Gracia tras gracia

Isaías 42,1-4.6-7 | Salmo 28 | Hechos 10,34-38 | Marcos 1,7-11

Pablo Garrido Sánchez
Pablo Garrido Sánchez

La Revelación de JESÚS acerca el Misterio de DIOS y esclarece lo que ÉL tiene pensado para los hombres. Las celebraciones litúrgicas resaltan los grandes momentos de la vida de JESÚS, que encierran grandes acciones salvadoras; porque el oficio principal de JESÚS es actuar como SALVADOR. En la Navidad celebramos el nacimiento y los primeros años de la vida de JESÚS hasta que nos situamos con ÉL en su Bautismo en el Jordán por medio de su Precursor, Juan Bautista. Con este gran acontecimiento finaliza el tiempo de la vida oculta, unos treinta años, y da inicio su misión evangelizadora. El capítulo segundo de san Lucas concluye: “JESÚS iba creciendo en estatura, Sabiduría y Gracia ante DIOS y los hombres” (Cf. Lc 2,52). La Creación no se hizo en un día, y la vida del hombre tampoco se construye en un instante. Los cambios posteriores al inicio de la propia identidad no alteran la misma, pero la perfeccionan, si el camino sigue la dirección dada por DIOS. En la Encarnación recibió JESÚS su identidad de VERBO-Encarnado, de Hombre-DIOS; y esta identidad fue enriquecida en el paso por este mundo para realizar la misión salvadora. Llegado el tiempo de manifestarse públicamente a los hombres, Juan Bautista recibe el testimonio inequívoco del PADRE sobre JESÚS: “este es mi HIJO en quien me complazco: escuchadlo” (Cf. Mc 1,11). JESÚS podemos decir que fue conducido al Jordán, pero el verdadero Bautismo vino de lo Alto: el PADRE envía sobre el HIJO una efusión del ESPÍRITU SANTO cuando el Cielo se abre y desciende la Tercera Persona de la TRINIDAD. Todavía un acontecimiento se sumará a los anteriormente vividos cuando JESÚS sea resucitado y llevado al Cielo a la derecha del PADRE por el mismo ESPÍRITU (Cf. Hch 10,37-40; Rm 8,11). También nuestro SALVADOR vivió el crecimiento personal con sus diferentes etapas hasta llegar a su plenitud. Nos dice el Prólogo del evangelio de san Juan: “de su plenitud todos hemos recibido gracia tras gracia; porque la Ley nos fue dada por Moisés, la Gracia y la Verdad nos vienen por JESUCRISTO” (Cf. Jn 1,16-18). Por JESÚS el HIJO nosotros recibimos la Unción de hijos de DIOS -la Gracia-, y todas las otras gracias necesarias para el perfeccionamiento de una Vida en CRISTO. Alguna traducción dice: “gracia sobre gracia”, que sugiere la dimensión constructiva de la vida cristiana. Recibimos nuevas gracias, si las anteriores fueron bien administradas. La transitoriedad de la vida requiere que en las distintas etapas de la misma nos sean dadas aquellas gracias o dones que se corresponden con el momento que nos toca vivir. El don de la piedad filial en los niños es capital para una buena relación cristiana con los padres. Llegada la adolescencia y la juventud el amor humano deberá ser ungido por la Gracia para su madurez con la disposición de encontrar la persona que DIOS tiene prevista para formar una familia. La Biblia llama a esta persona “la ayuda adecuada” (Cf. Gen 2,18). El trabajo no es una desgracia o maldición, y es una etapa en la que nos son dadas múltiples gracias que nos ayudan a dar el verdadero sentido al trabajo, acogiéndolo de modo agradecido. Muchas gracias nos vienen en la madurez para construir relaciones sociales y relaciones comunitarias, tan necesarias para la evangelización. Llegados al último tramo por este mundo, el SEÑOR nos ofrece las gracias necesarias para el desasimiento personal de las cosas que nos rodean, y nos quedemos así con lo fundamental. Vamos entrando en la recta final del presente estado de vida, y poco a poco nos desprendemos primero de lo superfluo y después de lo que hacía poco tiempo sentíamos especial apego. Vienen esas gracias de “iluminación de conciencia” por las que el pasado se va ajustando interiormente, y las cuentas se van arreglando. La Paz es una de las gracias más importantes en cualquiera de las etapas de la vida, pero en la recta final lo es de forma especial, sobre todo cuando los achaques, la enfermedad o los dolores consumen la mayor parte de las energías. En este punto, el SEÑOR envía gracias especiales para dar un nuevo sentido al dolor y el sufrimiento; elevando, al mismo tiempo, la mirada hacia el Cielo que el SEÑOR tiene preparado. La persona, que antes era una imitadora de Marta, la mujer que todo lo quería abarcar, ahora se va quedando a los pies de JESÚS, como María, para acoger lo único importante, que es al mismo JESÚS (Cf. Lc 10,38-42). La Vida Eterna se abrirá en cualquier momento, y el SEÑOR envía incesantes gracias para “preparar un camino al SEÑOR en este desierto” (Cf. Is 40,3).

