La llamada «Ideología de Género» ha pasado de ser lo que realmente es, una mera idea, para convertirse en los países donde se adopta oficialmente a través de la vía democrática, paradójicamente en una auténtica Dictadura: la «Dictadura de Género».
De tal suerte que, en nombre de la «tolerancia» y la «inclusión», todas aquellas personas que públicamente discrepan de tal ideología, corren el grave riesgo de convertirse auténticamente en reos: los promotores de la Agenda LGBTIQ se sirven de la vía democrática para imponer sanciones, desde económicas hasta penales, contra los que no la comparten.
Uno de los casos más recientes es el de un joven, habitante de Canadá, detenido ya en dos ocasiones por la policía en Ontario.
Se trata de Josh Alexander, estudiante católico que comenzó por protestar el uso de baños escolares por transexuales y lastimar el pudor femenino.
Estando matriculado en una escuela nominalmente católica, Josh observó que la decisión impuesta por funcionarios de tal institución rompía la coherencia cristiana y expresó su inconformidad. Organizó una protesta que fue secundada por otros y ahí empezó el rosario de problemas para él.
Tanto Josh como otros muchos se han mostrado sorprendidos y descorazonados por el hecho de que la institiución educativa se dice católica: «los funcionarios de ella han decidido echar por la venta las enseñanzas bíblicas», afirma.
