Tal día como hoy, hace ahora 57 años, Martin Luther King pronunciaba su histórico discurso ante el Capitolio de Washington. El ‘I have a dream’ del reverendo sigue resonando hoy, con fuerza, en un momento en el que la lucha contra el racismo ha vuelto a levantar a las masas. Un llamado en contra de la discriminación racial al que se han sumado los obispos norteamericanos, que han convocado para hoy (o, en su defecto, para el 9 de septiembre) un «día de ayuno y oración».
«Teniendo en cuenta la violencia en Kenosha, Wisconsin, y en otras ciudades del país», dijo en un comunicado el presidente del Comité Ad Hoc contra el Racismo de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos, Shelton J. Fabre de Houma-Thibodaux, quien reafirmó el compromiso de la Iglesia estadounidense en «buscar pacíficamente la justicia racial».
Un faro de esperanza
«Nos solidarizamos con el Arzobispo Jerome E. Listecki de Milwaukee (Minnesotta), quien a principios de esta semana dijo: ‘La violencia nunca puede ser el medio para alcanzar la paz y la justicia'», destaca el comunicado, que apunta que «la Iglesia es un faro de esperanza».
«Los pecados de la violencia, la injusticia, el racismo y el odio deben ser purgados de nuestras comunidades con actos de misericordia, con la protección y el cuidado de la dignidad de cada persona humana, con el respeto al bien común y con una búsqueda inquebrantable de la igualdad y la paz» destacó.
«Reiteramos el valor de aquellos cuya vida y dignidad están marginadas en este país por el racismo, y la necesidad de luchar con ellos, incluidos los no nacidos», apunta la nota, que pide ofrecer la misa y el Rosario «en reparación de los pecados del racismo».
Parafrasesando a Luther King, el obispo invita a «negarnos a creer que el banco de la justicia está en bancarrota». «El sueño del Dr. King, como él mismo dijo, está profundamente arraigado en el sueño americano. No olvidemos el precio que él y tantos valientes testigos de todas las creencias y credos pagaron para traernos a este momento», culminó el prelado.
«El sueño del Dr. King, como él mismo dijo, está profundamente arraigado en el sueño americano. No olvidemos el precio que él y tantos valientes testigos de todas las creencias y credos pagaron para traernos a este momento»
Con información de Religión Digital/Jesús Bastante