Fiesta de la Inmaculada Concepción

Génesis 3,9-15.20 | Salmo 97 | Filipenses 1,4-6.8-11 | Lucas 1,26-38

Pablo Garrido Sánchez
Pablo Garrido Sánchez

Este Año Litúrgico, en su inicio con el Adviento, celebramos la fiesta de la Inmaculada Concepción de MARÍA coincidiendo con el segundo Domingo del tiempo de Adviento. El episcopado español solicita permiso a la Santa Sede para celebrar la solemnidad de la Inmaculada Concepción, aunque corresponda con dicho domingo por ser esta advocación de la VIRGEN MARÍA la patrona de España. La convicción sobre la Concepción Inmaculada de la VIRGEN MARÍA viene de lejos, tanto en la parte oriental como en la occidental de la Iglesia Católica: san Ireneo de Lyon, san Agustín, san Ambrosio o san Jerónimo, san Sofronio o san Máximo. En España es notable la defensa de la Concepción Inmaculada de la VIRGEN MARÍA por parte de san Ildefonso, en el siglo siete. Es notable la defensa que Juan Duns Scoto, hizo de esta verdad, concluyendo con su famosa síntesis: “DIOS pudo hacerlo, lo quiso, convino, luego lo hizo”. Esta verdad no dejó de estar presente en la devoción del pueblo de DIOS y resultó algo natural la declaración solemne del dogma por parte de Pío IX, en mil ochocientos cincuenta y cuatro. Además de patrona de España, La Inmaculada Concepción es patrona de la infantería. En una situación muy comprometida los tercios españoles en Flandes la proclamaron su patrona al entender que habían salido victoriosos gracias a su protección. El resto de los Tercios fueron adoptándola como patrona, pero no fue hasta mil ochocientos noventa y dos, que el patronazgo se extendió a un amplio sector del ejército español y queda reconocida como patrona del Arma de Infantería.

