Es por la vida

Editorial ACN Nº 38

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Las actuales manifestaciones de la cultura del descarte han impreso una huella con profundas consecuencias en la historia de la humanidad. Como nunca, el relativismo y el resquebrajamiento de los principios rectores que son eje de lacultura están en entredicho, sofocando su vigencia, para ponerlos al criterio de la opinión subjetiva, marcada por profundas diferencias ideológicas. En el fondo, el criterio de verdad es según la “forma y color” del cristal como se observan las cosas, un poliedro que implica descomposición de la luz según las interpretaciones, gustos e imposiciones.

En este tenor, la vida es de los fenómenos más ensalzados, pero, a la vez, pasados por el subjetivismo. El Papa emérito Benedicto XVI, sin duda unos de los pensadores más preclaros sobre la dignidad de la vida, naturaleza humana y su destino, ha dicho que nuestro tiempo es peligroso por el “uso instrumental de la ciencia, con la inevitable consecuencia de caer fácilmente en el libre arbitrio, en la discriminación y en el interés económico del más fuerte”. Con razón afirma que la cultura actual asiste a un eclipse del sentido de la vida, “en el cual se ha atenuado mucho la percepción común de la gravedad moral del aborto y de otras formas de atentados contra la vida humana”.

Efectivamente, algunos han calificado al aborto como de los más graves crímenes, diluyendo sus consecuencias. En México, la legalización del aborto prosigue y parece rampante sostenido por las ideologías feministas y de los supuestos derechos reproductivos. Las tendencias a recurrir al aborto crecen y algunos estudios afirman que el estimado de mujeres que lo han practicado se ha incrementado hasta en 64 por ciento. Desde abril de 2007 hasta agosto de 2022, en la Ciudad de México, se han realizaron 252,760 abortos y no hay cifras precisas de otros estados en los que se tolera hasta las 12 semanas de gestación.

Para los defensores del derecho a la vida, las cifras no les son desconocidas e, incluso, afirman, se trata de un verdadero genocidio, gradual, oculto y legal. Y los números seguirán incrementando mientras se prefiera la cultura del descarte. Hoy, se exploran las vías para hacer del aborto un derecho de las mujeres e introducirlo como legal en las normas federales. Parecería una causa perdida.

Sin embargo, este 9 de octubre, la ciudadanía organizada marchará pacíficamente por dos causas que están bajo el ataque de enemigos implacables. Una, resaltar la dignidad y valor de la vida humana desde su concepción hasta la muerte no inducida. Segundo, por las mujeres. En un país donde la violencia parece cobrar cauces normales, no se puede dejar de lado que este sector de la población mexicana está bajo franco riesgo. Como las del aborto, las cifras son espeluznantes. Hasta mayo de 2022, 12 mil 897 mujeres fueron asesinadas durante el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador. Hay una mujer asesinada cada 10 minutos. Por otro lado, de enero a agosto de 2022 se registraron 2 mil 70 casos de mujeres desaparecidas y no localizadas en México, es decir, siete mujeres desaparecen diariamente.

Salir a la calle para marchar en favor de la mujer y la vida tiene causas legítimas que nos involucran a todos. Lo mejor es que sea una marcha ciudadana y hecha por ciudadanos donde la voracidad y oportunismos políticos saquen las manos, debido a la decepción que muchos tienen acerca del papel de quienes nos dicen representar. 

La marcha es un signo de paz, de fiesta, a la vez, una señal de que son más quienes quieren otra forma de llevar el país. No más abortos, no más mujeres asesinadas ni empujadas a abortar. Esto lleva a un cambio de mentalidad personal para apreciar la dignidad de la vida, de la persona y el respeto a las mujeres. No se puede ser católico o creyente maltratando a los demás.  Como bien afirma el Papa emérito Benedicto XVI: “La fe católica es, por lo tanto, razonable y nutre confianza también en la razón humana”. Y en esta marcha, hombres y mujeres de buena voluntad saldrán a una manifestación pacífica para decir a todo el mundo: “Es por nosotros, es por la vida”.

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