verbena popular, -que en esta ocasión fue virtual-, se invocarían ídolos, detrás de los cuales estaban los demonios.
“Queridos hermanos, hay rumores de que, en el Zócalo mexicano, harán una ceremonia en estas desangeladas fiestas patrias. Se realizará una ceremonia que involucrará chamanes y harán sahumerios; además invocarán a los ídolos detrás de los cuales están los demonios ¿Será o no? Es lo que andan diciendo, y nos lo mandan decir de México”,
puntualizó.
Sin mencionar al presidente López Obrador, ni al Partido Morena, Salvador Íñiguez, sostuvo que en medio de la tragedia social que azota al país, el demonio es el homicida desde un principio.
Aludió a que ese tipo de ritos satánicos, están alentados por “influjos malignos que están detrás de esta pandemia”.
Aseveró que el manejo gubernamental para atender la crisis asociada al Covid-19, “es una mentira”.
“El demonio es el padre de la mentira, porque muere mucha gente”.
Enfatizó.
En ese contexto, reprochó que, a pesar de la gravedad por alta mortalidad en el país debido a la pobreza, violencia, y la pandemia, el Gobierno se ocupe en organizar toda una ceremonia que involucra “en estas fiestas patrias, ese aquelarre de brujos y de chamanes”.
“Las necesidades de la nación son tan graves en todo orden, sobre todo en la moral de la vida pública”, refutó.
Asimismo, se mostró preocupado ante lo que llamó una práctica de la fe católica “bajita” por parte de fieles y laicos.
“Prevalece una vida cristiana tan bajita y tan de bajo perfil y la juventud tan perdida”, indicó.
Por último, procedió a dar una oración para consagrar a los fieles, la Virgen María de Guadalupe y a Cristo Rey.