Muerte y pecado

Nos gustaría que los males no existieran, y vivir una existencia libres de enfermedades, conflictos familiares o sociales, y ajenos a la muerte, que de no haberse resuelto lo anterior podría resultar una liberación más que una desgracia. Los males físicos, morales y espirituales mantienen para los creyentes el origen común del pecado. El pecado aparece cuando una criatura de forma deliberada se enfrenta a lo dispuesto por DIOS. Sólo dos tipos de seres creados tenemos capacidad para pecar: los ángeles y los hombres. Recordamos los tres factores constitutivos del pecado: la materia, el conocimiento y la voluntad. Sólo el ángel o el hombre pose conocimiento, o conciencia, y voluntad para tomar una determinación. La materia sobre la cual opera el hombre es la voluntad expresa de DIOS, que se nos da en la Ley Natural, en las Diez Palabras -Decálogo- y en el conjunto de la Revelación. Nos dice san Pablo: “hasta la Ley había pecado en el mundo, pero el pecado no se imputa no habiendo Ley” (Cf. Rm 5,13). En principio conviene tener presente que se establece una diferencia entre la imputabilidad del pecado y los efectos del mal que no se hacían imputables porque la Ley no estaba dada de forma revelada. El mal estaba actuando en el mundo sobre todos los hombres y vivían afectados por el sufrimiento, las enfermedades y la muerte, pues todos pecaron, aunque su culpa no se les podía imputar como fue el caso de Adán, ni con la fuerza de la ley, que aún no había sido promulgada. Sigue diciendo san Pablo: “con todo, reinó la muerte desde Adán hasta Moisés, aún sobre aquellos que no pecaron con una trasgresión semejante a la de Adán, el cual es figura del que había de venir” (Cf. Rm 5,14). San Pablo señala dos tipos de trasgresiones que pueden relacionarse con dos tipos de situaciones distintas, siendo Adán el que por una acción extraordinaria de DIOS fue puesto en un ámbito privilegiado para vivir y desarrollarse en perfección y santidad. Adán en su estado de perfección era figura “del que había de venir”, JESUCRISTO. Adán es tomado de la tierra a la que después volverá (Cf. Gen 2,7; 3,19). Tras del pecado Adán retorna a su caducidad: “con el sudor de tu frente comerás el pan, hasta que vuelvas al suelo del que fuiste tomado, porque eres polvo y al polvo tornarás” (Cf. Gen 3,19). El jardín del Edén fue un paréntesis dentro de la vida de Adán y Eva. En el jardín del Edén, DIOS plantó árboles deliciosos para comer (Cf.  Gen 2,9), y en medio del jardín el árbol de la Vida y el árbol de la ciencia del bien y del mal. Un jardín muy especial con agua abundante, metales nobles y piedras preciosas: oro, bedelio y ónice. El hombre tenía un trabajo creativo por delante, labrando y cuidando el jardín del Edén (Cf. Gen 2,15). Un solo mandamiento, o precepto, impone DIOS al Hombre: no comer del árbol de la ciencia del bien y del mal, pues de lo contrario moriría (Cf.  Gen 2,17); pero de todos los otros árboles le estaba permitido comer. En el jardín del Edén, siendo muy especial, sin embargo el hombre estaba solo y la soledad no es buena, dice el SEÑOR (Cf. Gen 2,18). Del barro, como el hombre, DIOS pensó en hacer “una ayuda adecuada” para él y formó las distintas especies de animales, y el hombre les puso nombre, pero ninguno de ellos era “la ayuda adecuada” (Cf. Gen 2,20). La perfección de la naturaleza, su equilibrio y armonía no eran la solución a la soledad del hombre; entonces, DIOS tras infundir un profundo sueño, toma una costilla del propio Adán y forma a Eva, que la presenta a Adán, que exclamó: “ésta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne” (Cf. Gen 2,23). El jardín del Edén o Paraíso se completa cuando DIOS crea a la mujer. Todo alrededor de Adán y Eva se mueve en estado de perfección, y ellos mismos se podían contemplar desnudos, sin vergüenza ni reproches (Cf. Gen 2,25). Con el pecado de Adán y Eva desaparece el jardín del Edén y se establece un régimen nuevo de vida y una promesa para el futuro: “enemistad pondré entre ti y la MUJER, entre tu linaje y su linaje, ÉL te pisará la cabeza, mientras tú acechas su calcañar” (Cf. Gen 3,15). El Jardín del Edén había sido un lugar de excepción en todos los aspectos, y ahora, después del pecado, el hombre es devuelto al lugar del que había salido: “lo echó DIOS del jardín de Edén, para que labrase el suelo del que había sido tomado” (Cf. Gen 3,23). Las condiciones del nuevo lugar distan bastante de las que disfrutaban en el jardín del Edén, pero aún expulsado el hombre es redimible, y la promesa por parte de DIOS fue pronunciada. Este segundo relato de la Creación señala que Adán y Eva comienzan a tener hijos a partir del momento que son expulsados del jardín del Edén, y DIOS bendice su unión: dice Eva, “he tenido un hijo con el favor de YAHVEH” (Cf. Gen 4,1b). La envidia entre los dos hermanos nacidos de Adán y Eva, convierte a Abel en víctima mortal de Caín, que teme ser represaliado por aquel asesinato (Cf. Gen 4,14). El relato bíblico da por hecho que la tierra estaba habitada y Caín podía encontrarse con quienes le infringieran la ley de la venganza: ”dijo YAHVEH, quien quiera que mate a Caín lo pagará siete veces” (Cf. Gen 4,15). Después del fratricidio, Caín se estableció en el país de Nod al oriente de Edén (Cf. Gen 4,16). La tierra estaba poblada y Caín se estabiliza con su mujer y nace Henoc de su unión (Cf. Gen 4,17). Se entiende que Caín no tiene por esposa a ninguna hermana suya, sino que pertenece a otro grupo familiar. Si Caín podía ser vengado por otros, necesariamente había población con un origen distinto de la descendencia de Adán y Eva. San Pablo, por tanto, acierta al decir el pecado estaba extendido en el mundo, que todos los hombres cometen pecado, pero el pecado de Adán y Eva tuvo una características especiales, porque sus condiciones también lo eran. Teniendo en cuenta lo comentado hasta aquí, se puede proponer una hipótesis: ¿representaban Adán y Eva un proyecto de humanidad regenerada, que viviendo en aquel estado de Gracia pudieran evitar el lastre del pecado, la enfermedad, el sufrimiento y la muerte, y dar paso sin traumas a una bienaventuranza eterna? La respuesta afirmativa se encuentra apoyada al decir san Pablo, que Adán es figura de JESUCRISTO: “Adán es figura del que había de venir, JESUCRISTO” (Cf. Rm 514b). DIOS pone a Adán y Eva en el jardín del Edén para llevar adelante un proyecto, que se frustra. El primer Adán se queda en la carne y el pecado obliga a establecer nuevas condiciones para llevar a cabo la venida del segundo Adán, JESUCRISTO; y “donde abundó el pecado, sobreabundó la Gracia” (Cf. Rm 5,21). El jardín del Edén es una gracia malograda, que el hombre desperdició. La mujer, Eva, fue dada como “la ayuda adecuada” dentro del estado de gracia del jardín del Edén. En medio de un mundo hostil, DIOS hará surgir a la “llena de Gracia”, MARÍA, para que sea “la ayuda adecuada” en el plan de la Redención.

