Francisco deja el hospital…pero padece una enfermedad crónica que puede agravarse en cualquier momento

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Bueno, el Santo Padre abandonará el hospital en un par de horas, salvo sorpresas (de antemano), para volver a casa. Es necesario destacar, como ya escribí en un comentario del 11 de marzo, que:


a) la terapia no termina hoy, sino que debe continuarse indefinidamente, en medida y forma adecuada, considerando que padece una enfermedad broncopulmonar crónica, susceptible de agravarse en cualquier momento;


b) es necesario pues elegir los fármacos más adecuados, y también los menos invasivos para el Paciente, y a ello añadir la rehabilitación respiratoria y motora, como ya se está haciendo;


c) en cuanto al oxígeno, sólo debe administrarse si el nivel en la sangre cae por debajo de un cierto valor crítico, y este umbral puede controlarse con un dispositivo muy sencillo de utilizar, el oxímetro de pulso;


d) prevenir posibles causas de exacerbación de la bronquitis crónica, como los resfriados y el contacto estrecho con otras personas portadoras de gérmenes, virus, etc.


e) el descanso también es importante, ya que permite recuperar fuerzas de forma natural, recordando que la ‘vis resanatrix naturae’ es un recurso fundamental en el tratamiento de todas las enfermedades.


Quisiera decir una palabra sobre la parte espiritual de esta historia, que interesa a todos los católicos y, en general, a los seres humanos.


Dios nunca envía el mal a sus hijos sino para reservarles un bien mayor, como escribió Manzoni:

Por lo tanto espero, como creyente, que el Papa, consciente de la fe del pueblo de Dios, haga lo correcto y cambie su paradigma pastoral, comportándose como un fiel Vicario de Cristo, como es y como le indicaron los Padres en el Cónclave de hace doce años, en cuestiónes tales como:

  • la equivalencia de todas las religiones,
  • la bendición de las parejas irregulares,
  • la sinodalidad que prevalece sobre el mandato de Cristo, etc.


Y por eso le aconsejo, sin vanidad, sino como hijo de la Iglesia, que se identifique con la mujer adúltera (Jn 8, 1-11) y sobre todo con el enfermo de la piscina de Betesda (Jn 5, 1-14), ambos escapados a un triste destino gracias a la intervención divina, y a quienes el Señor recomendó calurosamente que cambiaran de vida.


Por ANGELO DI MARZO, neumólogo.

DOMINGO 23 DE MARZO DE 2025.

MIL

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