Las elecciones municipales y autonómicas celebradas el pasado domingo en España han supuesto un pronunciado giro político.
El Partido Popular fue el indiscutible vencedor, ganando en las principales ciudades y comunidades autónomas.
En contraste, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), del presidente Pedro Sánchez, fue el gran derrotado, y el partido ultraizquierdista.
Podemos tuvo unos resultados tan desastrosos que ya se habla de su inminente desaparición.
El Partido Popular arrasó en Madrid, y podrá ser gobierno en las comunidades de Valencia, Aragón, Extremadura, La Rioja, Cantabria, Murcia y Baleares si logra pactos estables con Vox, partido a su derecha y que también obtuvo muy buenos resultados, al pasar de 530 a 1687 concejales en toda España, y de 47 a 119 diputados regionales.
Las elecciones generales acaban de ser convocadas para el próximo 23 de julio, por lo que todo apunta a que el próximo presidente del gobierno español será el líder del Partido Popular, Alberto Nuñez Feijóo, un hombre que con sensatez y sentido común ha logrado que su partido vuelva a ser la primera fuerza política en España.
El estrepitoso fracaso del Partido Socialista Obrero Español puede obedecer a varias razones.
Pedro Sánchez estableció alianzas de gobierno con los comunistas de Podemos, con los herederos políticos de la ETA y con los independentistas catalanes: era evidente que ahí no existía un proyecto común.
A eso hay que añadir que Sánchez ha gobernado de manera autoritaria, colonizando con incondicionales instituciones como el Tribunal Constitucional o la Fiscalía General del Estado. Los españoles han castigado estos despropósitos.
Por otro lado, el Partido Popular postuló candidatos atractivos y que han desempeñado un buen trabajo en tareas de gobierno. Quizá el ejemplo más claro sea el de Isabel Díaz Ayuso, la reelecta presidenta de la Comunidad de Madrid. Una mujer con un enorme carisma, que ha gobernado de forma exitosa y plantando cara a la izquierda.
Mención aparte merece la debacle de Podemos, partido que albergaba una constelación de grupos extremistas de la izquierda más radical, y con múltiples vasos comunicantes con los regímenes venezolano e iraní.
Podemos logró captar, en el pasado reciente, gran parte del voto de protesta hacia los partidos tradicionales; sin embargo, ya en el gobierno de Sánchez, sus propuestas se caracterizaron por su alta carga ideológica (una de sus ministras llegó a promover la pedofilia) y su sectarismo más primitivo.
España ha sido siempre un referente para América Latina. El triunfo de la derecha puede ser un augurio de una nueva era en el mundo hispano, en donde vuelvan a emerger con fuerza las ideas de libertad, desarrollo y democracia frente a las izquierdas bolivarianas y populistas.