La cuestión es inevitable

No nos gusta hablar del pecado, y resulta comprensible porque supone aceptar la propia responsabilidad en acciones que han producido un daño, al vulnerar la Voluntad de DIOS. La Biblia aborda el hecho del pecado a partir del tercer capítulo del Génesis, después de hablarnos de la Creación. Varios cientos de años preparando la venida del MESÍAS, en medio de acciones extraordinarias y fracasos o tergiversaciones de los preceptos dados por el SEÑOR. La victoria está en JESÚS que es el HIJO de DIOS nacido de la VIRGEN MARÍA, preservada del pecado original y de cualquier pecado personal. La Redención viene a liberar al reo, pues el pecado encadena, esclaviza, encierra en oscuridad y tinieblas, borra el sentido de la vida, implanta el hastío en el corazón, sumerge en la ciénaga de la morbosidad, se alimenta del endurecimiento del corazón, desprecia la bondad; el pecado que lleva a la desesperación elimina la vida humana. El pecado existe, afecta negativamente al hombre particular y a la sociedad en su conjunto. La alternativa al pecado es JESUCRISTO, que entró en el mundo por la vía de la perfecta obediencia al PADRE, y lo hizo en el instante de la Encarnación en las entrañas de la VIRGEN MARÍA, que hoy festejamos como la INMACULADA. ELLA fue la perfecta humanidad que encontró el HIJO de DIOS cuando entró en este mundo, para redimirnos, y llevarnos al PADRE como hijos de DIOS.

Génesis 3,9-15.20

“YAHVEH, DIOS, llamó al hombre y le dijo: ¿dónde estás? Éste le contestó: te oí andar por el  jardín, y tuve miedo, porque estoy desnudo, por eso me escondí” (v.9-10). A pesar del pecado que habían cometido Adán y Eva, DIOS llama al hombre; y nos da a entender que el hombre aún en medio del pecado era salvable. El veneno que había llegado a su corazón tenía unos efectos poco previsibles. El “morirás sin remedio” era un hecho incontrovertible, pero esa muerte iría llegando con una cierta gradualidad. Algo de bueno quedaba en el corazón del hombre, que lo hacía susceptible de ser redimido, pero el daño producido puede ser evaluado por los bienes espirituales perdidos. Muchos árboles estaban plantados en el jardín del Edén, y cada uno de ellos representaba un tipo de bien espiritual, gracia, don o carisma. Todo aquello queda prácticamente perdido y la concupiscencia se instalará en el interior como factor perturbador y corruptor de intenciones, pensamientos, sentimientos, emociones o deseos. La muerte y el odio llegó al corazón del hombre en estado puro. La mirada del hombre se vuelve torva, violenta y con dobleces, perdiendo su inocencia y simplicidad: “estoy desnudo, y por eso me escondí”. Antes su interioridad y toda su persona reflejaba sin sombras la belleza espiritual. Aquel halo de envoltura divina se perdió y apareció la desnudez de la carne, que no se deseaba mostrar ni siquiera a DIOS. Pero el desastre espiritual cuenta con otros elementos explosivos, y entre ellos está el miedo a DIOS: “oí tus pasos por el jardín, tuve miedo porque estaba desnudo y me escondí”. El entendimiento y familiaridad con DIOS se rompió y en su lugar aparece el miedo, que de muchas formas irá complicando la vida espiritual de los hombres. El miedo espiritual a DIOS distorsiona de forma notable el verdadero rostro de DIOS propuesto por las Escrituras. Hacernos con una imagen ajustada sobre DIOS es una tarea que lleva la búsqueda de toda una vida, pero no podemos dejar de pretender un objetivo más bajo.

El hombre da un rodeo

“El SEÑOR preguntó: ¿quién te ha hecho ver que estabas desnudo? ¿Has comido a caso del árbol del que te prohibí comer? (v.11). Las cosas han cambiado y la cercanía que tenían Adán y Eva se había perdido:”estaban desnudos los dos y no sentían vergüenza” (Cf. Gen 2,25). Después del pecado el significado del cuerpo cambia y se siente que hay partes que deben ser protegidas u ocultadas a las miradas ajenas, dado que la mirada es un modo de contacto. A renglón seguido de haber comido del árbol de la ciencia del bien y del mal ¡se les abrieron los ojos y se dieron cuenta que estaban desnudos, y cosiendo hojas de higuera se hicieron unos ceñidores” (v.7). El pudor como virtud preserva la intimidad corporal de las miradas furtivas, que desean algo de otro, pues sin embargo se desea entregar en exclusividad a uno distinto del observador furtivo. Tal entrega encuentra en el matrimonio el ámbito conveniente para sanar las heridas de una concupiscencia desordenada.