Nuestro Bautismo

Cualquier ocasión es buena para recordar el Bautismo recibido, pero la celebración específica la tenemos en la Vigilia Pascual, en la que celebramos la Resurrección del SEÑOR, y los catecúmenos que están preparados son integrados en la comunidad de los creyentes -la Iglesia- por medio de los Sacramentos de la Iniciación Cristiana: Bautismo, Confirmación y EUCARISTÍA. Hoy es la fiesta del Bautismo del SEÑOR, con la que la Iglesia inicia el tiempo ordinario litúrgico, pues marca el comienzo de la manifestación pública de JESÚS, que momentáneamente deja la Galilea para ser bautizado por Juan Bautista en el Jordán, en una localidad frente a Jericó al otro lado del Jordán (Cf. Jn 1,28). Existen diferencias radicales entre el bautismo de Juan en el Jordán y el Bautismo que impartirá JESÚS a través de sus discípulos, que es el que los cristianos recibimos en la Iglesia. JESÚS obedece al PADRE y se dirige donde están los pecadores arrepentidos confesando sus pecados, porque ahora ÉL tiene que visibilizar que es “el que carga -quita- los pecados de todo el Pueblo”, adoptando el papel asignado al Siervo de YAHVEH. El PADRE dirige los pasos del HIJO y lo justifica ante Juan Bautista: “este es mi HIJO amado, en quien me complazco. Escuchazlo”. JESÚS es más que Juan Bautista y trae un Bautismo superior. El bautismo de Juan Bautista persigue el arrepentimiento del penitente, pero no da el ESPÍRITU SANTO, que elimina el pecado original y todos aquellos que pesaran sobre el alma de los pecadores. Sólo el MESÍAS da el Bautismo en el ESPÍRITU SANTO, porque “ÉL lo posee sin medida”  (Cf. Jn 3,34). JESÚS cuando va al Jordán a recibir el bautismo de Juan, no va a “nacer de nuevo” (Cf. Jn 3,3); sin embargo nosotros sí recibimos en el Bautismo una unción, que no poseíamos hasta ese momento, y nos confiere una condición nueva. Pero el bautismo de Juan tiene para nosotros especial significación si nos paramos a considerar los procesos de arrepentimiento a los que necesariamente vamos a estar sujetos a lo largo de nuestra vida. Aún después de bautizados, y eliminado el pecado original, quedan tendencias pecaminosas, que se van a materializar en actos constitutivos de pecado. El arrepentimiento es el paso previo al Sacramento de la Confesión, o segundo Bautismo como lo concebían en los primeros siglos del Cristianismo. Un sincero arrepentimiento obtiene del Sacramento de la Confesión una nueva efusión del ESPÍRITU SANTO sobre el penitente. Muchas personas son testigos del milagro producido después de una confesión bien realizada, que se tuvo tras haber pasado un largo periodo de alejamiento de la práctica cristiana propia de un bautizado. El pecado en todas sus formas va asfixiando lentamente y la persona en un primer momento no sabe cómo llegó hasta ese punto, y muchos buscan todo tipo de remedios: fármacos, remedios de parafarmacia, o dan el paso a las falsas liberaciones espirituales, echadores de cartas, o cualquier tipo de sortilegio. El resultado sigue siendo penoso y el estado interior muy difícil de soportar. Si esta persona recibe un rayo de luz en su conciencia y se acerca a un confesionario para recibir el perdón sacramental, y lo hace con entrega y sinceridad; entonces se produce el milagro, y la losa existente se disipa experimentando la persona un estado interior totalmente nuevo, que se manifiesta en una gran paz y alegría interior. Ríos de lágrimas pueden salir como signo externo de una liberación y paz interior, que la persona no había vivido desde hacía muchos años, o quizás nunca la vivió. Estos casos de verdadero perdón y sanación interior son posibles, porque un día el VERBO vino a este mundo, se encaminó hacia el Jordán para iniciar su misión como el siervo de YAHVEH, y la finalizó entregando su vida en la Cruz por todos los hombres. Esta disposición de total obediencia a la voluntad del PADRE dio lugar a la Resurrección, y hoy seguimos recibiendo “gracia tras gracia” (Cf. Jn 1,16) para nuestro perfeccionamiento y condición de hijos de DIOS. Si nosotros queremos, “nada nos podrá separar del Amor de DIOS manifestado en CRISTO JESÚS” (Cf. Rm 8,39), porque el SEÑOR ha venido y vencido al Mal con su Amor Misericordioso.

