* Las últimas declaraciones del Papa Francisco (o mejor dicho de Jorge Mario Bergoglio) sobre el infierno han vuelto a traer cola.
«No es un dogma, solo mi opinión: me gusta pensar que el infierno esté vacío. Espero que lo esté”, dijo Bergoglio entrevistado por Fabio Fazio en el popular programa nocturno «Che tempo che fa» del canal de televisión italiano Nove.
Se trata de una opinión más del Pontífice hablando a título personal que ha propiciado una cascada de comentarios sobre la peculiar opinión o ilusión del Papa.
Francisco vuelve a contradecir a Benedicto XVI quien en 2008 durante un encuentro mantenido con párrocos romanos con motivo del inicio de la Cuaresma, advirtió a los fieles: la salvación no es inmediata ni llegará para todos, por eso quiso destacar la posibilidad real de ir al infierno.
“El infierno del que se habla poco en este tiempo, existe y es eterno”, y agregó que no está vacío.
«Hoy se ha tornado habitual pensar: ‘¿qué es el pecado? Dios es grande, nos conoce, en consecuencia el pecado no cuenta, al final Dios será bueno con todos’. Ésta es una bella esperanza, pero existe la justicia y existe la culpa verdadera. Los que han destruido al hombre y a la tierra no pueden sentarse imprevistamente en la mesa de Dios, junto con sus víctimas», dijo Benedicto XVI.
Las visiones de muchos santos
No son pocos los testimonios de algunos santos que han hablado sobre el infierno. Por ejemplo, Santa Faustina, una gran santa del siglo XIX, dijo acerca de una sus visiones:
“Lo que he escrito no es más que una pálida sombra de las cosas que vi. Pero me di cuenta de una cosa: que la mayoría de las almas que hay no creían que hubiera un infierno. ¡Cuán terriblemente sufren las almas allí! En consecuencia, pido aún más fervientemente por la conversión de los pecadores».
La Beata Ana Catalina Emmerich relató de la siguiente manera sus visiones sobre el infierno:
«Gemidos profundos y gritos de desesperación pueden distinguirse claramente incluso cuando las puertas estaban bien cerradas; pero, ¡Quién puede describir los gritos y chillidos que estallaron uando se soltaron los tornillos terribles y las puertas se abrieron!; y, oh, ¡quién puede describir el aspecto melancólico de los habitantes de este lugar miserable! […]»
También a san Juan Bosco Dios le permitió ver en sueños el lugar de la condenación eterna:
«Delante de mí pude ver algo así como una inmensa cueva que desapareció gradualmente en huecos hundidos profundamente en las entrañas de la montaña. Todos estaban en llamas, pero el suyo no era un fuego terrenal con lenguas de fuego, sino que toda la cueva – paredes, techo, piso, hierro, piedras, madera y carbón – todo era un blanco resplandeciente a temperaturas de miles de grados. Sin embargo, el fuego no se incineraba, no se consumía. Yo simplemente no puedo encontrar palabras para describir el horror de la caverna».
Por su parte, sor Lucía de Fátima una de las tres pastorcitas relató como, por desgracia, el infierno sí que está habitado:
«Estos últimos eran como brasas transparentes en llamas, todos de bronce ennegrecido o bruñido, que tienen formas humanas. Ellos estaban flotando alrededor de un incendio, siendo elevadas en el aire por las llamas que de ellas mismas salían, juntamente con nubes de humo. Luego, ellos se replegaron por todos lados como las chispas producidas en los grandes incendios, sin peso ni equilibrio, entre gritos y gemidos de dolor y desesperación, que nos horrorizaron y nos hicieron temblar de miedo».
¿Para qué sirven los sacramentos?
Quien en el año 2021 abordó con gran acierto la pregunta de si el infierno está vacío, fue el sacerdote argentino Eduardo María Volpacchio.
En un artículo publicado en su blog se pregunta
«¿para qué Dios se hizo hombre y murió en la cruz? Si el infierno está vacío no habría de qué salvar al hombre. ¿Qué necesidad habría de amar a Dios si todo es lo mismo? ¿Qué consecuencias tendría amarlo o no amarlo?»
Este sacerdote hace hincapié en que «nadie ha tenido ninguna visión del infierno en la que lo haya visto vacío; ni ha habido ningún santo que haya declarado haber tenido una experiencia mística o aparición del Señor, la Virgen, ángeles o santos afirmando esto. Por el contrario, todas las personas que han tenido visiones sobrenaturales del infierno, han visto lo contrario: han visto condenados en él».
Volpacchino lamenta que «en caso de no estar vacío y existir la posibilidad de acabar en él, expone a quienes viven alegremente su teórica imposibilidad de ir al infierno a efectivamente acabar en él». Además, señala que «si los pecados no tienen consecuencias, ¿para qué evitar lo que me gusta o me conviene aunque contraríe la ley de Dios…?»
Por ello, Eduardo María subraya que «haría casi absurdo el martirio: ¿por qué preferir la muerte antes que pecar, si el pecado no tiene consecuencias?»
«Si el infierno está vació, si todos se salvan… ¿para qué empeñarse en difundir la fe? Porque en ese caso no la necesitarían para salvarse. Sería un esfuerzo casi superfluo, y obviamente no justificaría gastar energías, sacrificios, medios económicos, exponerse al martirio, etc», agrega.
¿Para qué entonces el sacramento de la confesión?
¿existe entonces el pecado?
¿existe la gracia de Dios?
La misericordia de Dios es infinita, pero ¿dónde queda la libertad del hombre para amar o no a Dios o arrepentirse de sus pecados?
¿Para qué nos dejo Dios 10 mandamientos?
Son preguntas que surgen tras la controvertida opinión de Bergoglio sobre el infierno.
MARTES 16 DE ENERO DE 2024.
INFOVATICANA.