La culpa es de otro

“Dijo el hombre: la mujer que me diste por compañera me dio del árbol y comí. Dijo YAHVEH DIOS a la mujer: ¿por qué lo has hecho? Dijo la mujer: la serpiente me sedujo y comí” (v.12-13). La serpiente seduce a la mujer, y ésta seduce al hombre para comer del árbol prohibido. Unos versículos más arriba se cuenta como es percibido el fruto prohibido por Eva: “como viese la mujer que el árbol era bueno para comer, apetecible a la vista y excelente para obtener sabiduría, tomó de su fruto y comió; y dio también a su marido, que también comió” (v.6). La apreciación de los sentidos se pone en el primer plano: “el árbol era apetecible a la vista”. Faltó discernimiento y se dejaron arrastrar por las primeras impresiones que informan a los sentidos y a la emotividad. El fruto era bueno para comer, pero había otros muchos árboles para comer, sin ser aquel que estaba prohibido. La curiosidad volvía más atrayente el fruto del árbol prohibido, y se fueron cargando de falsas razones. Aquel fruto podía ser la fuente de fuertes experiencias, pues daba la impresión de proporcionar una nueva sabiduría como sugería la serpiente. El fruto de aquel árbol es presentado y valorado después de haber mantenido un diálogo tramposo con la serpiente, “la más astuta de todos los animales”. La serpiente manejó con maestría el resorte de las percepciones distorsionadas, sentimientos y emociones, para vulnerar el precepto de DIOS, que debería permanecer inamovible. Estos versículos tienen una actualidad desconcertante: se dice hoy que se es lo que cada uno se siente o autopercibe, se legislan sentimientos que dicen de odio, y hacen programas políticos y sociales para el empoderamiento. Los demás tienen obligación de corresponder con tus sentimientos, aunque no hubiesen sido manifestados: si uno se siente Manuela y alguien lo saluda como Pepe, porque esa es la apariencia externa, éste puede ser sancionado. El relativismo entre el bien y el mal muestra su verdadero rostro cuando se absolutiza y convierte en dictadura o tiranía. La ambigüedad entre el bien y el mal se hace falsa ciencia y es interiorizada por el individuo convirtiéndose en su propia referencia ética o moral y ya prescinde de DIOS, porque el sujeto se hace norma de sí mismo.

Sentencia a la serpiente

“YAHVEH dijo a la serpiente: por haber hecho esto, maldita seas entre todas las bestias y todos los animales del campo; sobre tu vientre caminarás, y comerás polvo todos los días de tu vida” (v.14). El gran dragón, llamado también satanás, es la serpiente primordial que fue arrojada a la tierra para perseguir a los hombres (Cf. Ap 12,9). JESÚS afirma que sobre satanás pesa ya la condena: “el príncipe de este mundo está ya condenado” (Cf. Jn 16,11); y el Apocalipsis en sus páginas finales afirma que el gran dragón, diablo, satanás o serpiente primordial será arrojado al lago de fuego (Cf. Ap 20,10). Unos mil años antes de JESUCRISTO el autor yavista, que escribió el segundo relato de la Creación, planteó los términos en los que se desenvolvería el drama del hombre y la humanidad en su conjunto. La “guerra eterna” entre satanás y los planes de DIOS se había trasladado a nuestro mundo y nosotros los hombres somos la principal pieza a batir por los poderes demoniacos, aún cuando pesa la sentencia sobre ellas. La serpiente quiere ver a la mayor parte posible de seres humanos arrastrándose y mordiendo el detritus de la miseria. La ruina moral y espiritual de los hombres es la victoria de la serpiente o satanás.