El Siervo de YAHVEH

Toda la Escritura está en función del VERBO. Después de haberlo creado todo, lo que de la nada surgió por obra de DIOS era necesario mejorarlo y llevarlo a plenitud. De camino el  hombre añade un elemento a la divina labor de Recapitular en CRISTO todas las cosas (Cf. Ef 1,10); y esa tarea añade condiciones especiales: la principal obliga a que la entrada en el mundo del VERBO se haga por la puerta del Siervo de YAHVEH. El UNGIDO es LUZ de las naciones, Alianza de un Pueblo y cargará con los pecados de todos (Cf. Is 53,11). La liturgia de este domingo nos reserva el primer cántico del Siervo de YAHVEH para la primera lectura; y ofrecer así algún argumento al motivo por el cual JESÚS va al Jordán para ser bautizado por Juan. San Pablo coincide, en el himno de Filipenses, y habla del CRISTO -ENVIADO-, que siendo de condición divina, dejó la Gloria de DIOS, se despojó de su rango, y adoptó la condición de esclavo -Siervo de YAHVEH- (Cf. Flp 2,5-7). En la mayor parte de los casos, DIOS no da explicaciones del porqué plantea las cosas de la forma que lo hace, porque en todo momento nos pide fiarnos de su Amor incondicional: “¿Es  que no lo sabes, es que no lo has oído?: que DIOS desde siempre es YAHVEH, Creador de los confines de la tierra, que no se cansa ni se fatiga; cuya inteligencia es inescrutable” (Cf. Is 40,28). Es también Isaías quien nos dice que DIOS no tiene consejeros (Cf. Is 40,13); y “sus pensamientos están muy por encima de los nuestros” (Cf. Is 55,8-9). Desde los comienzos la Biblia reconoce que el hombre quiso competir con DIOS en conocimiento, abordando su desmesura cuando se trata de abarcar el bien y el mal de forma autónoma (Cf. Gen 3,5-7). La tentación continúa y cada hijo de DIOS tiene que aprender a seleccionar lo que se le puede dar a conocer, y aquello que por parte de DIOS permanece como cosa reservada. El problema del pecado y del mal en el mundo tiene facetas muy problemáticas, que escapan a lo que podríamos llamar “una solución admisible”; y es muy posible que esas claves racionales nunca nos sean dadas, obteniendo como respuesta una entrega de la propia confianza en el infinito Amor incondicional de DIOS, que desde siempre es YAHVEH: el DIOS que es EXISTENCIA.

Sostenido por DIOS

“He aquí mi Siervo a quien YO sostengo; mi elegido en quien se complace mi alma” (Cf. Is 42,7). DIOS mismo hace la presentación de su Siervo, y nos vamos a encontrar que ese Siervo es el mismo HIJO de DIOS. A lo largo de cinco siglos la figura del Siervo aparecía enigmática y se la atribuyó al mismo Pueblo de Israel, pero ningún perfil lo encarna como la persona y trayectoria de JESÚS, de forma especial por su muerte en la Cruz y Resurrección. La Palabra de DIOS se cumple, y JESÚS va al Jordán para ser bautizado por Juan, cargar con los pecados de la humanidad, cumplir la voluntad del PADRE y recibir una nueva efusión del ESPÍRITU SANTO con objeto de iniciar la misión. El Siervo no está abandonado a sí mismo: aunque su apariencia no resalte a primera vista, sin embargo tampoco pasará desapercibido, pues tiene que realizar una misión pública y todos han de verlo y escucharlo.

Sostenido por el ESPÍRITU

“He puesto mi ESPÍRITU sobre ÉL, y llevará el derecho a las naciones” (v.1b). El Siervo no va a realizar un mesianismo nacionalista, sino que el campo encomendado es universal: “llevará el derecho a las naciones”, porque DIOS sólo tiene un ENVIADO cualificado. Todos los otros enviados dependerán del único ENVIADO por DIOS para dar una palabra autorizada. El derecho que DIOS quiere implantar de nuevo entre los hombres es ciencia y sabiduría divina. Más aún, los hombres de todas las latitudes deben saber que el verdadero DIOS busca la Fe y la entrega del corazón, y deja libres a los hombres de extraños sacrificios -sacrificios humanos-, de sacralizaciones espúreas -prostitución sagrada-; o toda una serie de supersticiones y rituales de carácter satánico. Las tinieblas espirituales pueden ser vencidas si el Siervo es acogido y escuchado.

La mansedumbre del Siervo

”No voceará, no gritará; la caña cascada no la quebrará y el pabilo vacilante no lo apagará. Lealmente hará justicia” (v.2-3). La voz del Siervo de YAHVEH hablará al corazón de los hombres: “mis ovejas escucharán mi voz” (Cf. Jn 10,27). Sólo el UNGIDO del SEÑOR puede hablar al corazón de los hombres y ser escuchado. Pero tampoco la condición de UNGIDO permite alterar la libertad interior. El Siervo de YAHVEH en ningún momento tiene la manipulación de las conciencias entre sus objetivos. Los diferentes encuentros narrados en los evangelios dejan clara la actitud de JESÚS, ofreciendo en todo momento un conocimiento y decisión libre a todos los que se le acercan. JESÚS quiere la Salvación de todos, pero no la impone a nadie como obligación. La entrada en el Reino de los Cielos que ÉL predica es libre, y unos deciden entrar y otros toman otro camino. Pero JESÚS asiste con su sanación a todos los que viven un quebranto de su salud física o psíquica y espiritual. El pabilo vacilante no lo apagará: “SEÑOR creo, pero aumenta mi Fe”, le decía el padre de aquel adolescente epiléptico (Cf. Mc 9,24).

