* “La verdadera inmortalidad a la que aspiramos no es una idea, un concepto, sino una relación de plena comunión con el Dios vivo”, dijo el Papa emérito.
El Papa Benedicto XVI, fallecido hoy, dejó en la última carta publicada por la Santa Sede, el 8 de febrero de 2022, reflexiones sobre la muerte y la vida eterna.
“Pronto me encontraré ante el último Juez de mi vida. Aunque al recordar mi larga vida pueda haber tantos motivos de espanto y temor, sigo teniendo el corazón contento porque confío firmemente en que el Señor no es sólo un juez justo, sino al mismo tiempo el amigo y hermano que tiene ya sufrió, Él mismo, mis deficiencias y, en consecuencia, es a la vez juez y mi abogado», dijo, en un texto en el que respondió a las acusaciones de mala gestión de casos de abuso sexual, mientras que el arzobispo de Múnich y Freising (Alemania), pidiendo perdón a todas las víctimas de estas situaciones.
“Ser cristiano me da conocimiento, más aún, amistad con el juez de mi vida y me permite cruzar con confianza la puerta oscura de la muerte”, escribió.
En el libro-entrevista “Últimas conversaciones” (2016), de Peter Seewald, Benedicto XVI responde preguntas sobre su forma de afrontar la muerte, preparándose para “pasar el último examen ante Dios”.
“Siempre tengo en mente el hecho de que la vida terminará. Trato de prepararme para ese momento y, sobre todo, de estar presente. En el fondo, lo importante no es imaginar, sino vivir consciente de que toda la vida apunta a un encuentro”, indicó.
Se me hizo cada vez más evidente que Dios mismo no es sólo, digamos, un gobernante poderoso y una autoridad lejana, sino que también es Amor y me ama, y que por lo tanto la vida debe organizarse en torno a él, de esa fuerza llamada Amar».
Al ser cuestionado sobre qué debe colocarse en su lápida, el Papa emérito responde “nada, sólo el nombre”, aunque luego admite que podría incluirse allí su lema episcopal, “colaborador de la verdad”.
Benedicto XVI confirmó que había llegado a la redacción de su “testamento final”, precisando que se trataba de un texto relacionado con sus “bienes” y no con reflexiones teológicas, habiendo pedido que se destruyeran sus escritos personales.
El Papa emérito también se refirió al “miedo” que podía sentir, ante la muerte y su propia “miseria”, ante Dios.
“A pesar de toda la confianza que tengo en que el Dios amoroso no puede abandonarme, cuanto más se acerque alguien a su rostro, más intensamente sentirá cuánto mal ha hecho. Sobre eso, el peso de la culpa siempre pesa sobre alguien, pero la confianza básica siempre está ahí”, dijo.
En otra parte de la entrevista, el antecesor de Francisco señala dimensiones “teológicas” respecto al tema de la vida eterna.
“San Agustín dijo algo que es un gran pensamiento y un gran consuelo. Él interpreta el pasaje de los Salmos ‘buscad siempre su rostro’ como diciendo: esto se aplica ‘siempre’, a toda la eternidad. Dios es tan grande que nunca llegamos a su fin. Él siempre es nuevo. Hay un movimiento perpetuo e infinito de nuevos descubrimientos y nuevas alegrías”, declaró.
“Al mismo tiempo, está el lado muy humano de la cuestión: estoy feliz con la perspectiva de estar de nuevo con mis padres, mis hermanos y amigos, y poder imaginar que será tan bueno como cuando estábamos en casa”, agregó.
En la última Misa que presidió, como Papa, en sufragio de cardenales y obispos (3 de noviembre de 2012), tras la conmemoración de todos los fieles difuntos, Benedicto XVI sostuvo que “los seres humanos de todos los tiempos buscan un rayo de luz”. luz que te hace esperar, que todavía habla de vida.
“¿Cómo respondemos los cristianos a la cuestión de la muerte? Respondemos con fe en Dios, con una mirada de firme esperanza que se fundamenta en la Muerte y Resurrección de Jesucristo. Así la muerte se abre a la vida, a esa vida eterna, que no es una copia infinita del tiempo presente, sino algo completamente nuevo. La fe nos dice que la verdadera inmortalidad a la que aspiramos no es una idea, un concepto, sino una relación de plena comunión con el Dios vivo”, dijo .
La resurrección de Cristo, que la Iglesia católica celebra en la Pascua, fue presentada por el Papa emérito Benedicto XVI en su obra ‘Jesús de Nazaret’ como el elemento decisivo para decidir si “la fe cristiana se mantiene o cae”.
“Si se quita esto, ciertamente todavía se pueden extraer de la tradición cristiana una serie de ideas notables sobre Dios y el hombre, sobre el ser del hombre y su deber de ser (una especie de concepción religiosa del mundo), pero la fe cristiana estará muerto”, apunta, en el libro publicado en 2011.
La obra afirma que la resurrección de Jesús fue “el escape a un tipo de vida totalmente nuevo, a una vida que ya no está sujeta a la ley del morir y del devenir, sino situada más allá de eso, una vida que inauguró una nueva dimensión de ser un hombre».
Para Joseph Ratzinger, “si la resurrección de Jesús fuera sólo una cuestión del milagro de un cadáver reanimado”, en definitiva esto no importaría “en absoluto”.
“Es fundamental el hecho de que, con la resurrección de Jesús, ningún individuo muerto en un momento dado fue revitalizado, sino que hubo un salto ontológico que toca al ser como tal”, señaló también.
Esta pregunta, subrayó, es “el punto decisivo” de su investigación sobre la figura de Jesús.
Ciudad del Vaticano,
Sábado 31 de dciembre de 2022.
Ecclesia.