La Corte Suprema de Estados Unidos tiene estipulado escuchar los argumentos legales el 1 de diciembre sobre un caso muy esperado. De acuerdo a como se expida la Corte la situación sobre el acceso al aborto podría modificarse drásticamente, llegando incluso a presentarse la posibilidad de eliminarse su legalidad.
Entre las posibilidades más esperadas, sobre todo por grupos conservadores y religiosos, la Corte podría revocar su decisión histórica sobre el caso Roe v. Wade, que legalizó el aborto desde 1973.
Pero también existen fuertes chances de que los jueces tomen otros caminos más complejos para permitir que los estados tengan el poder de imponer mayores restricciones al aborto.
La Corte deberá escuchar el caso Dobbs v. Jackson Women’s Health, el cual se basa en la prohibición impuesta en Mississippi a los abortos luego de las 15 semanas.
Cuando la Corte se expida al respecto podría eliminar la prohibición de 15 semanas, alegando que va en contra de la antigua legislación de Roe, lo que implicaría que la situación se mantenga a como está hoy, aunque marcando un nuevo precedente que le quita autoridad a los estados particulares de establecer sus propias normativas al respecto.
Sin embargo, la composición más conservadora de la corte, 6-3 desde la incorporación de la jueza Amy Coney Barrett, mantiene la esperanza entre los conservadores y sectores provida de que en esta oportunidad la Corte podría validar la legislación de Mississippi, lo cual implicaría ir en contra del fallo de Roe v. Wade.
La esperanza de los conservadores también se sustenta en el hecho de que la Corte haya aceptado escuchar este caso tan cercano y opuesto a Roe podría ser un indicio de su voluntad de remodelar el precedente.
Lo mismo podría decirse de su decisión de no bloquear inmediatamente la ley de latidos del corazón de Texas, que actúa efectivamente como una prohibición de seis semanas.
Más allá de las esperanzas, nada está asegurado aún, ni está claro qué tan dispuestos están los miembros de la Corte a modificar la situación actual, ya que el tribunal sólo necesita cuatro jueces para aceptar escuchar un caso y cinco para emitir una decisión mayoritaria.
La situación ideal para los sectores provida, sería la derogación total de Roe, lo cual permitiría devolver el asunto a las legislaturas estatales, lo cual, siguiendo la Constitución nacional, es la vía democrática más adecuada para regular el acceso al aborto.
La situación es compleja porque no abarca sólo una cuestión de salud pública, sino más bien un hecho ideológico que ha marcado una verdadera grieta en la sociedad durante varios años, y modificar la situación actual generará sin dudas un conflicto político de relevancia con impacto internacional.
Si bien las nominaciones de los conservadores Barrett y Kavanaugh en particular han provocado la ira de los demócratas y demás progresistas, algunos han expresado su escepticismo a que los nuevos magistrados se opongan al histórico fallo de Roe, teniendo en cuenta la tensa atmósfera política y la naturaleza divisiva del asunto.
Ahora bien, la eliminación de Roe no es garantía de que llegue a su fin la batalla legal que existe desde hace décadas sobre este asunto. Pero lo que sí es innegable es que salvaría la vida de miles de bebés todos los años, lo cual es admitido incluso por los sectores que defienden y promueven la legalización del aborto.
Un grupo de 154 prominentes economistas e investigadores estimaron que el número de abortos se reduciría en alrededor de 120.000 en el primer año y potencialmente incluso más en los años siguientes si la corte suprema anula a Roe y permite que los estados prohíban los abortos nuevamente.
Si Roe se va, es poco probable que los abortos se conviertan automáticamente en ilegales en todo el país. Pero el poder de proteger a los bebés no nacidos del aborto o mantener los abortos legales regresaría a los estados. Las estimaciones varían sobre la cantidad de estados que prohibirían los abortos si se les permitiera hacerlo. Una estimación reciente puso el número en al menos 21.
Andrés Vacca – BLes