El Evangelio quedará implantado

“No desmayará ni se quebrará hasta implantar en la tierra el Derecho y sus leyes que esperán las islas” (v.4). Tres años de misión o vida pública resultó el tiempo suficiente para dejar las bases de la Iglesia con el encargo de extender el Mensaje -Derecho- a todos los rincones -islas- del planeta. A todos los planificadores de la destrucción de la Iglesia de JESUCRISTO, este texto de Isaías les da un mensaje preocupante: el Mensaje del Siervo de YAHVEH llegará más tarde o temprano a todos los lugares, pues cada ser humano está creado a imagen y semejanza de DIOS, y espera con necesidad la revelación del verdadero Rostro de DIOS. Todo tiene su tiempo y DIOS permite que el poder de las tinieblas tenga el suyo (Cf. Lc 22,53); pero la victoria es del Siervo de YAHVEH, que después de ser triturado con el martirio y la muerte, resucitó del reino de la muerte. El Cristianismo está especializado en resucitar.

LUZ de las naciones

“YO, YAHVEH te he llamado en Justicia, te cogí de la mano, te formé, y te he destinado a ser Alianza del Pueblo y LUZ de las gentes” (v.6). Lo mismo que el RESUCITADO cuando baja al lugar de los muertos, en el que se encontraba el primer hombre, Adán, con todos los justos del Antiguo Testamento, escuchan: “despierta del sueño, tú que duermes, y CRISTO, el SEÑOR, será tu LUZ” (Cf. Ef 5,14). Antes de ese episodio, el Siervo de YAHVEH crucificado y muerto por los pecados de los hombres, fue resucitado por la Justicia de DIOS, que lo rehabilita, tomándolo de la mano y formándolo de nuevo para ser LUZ de las naciones, pues todos los pueblos lo reconocerán. ¿Profecía incumplida? Desde que JESÚS, el Siervo de YAHVEH, aparece en la historia de los hombres, no ha dejado de ofrecer señales de su Presencia y existencia. Tales señales no han desaparecido, ni mucho menos; pero es cierto que para muchos estas señales están veladas. Vienen bien en este caso las palabras de san Pedro en su segunda carta: “ el SEÑOR no retrasa su promesa,  como piensan algunos, sino que tiene paciencia  con vosotros, porque no quiere que nadie se pierda, sino que  todos accedan a la conversión” (2Pe 3,9).

Alianza del Pueblo

El Siervo de YAHVEH está destinado “a abrir los ojos de los ciegos, sacar del calabozo al preso, de la cárcel a los que viven en tinieblas” (v.7). En gran medida estas palabras se repiten en el capítulo sesenta y uno de Isaías (Cf. Is 61,18ss ); y las tomará JESÚS como programa de su misión evangelizadora (Cf. Lc 4,18-19). Cuando se oscurece la luz de la conciencia, las sombras del mal atenazan a los hombres creando todo tipo de prisiones. Escapando de DIOS sólo queda la oscuridad. Las huidas de la presencia de DIOS, por las causas que sean, sólo traen muerte espiritual y física para todos. La negación de la Ley Natural y de la ética superior dada por el Evangelio resulta en la práctica el desprecio de la LUZ. Se promueven las pautas de conducta alineadas a la comodidad, la satisfacción inmediata, una alta dosis de sensaciones placenteras de forma permanente; y este modo de vida, sencillamente, no es posible, ni humano. Los nuevos carceleros dan la bienvenida con mucho gusto, a los nuevos inquilinos de las nuevas prisiones ambientadas de luces fascinantes, que acabarán con las retinas de unos ojos que pronto ya no verán nada. Puede ser que algunos recuperen la vista en el encuentro con la LUZ, pero de momento impera el pesimismo, y muchos se quedarán arruinados en el camino.

“Juan: DIOS es Misericordioso”