El hombre tomará partido

“Enemistad pondré entre ti y la MUJER, entre su linaje y el tuyo. El linaje de la MUJER te pisará la cabeza cuando tú intentes morder su calcañar” (v.15). Eva, la madre de los vivientes, se redimirá en gran medida por la maternidad, pues entre luces y sombras aparecerá en el futuro quien pueda pisar la cabeza de la serpiente primordial. En los planes de DIOS está la nueva Eva, como llaman los santos padres a la VIRGEN MARÍA, y de ELLA nacerá el verdadero MESÍAS, que además de hombre es DIOS. Ningún hombre puede erradicar el poder de satanás del corazón de los hombres y su influencia en medio del mundo. Dice la Biblia en distintos lugares que “DIOS tiene Misericordia por mil generaciones correspondiendo a los que son fieles y guardan su Alianza” (Cf. Ex 20,6; Dt 7,9; Jr 31,3). Mil generaciones es una forma de decir, que DIOS se mostrará siempre Misericordioso. Haciendo un cómputo literal de la frase obtenemos que DIOS extiende su Divina Misericordia durante cuarenta mil años por la intervención o intercesión de un justo que se adhiere a sus mandatos. Una de las notas que acompañan a la Divina Misericordia es la paciencia: “la paciencia de DIOS es nuestra salvación” (Cf. 2Pe 3,15). Nuestros tiempos particulares son insignificantes dentro del conjunto, pero para el SEÑOR ninguno es indiferente. Cientos de millones de personas y miles de años transcurridos, y todos colaborando sabiéndolo o no a la realización del Plan de DIOS. Nadie se queda al margen para desempeñar su papel en el gran drama que vive la humanidad en cada tiempo y época. La batalla es fundamentalmente espiritual y debemos afinar las cuerdas de nuestra alma para una oración confiada y una adoración a DIOS sin reservas.

El tiempo de la Gracia

En la santísima VIRGEN MARÍA se realizan especialmente aquellas palabras de Isaías: “lo acompaña el salario y la recompensa lo precede” (Cf. Is 40,10). Nadie lo supo, porque DIOS actuó con Poder en el mayor de los sigilos, pero la recién concebida en el seno de santa Ana, MARÍA, aparece en este mundo como INMACULADA. La Gracia de DIOS llena cada una de sus células y todas las fibras de su alma respiran santidad. DIOS anticipa la acción del REDENTOR y paga las cuentas, si estuvieran pendientes, con esa línea fiel de la humanidad, que ha sido siempre un resto. En realidad este “resto” no pide otra cosa que su DIOS se manifieste; pues el “resto” no quiere dejar de serlo. DIOS encuentra a MARÍA a la que puede “llenar de Gracia”, preparándola para una maternidad única por los siglos y la eternidad. Nunca más la Segunda Persona de la TRINIDAD volverá a encarnarse. Somos importantes porque DIOS ha elevado nuestra dignidad, haciéndose uno de nosotros. Porque fue de verdad y no una apariencia, nunca más se volverá a repetir. Para este hecho singular, DIOS contó con la INMACULADA, porque el SANTO debía entrar en una humanidad afín a su condición divina. El Ángel Gabriel no fingió o exageró cuando saludó a MARÍA, “llena de Gracia”.

La cosa empezó en Galilea

“Al sexto mes fue, el Ángel Gabriel, enviado por DIOS a una ciudad llamada Nazaret; a una VIRGEN desposada con un hombre llamado José de la estirpe de David. La VIRGEN se llamaba MARÍA” (Cf. Lc 1,26-27). Tenía razón san Pedro cuando en casa de Cornelio, el centurión de Cesaréa marítima, declara que todo lo que estaban viviendo había dado comienzo en Galilea cuando el HIJO de DIOS se manifestó. Ahora estamos en la fase oculta de la plenitud de los tiempos, pues la Encarnación requiere privacidad. DIOS no tiene prisa, aunque sea el SEÑOR de los tiempos. San Lucas establece un preámbulo en el anuncio y nacimiento de Juan Bautista. Al sexto mes de haber concebido Isabel en su ancianidad, viene el Mensajero Divino a un pueblo que no contaba para nada en las previsiones mesiánicas: el Ángel Gabriel viene a Nazaret. Isaías también anuncia el momento de los tiempos mesiánicos, pero fijará la mirada en la Jerusalén: “al final de los días estará firme el monte de la Casa del SEÑOR…, de las espadas forjarán arados, de las lanzas, podaderas, no se alzará pueblo contra pueblo, no se adiestrarán para la guerra” (Cf. Is 2,2-4). Lo mismo que Jeremías prevé un tiempo en el que los hombres harán una alianza con el SEÑOR, que les permitirá vivir una  presencia interior especial: “no tendrá que enseñar el uno a su hermano, conoce al SEÑOR, pues todos lo conocerán” (Cf. Jr 31,34). Los tiempos mesiánicos se inician en la Encarnación, que DIOS lleva a cabo en el seno de la VIRGEN MARÍA: “llegada la plenitud de los tiempos, el HIJO de DIOS nació de MUJER estando bajo la Ley, para rescatar a todos los que estábamos bajo la Ley” (Cf. Gal 4,4). Se cumple el deseo del tercer Isaías: “ojalá rasgases el Cielo y bajases….” (Cf. Is 64,1).

