El diálogo y la escucha atenta, que Su Santidad propone incansable como medicina universal para curar todos los males sociales y pastorales, es mucho más fácil cuando solo se ejerce con los que piensan como uno mismo, pero no parece muy útil ni que suponga esfuerzo alguno cuando es así.
Sin embargo, mientras el Santo Padre nos exhorta a tiempo y a destiempo para que ejerzamos el diálogo con quienes están al otro lado de la ‘trinchera’ ideológica, el ejemplo que da el propio pontífice es el de escuchas y conversaciones a un solo lado, siempre el mismo. No dejaremos de recordar los Dubia de cuatro de sus hermanos cardenales, respondidos desde hace ya años con el más absoluto silencio, negando las audiencias privadas que sus autores solicitaron reiteradamente. Y también se negó a recibir al anciano arzobispo emérito de Hong Kong, cardenal Joseph Zen, cuando voló desde el lejano Oriente para transmitirle personalmente su preocupación por el drama que viven los fieles en China.
En los últimos días, el Papa se ha reunido en audiencia privada con el chileno Juan Carlos Cruz, homosexual confeso muy crítico con el documento de Doctrina de la Fe sobre las uniones de personas del mismo sexo, que ha sido nombrado recientemente miembro de la Comisión Pontificia para la Tutela de los Menores; ha escrito de puño y letra una cariñosísima carta de apoyo al mediático jesuita padre James Martin, autodesignado apóstol de los LGTBI donde le dice, entre otras cosas: “Pensando en tu trabajo pastoral, veo que continuamente tratás de imitar este estilo de Dios. Sos un sacerdote para todos y todas, como Dios es Padre de todos y de todas. Rezo por vos para que sigas así, siendo cercano, compasivo y con mucha ternura»; y el jueves recibió en audiencia a la separatista monja argentina Lucía Caram.
Coincidiendo con estas caricias tan fotogénicas con la izquierda clerical, también en el pasado reciente, ha aprobado una reforma del Código Canónico que castiga con la excomunión automática -latae sententiae- a quienquiera que participe en el intento de consagrar con órdenes a una mujer, y con su firma la Congregación para la Doctrina de la Fe confirmó con meridiana claridad la doctrina católica sobre la homosexualidad, al negar la licitud de las bendiciones a parejas del mismo sexo.
En diversas ocasiones, el Papa ha cargado contra los ‘rígidos’ que viven ‘según las normas’ y que ‘hacen de la verdad un ídolo’, y una de las consignas del Papa que mayor fortuna ha hecho entre los medios es la que dirigía a los jóvenes: “¡Haced lío!”.
Y el lío, verdaderamente, está hecho.
Por Carlos Esteban.
Infovaticana.