Cuando Juan Bautista nace de Zacarías e Isabel ya ancianos, los vecinos se admiran y preguntan: ¿qué va a ser este niño? (Cf. Lc 1,66). Pero el Ángel Gabriel da unos rasgos precisos a Zacarías, que habrían de conseguir sosiego y confianza, pero aquellas palabras no lograron vencer las dudas de Zacarías. Las palabras del Ángel fueron estas: “no temas Zacarías, porque tu petición ha sido escuchada. Isabel, tu mujer, te dará a luz un hijo a quien pondrás por nombre, Juan. Será para ti gozo y alegría, y muchos se alegrarán de su nacimiento, porque será grande ante el SEÑOR. No beberá vino ni  licor, y estará lleno del ESPÍRITU SANTO ya desde el seno de su madre. A muchos de los hijos de Israel los convertirá al SEÑOR su DIOS. Irá delante de ÉL con el espíritu y poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y a los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al SEÑOR un Pueblo bien dispuesto” (Cf. Lc 1,13-17). Cada evangelista presenta en la redacción de su evangelio, fuentes comunes en el caso de los sinópticos y fuentes propias. Los datos aportados por san Lucas completan en este caso lo que nos cuenta san Marcos. Juan es elegido de forma muy especial, y ya desde el seno de su madre será santificado y ungido por el ESPÍRITU SANTO. Este rasgo es esencial y todos los otros quedan relegados a una escasa consideración. De forma reiterada dirá que él no es el MESÍAS (Cf. Jn 1,19-21); pero se encuentra estrechamente ligado a ÉL, no sólo por la misión, sino por haber recibido la unción del ESPÍRITU SANTO en el seno de su madre. El ascetismo de Elías lo va a reproducir con una versión muy personal, pues el itinerario del profeta Elías fue bastante diferente del trazado por Juan Bautista. Juan era el último eslabón de la cadena profética para dar paso a una nueva relación de los hombres con DIOS: la Nueva Alianza destinada a procurar el Reino de DIOS en este mundo. Era necesario promover una renovación ética y espiritual: los corazones de los padres y de los hijos debían latir al buen ritmo de la piedad filial. Nos suena la cosa: la familia debía convertirse en el ámbito sagrado, en el que la voz de DIOS se aceptase hablando mediante la Escritura. Juan es la voz que todos empiezan a escuchar “en el año quince del emperador Tiberio, en Roma; y el pontificado en Jerusalén de Anás y Caifás” (Cf. Lc 3,1), llamando la atención sobre el MESÍAS que está cerca, a las puertas. Cada persona tiene que enderezar sus senderos, y quitar las piedras que le vayan a provocar caídas. De pronto en el camino nos dirigimos donde se elevan montañas infranqueables, o descuidadamente dirigimos los pasos por zonas con grietas abismales. El profeta Isaías había dicho: “una voz clama en el desierto, preparad el camino al SEÑOR, que los valles se levanten y las colinas se abajen. Que lo escabroso se iguale y lo sinuoso se enderece”  (Cf. Is 40,3-4). Juan Bautista sabe quién es él, y la misión encomendada. Conjugar las dos cosas y mantenerlas en su justo lugar es todavía una ascesis superior a vivir en el desierto alimentándose de miel silvestre y langostas, e ir vestido con ásperas pieles de camello (Cf. Mc 1, 6)

Predicación de Juan

”Juan proclamaba: detrás de mí viene el que es más fuerte que yo, y no soy digno, inclinándome, de desatarle la correa de sus sandalias” (v.7). Coincide san Marcos con el evangelio de Juan al señalar directamente a JESÚS, sin entrar en los detalles o motivos por los cuales los penitentes han de pedir perdón, como es el caso de Mateo y Lucas. Las características personales de Juan Bautista eran excepcionales por su estilo de vida ascética. Precisamente por este motivo, Juan Bautista convocó a su alrededor un grupo de discípulos que se mantuvo después de la muerte del propio Juan Bautista, como atestigua el libro de los Hechos de los Apóstoles (Cf. Hch 19,1-5). La atracción espiritual que transmite el Bautista crea en torno suyo un capo espiritual de santidad y confianza suficiente para que abiertamente los penitentes confiesen sus pecados en el Jordán mientras Juan los bautiza. No es un contagio de histeria colectiva, pues los detractores de Juan mantienen su decisión de rechazo, y cuestionan su labor. La gran santidad de Juan Bautista se acredita cuando él predica a JESÚS: “detrás de mí viene el que es más fuerte que yo, y no soy digno de desatar, inclinándome, la correa de su sandalia” (v.7). JESÚS es más fuerte que Juan frente al pecado y a las insidias del Malo o de Satanás. Juan Bautista lo sabe y dice de ÉL: “este es el CORDERO de DIOS, que quita el pecado del mundo” (Cf. Jn 1,29). Reconoce el Bautista la superioridad de JESÚS, porque “ÉL bautizará en el ESPÍRITU SANTO” (v.8b). Este versículo siete resalta la actitud inequívoca de servicio y obediencia: JESÚS es el NOVIO y él se siente como el amigo del NOVIO (Cf. Jn 3,29), por lo que es necesario para que se cumpla el Plan de DIOS, “que ÉL crezca y yo -Juan- disminuya” (Cf. Jn 3,30). Pero todavía este versículo de Marcos nos aporta otra sugerencia: Juan Bautista sólo dobla la rodilla ante DIOS, y señala que ante JESÚS él no se siente digno de prosternarse, o inclinarse. JESÚS es más que hombre: ÉL es DIOS, El VERBO se hizo hombre (Cf. Jn 1,14), tomó nuestra condición débil para solidarizarse con toda la humanidad. El propio VERBO se despojó de su rango y se hizo esclavo, pasando por uno de tantos (Cf. Flp 2,6-7); pero Juan Bautista sabe de quién es mensajero o precursor, y no se le ocurre en momento alguno suplantar al verdadero MESÍAS.