Único caso

“Entrando el Ángel en su presencia le dijo: alégrate MARÍA, llena de Gracia, el SEÑOR está contigo” (v.28). El jardín del Edén se había perdido, y la condición humana retorno a un estado de gran postración espiritual. MARÍA se ve heredera de una corriente de Gracia que parte de Abraham y llega hasta ELLA misma de forma extraordinaria: “auxilia a Israel su siervo, acordándose de la Misericordia, como lo había prometido a Abraham y su descendencia por  siempre” (Cf. Lc 1,54-55). En la Historia de la Salvación el tiempo y la Gracia de DIOS fueron jugando a nuestro favor, a lo largo de los siglos aunque el paso del tiempo contase con sucesos dramáticos. En esta visita del Ángel para acordar la Encarnación, se pone de manifiesto que la LLENA de GRACIA está destinada para ser la MADRE del HIJO de DIOS. En el estado de Gracia originario, la presencia de Eva era la “ayuda adecuada” para Adán con el fin de caminar ambos en la Divina voluntad. MARÍA, la Nueva Eva, en el tiempo de la Gracia para la Redención es la persona imprescindible para hacer posible la Encarnación.

El asombro de MARÍA

“ELLA se conturbó por estas palabras, y se preguntó qué saludo era aquel” (v.29). Las apariciones de los Ángeles suelen transmitir una atmósfera de santidad que produce sobrecogimiento en quienes las reciben. Las palabras del Ángel no son ajenas a su propia presencia, pues su mensaje participa de la unción dada por el ESPÍRITU SANTO. Con todo, se puede pensar que la reacción de MARÍA muestra una cierta familiaridad con las apariciones angélicas. Tal  es el caso de santa Gema Galgani, san Pío de Pietrelcina o la beata Mónica de JESÚS, agustina de Úbeda, Jaén. Ninguna de estas personas bienaventuradas se puede comparar con el estado de perfección que la Gracia había realizado en MARÍA, pero el Ángel Gabriel tenía que imprimir en el alma de la VIRGEN la importancia capital de encuentro. San Gabriel estaba anunciando la llegada del gran REY y ELLA era su trono. Estaba a punto de producirse algo que los propios Ángeles continúan sin entender: el CREADOR estaba a pocos instantes de hacerse criatura. El gozo inefable era compatible con la seriedad del momento, pero sólo un alma bien preparada podía estar a la altura del acontecimiento.

Palabras tranquilizadoras

“No temas MARÍA, porque has hallado Gracia delante de DIOS…”(v.30ª). Este encuentro del Ángel Gabriel con MARÍA se mueve en la fase espiritual de la consolación. La santidad del Ángel que acentúa la perfección y la trascendencia, no es incompatible con la trasmisión de fortaleza, confianza y alegría profunda. El Ángel Gabriel viene a decirle a MARÍA lo que DIOS quiere de ELLA, y lo hace sin circunloquios. El Ángel sustituye los matices de la diplomacia por la simplicidad de lo que DIOS quiere y lo dice sin rodeos: “vas a concebir en tu seno y vas a dar a luz un HIJO, a quien pondrás por Nombre, JESÚS” (v.31). Adán y Eva no tuvieron hijos en su estado de Gracia en el Jardín del Edén. Cuando fueron expulsados nació Caín y después Abel, y conocemos algo de lo que ocurrió. MARÍA encontró Gracia delante de DIOS, ELLA es el nuevo Jardín del Edén, por permanecer en la Gracia, en la santidad con que la DIOS preservó del pecado original y de todo pecado. Por su condición inmaculada, MARÍA va a concebir el HIJO y lo dará a luz, poniéndole cuando nazca el Nombre que salva a todos los hombres: JESÚS. ¿Cuántas veces, en el tiempo de embarazo, llamaría la VIRGEN a su HIJO, que se estaba gestando en su seno, JESÚS?