Doblemente Precursor

Juan Bautista da testimonio de JESÚS y de la acción del ESPÍRITU SANTO: “yo os he bautizado con agua, pero ÉL -JESÚS- os bautizará con ESPÍRITU SANTO” (v.8) Al evangelista Marcos le importa señalar que Juan Bautista diferencia la acción del ESPÍRITU SANTO con respecto a la idea tenida en el Antiguo Testamento sobre el ESPÍRITU de DIOS, que podía mover o agitar a los distintos ungidos o elegidos, como es el caso del juez Sansón (Cf. Jc 15,14); o el de David cuando fue ungido por Samuel en Belén (Cf. 1Sm 16,13). Ahora el ESPÍRITU SANTO se empieza a revelar como Persona dentro de una misteriosa relación con el VERBO que se hace visible y uno de nosotros. La presencia y actuación del ESPÍRITU SANTO se irá revelando de acuerdo con el Plan del PADRE, pero Juan Bautista es testigo también de las primeras manifestaciones, pues no en vano él fue el primer beneficiado de su acción (Cf. Lc 1,15.41), después obviamente de la VIRGEN MARÍA. El esquematismo del evangelio de san Marcos no es sinónimo de simpleza, sino todo lo contrario, y tendremos que dar a cada pronunciamiento el alcance debido. El mundo no sabría nunca quién es el ESPÍRITU SANTO, si el VERBO no se hubiera encarnado en JESÚS, y mientras llega la Resurrección el ESPÍRITU SANTO actúa a través de ÉL. Cuando llegue la Resurrección, la Promesa del PADRE será acogida por los discípulos de JESÚS bien dispuestos por la oración (Cf. Hch 1,6-8). Pero cada etapa tiene sus rasgos propios. Pocos saben del ESPÍRITU SANTO y entre ellos está Juan Bautista, por eso Juan reconoce a JESÚS con precisión.

De Nazaret a la misión

“Por aquellos días vino JESÚS desde Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan en el Jordán” (v.9) Probablemente con una diferencia de meses, JESÚS se acerca al Jordán para ser bautizado en el mismo tiempo en el que Juan da inicio a su ministerio. Para JESÚS también es aplicable el inicio de la misión sobre el año quince del emperador Tiberio en Roma con unos treinta años de edad (Cf. Lc 3,1). Nazaret hasta entonces había sido el domicilio de JESÚS. Como sabemos, Nazaret no aparece mencionado una sola vez en todo el Antiguo Testamento, por lo que parece un lugar marginal. La vida de JESÚS, el VERBO hecho hombre, transcurre como  “tecton” -artesano- en un pueblo de la Galilea, que de por sí es considerada por la élite religiosa como tierra pagana y de gentiles. De nuevo DIOS se empeña en desconcertar a los “sabios y perfectos”. Pero la cosa no queda ahí: el que va a liberar a Israel se dispone en la fila de los pecadores para ser bautizado por Juan Bautista. Esto último planteó una cierta perplejidad incluso entre los discípulos, que en todo tiempo tuvieron que mantener abierta la cuestión: ¿Quién es JESÚS? En la confesión de Cesarea, JESÚS mismo se lo pregunta a los discípulos (Cf. Mt 16,13ss), pero sólo la venida del ESPÍRITU SANTO en Pentecostés dará consistencia en los corazones sobre la identidad de AQUEL al que han de testificar en Jerusalén, Judea, Samaria, hasta los confines de la tierra (Cf. Hch 1,8). El que quita el pecado del mundo (Cf. Jn 1,29) guarda su turno en la fila de los pecadores, que están allí para recibir el bautismo de Juan. San Mateo recoge el desconcierto del propio Bautista y la respuesta de JESÚS: ”vamos a cumplir toda Justicia” (Cf. Mt 3,15). Para que la Divina Misericordia transforme el mundo, alguien tiene que cargar con el peso de la Justicia, y ningún hombre por sí mismo está en condiciones de poder con ello. El bautismo de JESÚS en el Jordán anuncia la muerte en la Cruz como acto de suprema expiación por los pecados de todos los hombres de todos los tiempos. El VERBO de DIOS no vino a este mundo a distraerse y a recoger nuevas experiencias: tales frivolidades no entran en los planes de DIOS. El VERBO viene a este mundo a resolver el gran obstáculo que impide al hombre una eternidad con DIOS: el pecado. Es posible que el modo de proceder de DIOS para resolver el problema no nos guste, pero es la vía que ÉL ha utilizado. El pecado o los pecados de los hombres tienen unas consecuencias, y el mismo DIOS cargó por Amor con sus consecuencias. Nadie puede perdonar los pecados en el Nombre de DIOS más que JESÚS. El primer acto público de JESÚS está en relación con el pecado de los hombres, y se visibiliza en el Jordán donde se encuentran los que se sienten arrepentidos.