De la Casa de David

“ÉL será grande, y será llamado HIJO del ALTÍSIMO; y el SEÑOR DIOS le dará el trono de David su padre; reinará sobre la Casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin” (v.32-33). La monarquía había tenido más oscuridades que luces en los mil años que separaban el reinado de David de la aparición del MESÍAS; y ahora la VIRGEN recibe el anuncio que relaciona al HIJO que va a dar a luz como descendiente del linaje de David. JESÚS será el REY de reyes y el SEÑOR de señores (Cf. Ap 19,16), porque su señorío es ejercido sobre todo poder extraño a DIOS mismo. Este REY no aspira a ceñir la corona de poder alguno en este mundo. El señorío del REY que va a nacer está orientado a preservar todo lo bueno dado en la Creación, anulando los efectos de la muerte y el pecado, que van contra ella. El REY de reyes nacerá y los pastores (Cf. Lc 2,8ss), representando a los más humildes lo reconocerán y adorarán.

Pregunta responsable

“MARÍA respondió al Ángel, ¿cómo será esto, pues no conozco varón? (v. 34). MARÍA acepta las palabras del Ángel, pero pregunta al parecerle que debe modificar sus propios planes. La pregunta y actitud de MARÍA es distinta de la formulada por Zacarías, que pide una señal para asegurarse de que aquello es verdad y se va a cumplir (Cf. Lc 1,18).

El Espíritu Santo

“El Ángel respondió: el ESPÍRITU SANTO vendrá sobre ti, y el Poder del ALTÍSIMO te cubrirá con su sombra, por eso el que va a nacer será SANTO y será llamado HIJO de DIOS” (v.35). El RUAH de DIOS hace nuevas todas las cosas como en el origen (Cf. Gen 1,1). El ESPÍRITU SANTO prepara en el seno de la VIRGEN la Nueva Humanidad, perfectamente santa, a la que se unirá el VERBO de DIOS, que coexiste con el PADRE desde siempre, en perfecta comunión (Cf. Jn 1,1) La razón de la Inmaculada Concepción de MARÍA tiene en este punto el principal motivo: la preparación para ser la MADRE del HIJO de DIOS. Un día JESÚS dirá, haciendo la lectura de Isaías, “el ESPÍRITU del SEÑOR está sobre MÍ, porque me ha ungido…” (Cf. Lc 4,18). Una nueva presencia de DIOS en medio del mundo por obra del ESPÍRITU SANTO, y sus frutos se aprecian todavía en la celebración de la Navidad en nuestros días: “amor, alegría, paz… (Cf. Gal 5,23). De forma especial, el evangelio de san Lucas no dejará de señalar como director de toda la obra al ESPÍRITU SANTO. Cuando llegue Pentecostés para la Iglesia, MARÍA ya sabrá de qué se trata.

Sexto mes de embarazo

“Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible para DIOS” (v.36-37). El Ángel da a MARÍA la señal que ELLA no había pedido: Isabel esta embarazada, porque nada es imposible para DIOS. Algo fundamental no se dice de forma explícita, pero se pone en evidencia un poco más adelante: el niño que trae Isabel es el Precursor del MESÍAS, que será la señal para todos de que el MESÍAS está en medio del Pueblo. Juan debe ser santificado por la acción del ESPÍRITU SANTO en el seno de su madre como lo había dicho el Ángel (Cf. Lc 1,15). Éste será el motivo principal del encuentro entre MARÍA e Isabel: llenar del ESPÍRITU SANTO al Bautista en el seno de su madre, por eso un día JESÚS dirá de él, que “no hay uno más grande nacido de mujer, que Juan Bautista” (Cf. Lc 7,28). Los niños de las familias cristianas deberían ser bendecidos en el seno de sus madres durante el embarazo, y de hecho el bendicional oficial contempla esa bendición.

La Sierva del SEÑOR

“Dijo MARÍA: he aquí la esclava del SEÑOR. Hágase en MÍ según tu Palabra. Y el Ángel, dejándola se fue” (v.38) El HIJO de DIOS para hacerse el Siervo de YAHVEH tiene que despojarse de su rango y tomar la condición de esclavo (Cf. Flp 2,6). MARÍA para ser la MADRE acepta en perfecta obediencia. El Siervo de YAHVEH encuentra en MARÍA de Nazaret el ámbito humano adecuado para hacer su morada entre los hombres por un periodo de nueve meses, pero los vínculos filiales y maternos permanecerán por toda la eternidad. La cosa empezó un día en la Galilea cuando MARÍA de Nazaret dijo con una conciencia llena de Gracia: “hágase en MÍ”, y en un momento todos los millones de Ángeles contemplaron algo que no se volverá a repetir. Muchas cosas tendrán que mostrarnos los Ángeles derivadas de la Encarnación, que también les afectaron a ellos directamente, pues para un número importante de ellos, aquella decisión de DIOS era inaceptable y la rebelión se convirtió en enfrentamiento permanente. La descripción del drama dada en el capítulo doce del Apocalipsis continúa el momento de la Encarnación.