Los Cielos se abren

“En cuanto salió del agua, vio que los Cielos se rasgaban y el ESPÍRITU en forma de paloma bajaba a ÉL” (v.10). JESÚS es el Siervo de YAHVEH y obedece al PADRE, no por miedo o temor, sino por la sobreabundancia de AMOR en la que el PADRE y el HIJO están unidos. JESÚS sabe de su misión y destino, y en algún momento dirá, antes de su muerte: “con un bautismo tengo que ser bautizado, y qué angustia hasta que se cumpla” (Cf. Lc 12,50). Juan Bautista “ve los Cielos abiertos” y es testigo de una visión superior a la que JESÚS anuncia a los discípulos: “veréis los cielos abiertos y a los Ángeles de DIOS subir y bajar sobre el Hijo del hombre” (Cf. Jn 1,51). En este caso Juan Bautista es testigo de quién es JESÚS y confirmado en el ejercicio de su ministerio. Juan Bautista no se había equivocado adoptando el estilo de vida que llevaba y disponiéndola al servicio exclusivo del MESÍAS: “el ESPÍRITU SANTO, en forma de paloma vino y reposaba sobre ÉL”. Juan ya no albergaba duda alguna, aunque sus discípulos se vieran abordados por las dudas y en un momento dado le fueron a preguntar, si ÉL era el verdadero MESÍAS. Aquellos vieron en primera persona: “los ciegos ven, los sordos oyen, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los muertos resucitan, y los pobres son evangelizados; y dichosos todos aquellos que no se escandalizan de mi proceder” (Cf. Lc 7,22-23 ). Para que el pecado del mundo sea cargado sobre el MESÍAS el ESPÍRITU SANTO viene en su ayuda para soportar la carga. Para que la Divina voluntad del PADRE se cumpla con toda perfección, el ESPÍRITU SANTO viene en ayuda para que se cumpla en todos sus detalles. Para dar un Palabra de aliento a las almas abatidas, el ESPÍRITU SANTO infunde nueva vida a las palabras y predicación de JESÚS. El Poder para realizar signos, prodigios y milagros se ordena dentro de la Nueva Creación que sigue necesitando de la colaboración del ESPÍRITU SANTO. La unión entre el PADRE y el HIJO sigue siendo obra del ESPÍRITU SANTO, que mantiene abierta la Bóveda de la tierra. El aislamiento al que nos había destinado el pecado se rompe por la presencia en el mundo del UNGIDO del SEÑOR.

La voz del PADRE

“Se oyó una voz del Cielo: TÚ eres mi HIJO amado, en quien YO me complazco” (v.11). DIOS tiene una sola PALABRA con la que crea todas las cosas y las redime. Parece demasiado elemental tanta simplificación, pero la infinidad de recursos de los que DIOS puede disponer a favor de los hombres para nuestra Salvación nos vienen dados invocando un solo Nombre, porque el PADRE así lo ha dispuesto. Muchas obras buenas tendremos que realizar a lo largo de esta vida, pero la obra que el PADRE quiere como clave de todas es la Fe en su HIJO, “la obra que el PADRE quiere es que creáis en MÍ” (Cf. Jn 6,29). Tendremos que decirlo de muchas maneras: el punto de partida y el de llegada de toda la Revelación de DIOS es JESUCRISTO. El primer Adán y toda la Creación están en función del HIJO, que se vuelve uno de nosotros en JESUCRISTO para llevar a plenitud el Adán inicial.

Hechos de los  Apóstoles 10,34-38

El apóstol san Pedro en casa del centurión Cornelio expone una síntesis del Mensaje cristiano con el fin de iluminar las mentes y los corazones de los presentes dispuestos a recibir el Bautismo. En el libro de los Hechos de los Apóstoles este pasaje marca la entrada de los gentiles en el seno de la Comunidad Cristiana, porque los Apóstoles van comprendiendo que “DIOS no hace acepción de personas” (v.38). El mensaje de JESÚS es universal, porque su Salvación va dirigida a todos los hombres, pues todos necesitamos ser rescatados de las fuerzas esclavizantes del Mal. Pedro se encontraba en Joppe, en casa de Simón el curtidor, y había subido a la terraza para hacer la oración del mediodía. Durante la oración entró en éxtasis y el SEÑOR le presentó la visión de un gran mantel con cuadrúpedos dentro y el Apóstol escucha la orden: “mata y come” La respuesta de Pedro fue: SEÑOR nada impuro ha entado en mi boca; y el SEÑOR repuso, no llames impuro a lo que YO he declarado puro (Cf. Hch 10,13-16). Entonces Pedro entendió que para el SEÑOR no había personas puras e impuras, sino que todas eran merecedoras de su asistencia. Cornelio se distinguía por su generosidad; y sus oraciones y limosna fueron atendidas (Cf. Hch 10,1-4).