San Pablo, carta a los Filipenses 1,4-6,8-11

De forma especial, san Pablo señala en sus cartas la “comunión fraterna” como un objetivo primordial. Los de Filipo son hermanos entrañables, a los que el Apóstol exhorta a permanecer” en un mismo sentir, con un mismo amor, un mismo espíritu, unos mismos sentimientos; no haciendo nada por rivalidad, ni por vanagloria, sino con humildad, considerando cada cual a los demás como superiores a sí mismo…” (Cf. Flp 2,2-4). Sólo unos corazones renovados profundamente por el ESPÍRITU SANTO son capaces de mantener vigentes esos sentimientos, actitudes y virtudes. Con la comunidad de Filipo asistimos a una concreción del Reino de DIOS en medio del mundo. Si tales rasgos de virtud son verificables es que el triunfo de la Gracia es posible en el mundo. La obra es del ESPÍRITU SANTO prometido y dado en el Nombre de JESÚS.

Acción de gracias

“Doy gracias a DIOS cada vez que me acuerdo de vosotros, rogando siempre con gran alegría por todos vosotros, a causa de la colaboración que habéis prestado al Evangelio desde el primer día hasta hoy” (v.3-5). Las comunidades de Filipo ya contaban con una estructura jerárquica cuando san Pablo escribe desde la prisión. Allí estaban los obispos o presbíteros y los diáconos (v.1). Aquellos cristianos habían acogido el Evangelio sin reservas, colaborando en todo lo que contribuyera a su expansión. El Amor de CRISTO, para el Apóstol lo llevaba a Evangelizar, porque de esa forma se contribuía a extender la presencia del Reino de DIOS. En ocasiones san Pablo habla de la preocupación por todas las iglesias (Cf. 2Cor 11,28); sin embargo los cristianos de Filipo son motivo de alegría en el ESPÍRITU, orando por ellos cuando le llega su recuerdo.

Movidos por la Gracia

“Estoy firmemente convencido, que quien inició en vosotros la buena obra, ÉL mismo la llevará a término en el Día de JESUCRISTO” (v.6). En otro lugar nos dirá el Apóstol: “uno es el que planta, otro el que riega, pero es DIOS el que da el crecimiento” (Cf. 1Cor 3,6). La perfección en este mundo está en el paso del tiempo y la Gracia de DIOS. Las circunstancias tienen ese carácter de medio o lugar en el que nos movemos. A veces son aguas procelosas, en otras ocasiones la bonanza nos acompaña, aunque esto último nos parece que escasea. Pero todo ayuda a la hora de conseguir el objetivo que es el encuentro con el SEÑOR. Éste es el deseo ardiente del Apóstol, que se encuentra en un dilema: “estar con CRISTO es con mucho lo mejor, pero piensa que permanecerá todavía entre los hermanos, pues para ellos es necesario” (v.24-25).

El Corazón de CRISTO JESÚS

“Testigo me es DIOS de cuánto os quiero en el Corazón de CRISTO JESÚS” (v.8). San Pablo manifiesta en esta carta con insistencia sus sentimientos de Amor a los hermanos de Filipo, y además ofrece el fundamento o la fuente de los mismos: el Corazón de CRISTO JESÚS. Para unos sentimientos presididos por la Caridad es preciso un largo camino de transformación bajo la guía del ESPÍRITU SANTO. A nosotros nos toca seguir los caminos ordinarios por los que esa renovación interior se verifica; y después queda directamente para el SEÑOR las acciones que están más allá de la propia oración, sacramentos y ayuda fraterna.

La santidad como objetivo

“Lo que pido en mi oración es que vuestro Amor siga creciendo cada vez más en conocimiento perfecto y discernimiento; y de esa forma presentaros puros y sin tacha para el Día de CRISTO” (v.2-9). Las Obras de Misericordia espirituales y corporales constituyen de manera esquemática un verdadero programa de vida cristiana. Es preciso usar el discernimiento para ayudar al que no sabe o consolar al triste. Tampoco se puede irrumpir de forma abrupta si de dar de comer al hambriento se trata, pues no se puede aparecer con tono de superioridad en nada. Llevar con paciencia los defectos propios y de nuestros prójimos también exige algo de reflexión o análisis. Amar en el Corazón de CRISTO no evita la reflexión o la razón, a la que DIOS guarde muchos años, si es posible hasta que ÉL nos recoja.

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