En casa de Cornelio

“Tú, Pedro, has hecho bien en venir, y ahora todos nosotros estamos bien dispuestos para escuchar todo lo que te ha sido ordenado por el SEÑOR” (v.33). La receptividad de los convocados en casa de Cornelio no podía ser mejor. Cornelio poseía un sentido claro de la misión del Apóstol, cuya Palabra iba a ser la que el SEÑOR tenía dispuesta para ellos en aquel momento. Aunque entre unos y otros habían intermediado los Ángeles, sin embargo ningún Ángel suplantó el ministerio apostólico, por más que fuesen la ayuda invisible en el apostolado.

El hombre es redimible

“Pedro tomó la Palabra y dijo: ahora comprendo que DIOS no hace acepción de personas, sino que en cualquier nación el que le teme y practica la Justicia le es grato” (v.34-35). DIOS cuenta con los Apóstoles para la misión, pero ÉL no deja de intervenir, pues de lo contrario todo sería inútil. Ahora el propio Apóstol es evangelizado y tiene que leer en el desenvolvimiento de los hechos, lo que el SEÑOR quiere para su Iglesia. Nuestro ritmo de aprendizaje es lento, o muy lento; pero DIOS acepta nuestra condición. Pedro había asistido a distintos encuentros entre JESÚS y personas que no pertenecían al Pueblo elegido, pero da la impresión que no había calado. La Iglesia tenía que abrir sus puertas a la gentilidad, y pronto ese asunto se llevaría como materia del primer concilio de la Iglesia. Hay una Justicia o Ley Natural impresa en el corazón de los hombres, que las buenas prácticas guiadas por la razón pone de manifiesto y da como resultado personas buenas en cualquier pueblo o nación, y receptivas a dar crédito al Mensaje de JESÚS. El nacionalismo religioso judío ya no tenía razón de ser, pues el Cristianismo se presentaba con carácter universal por mandato del propio JESÚS.

La Salvación viene de los judíos (Jn 4,22)

“ÉL ha enviado su Palabra a los hijos de Israel, anunciándoles la Buena Nueva de la Paz por medio de JESUCRISTO, que es el SEÑOR de todos” (v.36). Algunos del Pueblo elegido no reconocieron el Mensaje, y entre los que se negaron a recibir a JESÚS como MESÍAS estuvieron las autoridades religiosas; y san Pablo aclara: “de ningún modo ha rechazado DIOS a su Pueblo, en quien de antemano puso sus ojos, pues como en los tiempos de Elías, DIOS se ha reservado un resto -siete mil- elegido por Gracia y no por las obras. ¿Se han endurecido para permanecer caídos? De ningún modo, sino que su caída ha traído la Salvación a los gentiles. Su caída ha sido una riqueza para el mundo y empequeñecimiento para ellos; pero entonces, ¿qué no será su plenitud? Si su reprobación ha sido la reconciliación del mundo, ¿qué será su readmisión, sino una resurrección de entre los muertos? (Cf. Rm 11,1-15). Lo transcrito de esta cita es un resumen de todo el texto, pero nos da una idea del proceso que va viviendo la Iglesia en los comienzos con su apertura a los gentiles, que somos todos aquellos no pertenecientes la Pueblo judío. A pesar del rechazo de algunos, DIOS sigue manteniendo su Palabra y fidelidad con el Pueblo de la Antigua Alianza, porque dice también san Pablo: “los dones del SEÑOR son irrevocables” (Cf. Rm 11,29). Cornelio y todos los de su casa pueden ser incorporados a la Iglesia, porque “la salvación viene de los judíos” (Cf. Jn 4,22).

JESÚS el galileo

“Vosotros sabéis lo sucedido en toda Judea, comenzando por Galilea, después que Juan predicó el bautismo: como DIOS ungió a JESÚS con el ESPÍRITU SANTO y con Poder, y como pasó haciendo el bien, y curando a todos los oprimidos por el diablo, porque DIOS estaba con ÉL” (v.37-38). Aquella familia ya sabe cosas sobre JESÚS, porque sugiere haberlo conocido en la misión llevada a cabo en Galilea, a partir del bautismo en el Jordán donde el PADRE unge a su HIJO para la misión que ha de llevar a cabo. El Mensaje de JESÚS estuvo acompañado de las señales de Poder, que daban crédito a su autenticidad como HIJO de DIOS. Hablando Pedro de estas cosas vino el ESPÍRITU SANTO y les concedió una efusión a los presentes, que se pusieron a profetizar y hablar en lenguas como los Apóstoles en Pentecostés (v. 44-46). De nuevo el ESPÍRITU SANTO se manifiesta con las señales que le son propias y Pedro entiende que aquella familia es apta para recibir el Sacramento del Bautismo (v.47). No se podía negar el Bautismo a los que el ESPÍRITU SANTO había ungido con sus dones y carismas, aunque fueran gentiles.

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