¿Será León XIV Patriarca de Occidente? ¿Qué significa esto para la Iglesia Romana y para las relaciones ecuménicas con la Ortodoxia?
Entre los títulos tradicionales que ostenta el Papa está el de «Patriarca de Occidente», que se remonta a los primeros siglos del cristianismo. Este título fue abandonado por Benedicto XVI en 2006, pero, a instancias del Papa Francisco, curiosamente, reapareció en el Anuario Papal de 2024. ¿Cuál es el significado de este cambio?
El padre Adriano Garuti (1938-2008), teólogo franciscano cercano a Benedicto XVI, dedicó un estudio a este término (Patriarca de Occidente: Historia y actualidad, Edizioni Studio Domenicano, Bolonia 2007), rastreando sus orígenes históricos.
- El título de Patriarca de Occidente fue adoptado por el Papa Teodoro I en 642 y entró oficialmente en los Anales Papales en 1863, bajo el Papa Pío IX, para enfatizar el papel que el Vicario de Cristo ejerce sobre la Iglesia latina.
- Pero Roma siempre ha afirmado su jurisdicción sobre toda la Iglesia, tanto occidental como oriental.
- Los ortodoxos, por el contrario, después del cisma de 1054, niegan la primacía romana y afirman que en el primer milenio el obispo de Roma era sólo uno de los cinco patriarcas, junto con los patriarcas de Constantinopla, Alejandría, Antioquía y Jerusalén.
Según la visión ortodoxa, los patriarcados de Occidente y Oriente formaban juntos la llamada «pentarquía», dentro de la cual el obispo de Roma era considerado sólo primus inter pares.
La eliminación del título de Patriarca de Occidente en 2006 fue interpretada por los cristianos ortodoxos como una afirmación de las reivindicaciones de la Iglesia Católica a la jurisdicción universal, que ellos rechazan.
El representante de la Iglesia Ortodoxa Rusa ante las instituciones europeas, Hilarión Alfeev, actual Metropolitano de Budapest, afirmó que Benedicto XVI habría hecho mejor en eliminar del Anuario Papal no el título de patriarca de Occidente, sino los que se refieren a su primado.
Los ortodoxos pueden aceptar los títulos de Obispo de Roma, Arzobispo Metropolitano de la Provincia Romana, Primado de Italia y Patriarca de Occidente, pero, añadió, “los títulos más inadmisibles, incluso escandalosos, del Obispo de Roma son aquellos que enfatizan su pretensión de jurisdicción universal: Vicario de Jesucristo, Sucesor del Príncipe de los Apóstoles y Soberano Pontífice de la Iglesia Universal” (Boletín Europaica, n. 89 (marzo de 2006), p. 14).
El Papa Francisco siempre se ha presentado como el “Obispo de Roma” y nunca ha utilizado títulos indeseables para los cristianos ortodoxos. Al restituirle el título de Patriarca de Occidente en 2024, Francisco quiso quizá enviar un mensaje tranquilizador al Patriarcado de Moscú, tras su amargo rechazo a la declaración Fiducia supplicans, pero sobre todo quiso dar un paso simbólico en su estrategia del «camino sinodal» de la Iglesia.
De hecho, el historiador Giuseppe Alberigo (1926-2007), líder de la llamada «Escuela de Bolonia», siempre sugirió una articulación «geo-eclesial» de la autoridad en la Iglesia, refiriéndose a la eclesiología ortodoxa, una de cuyas formas constitutivas es la sinodalidad de los patriarcados (La Chiesa nella storia, Paideia, Brescia 1988, pp. 300-302). El actual sucesor de Alberigo, Alberto Melloni, ya en 2014, pocos meses antes del viaje del Papa Francisco a Tierra Santa, pretendía “restaurar el título de Patriarca de Occidente, revocado en 2006 por razones históricas y políticas absurdas” (Corriere della Sera, 8 de enero de 2014).
El Papa León XIV, desde los primeros días de su pontificado, pareció manifestar una comprensión del primado petrino y de sus títulos que difería de la de su predecesor.
- En su discurso al Colegio Cardenalicio, el 10 de mayo de 2025, quiso agradecer a cuantos sostienen con la oración y las buenas obras al “Vicario de Cristo”;
- En la homilía de inauguración de su pontificado, el 18 de mayo, se autodenominó «el Sucesor de Pedro»,
- Y en la homilía de su iniciación en la catedral romana, el 25 de mayo, reafirmó la misión universal de la Iglesia romana, llamándola Mater omnium Ecclesiarum, Madre de todas las Iglesias.
La Iglesia, una, santa y apostólica, en realidad no es local ni particular, sino católica, es decir, universal, destinada a difundir en el mundo el único bautismo de Cristo y la única salvación.
¿Cómo se inserta el título de Patriarca de Occidente en la misión universal de la Iglesia?
Es obvio que este término no puede tener un significado jurídico, como desearían los ecumenistas ortodoxos y revolucionarios como Alberigo y Melloni, pero puede y debe tener un significado cultural y moral. Lo que dijo el cardenal Ratzinger sobre Europa se aplica a Occidente: «sólo en segundo orden es un concepto geográfico; es un concepto cultural e histórico» (Europa – I suoi fondamenti oggi e domani, Edizioni San Paolo, Alba 2004, p. 9).
En este sentido, el término Occidente no se refiere a un territorio eclesiástico, sino a un espacio cultural cuyo rasgo característico es la universalidad. El Patriarca de Occidente es, en esta perspectiva, portador de un mensaje universal de salvación, que no puede reducirse al ámbito geográfico, sino que se desarrolla históricamente en Europa y desde Europa se difunde por todo Occidente y el mundo.
El Papa reinante, como Patriarca de Occidente, tiene la misión de defender no sólo la fe católica, sino también la civilización que nació de esa fe y se extendió por el mundo a lo largo de los siglos. Esta civilización está bajo ataque hoy y está al borde de una conflagración global.
San Agustín enseña que todos los seres humanos desean la paz:
«Todo hombre busca la paz incluso haciendo la guerra, pero nadie quiere la guerra haciendo la paz» (De Civitate Dei, lib. 19, c. 12, 1).
La paz, sin embargo, no es idéntica a la “bandera blanca” invocada por el Papa Francisco en marzo de 2024. La paz, la única paz posible, se basa en la verdad y la justicia, como explicó el propio León XIV en su discurso al Cuerpo Diplomático el 16 de mayo.
Por otra parte, la guerra es un castigo divino por el rechazo del hombre al orden natural y divino, y sólo la oración y la penitencia pueden evitar los castigos que se ciernen sobre la humanidad a causa de sus pecados.
Es en este nivel, y no en el de una eclesiología sinodal ambigua, que se puede construir un auténtico puente entre Oriente y Occidente.
Hagamos nuestras, pues, las palabras del Papa:
«Qué importante es redescubrir, también en el Occidente cristiano, el sentido del primado de Dios, el valor de la mistagogia, de la intercesión constante, de la penitencia, del ayuno, del llanto por los propios pecados y por los pecados de toda la humanidad, tan típicos de la espiritualidad de Oriente» (Discurso con ocasión del Jubileo de las Iglesias Orientales, 14 de mayo de 2025).
León XIV tiene ante sí el ejemplo del primer papa de la historia llamado León, el único, junto con san Gregorio I, en recibir el epíteto de «el Grande», quien fue papa del 440 al 461.
El término «patriarca de Occidente» parece haber sido utilizado por primera vez en el 450 por el emperador Teodosio en una carta a san León I. Esta designación fue profética, pues dos años después, en agosto del 452, una delegación romana encabezada por el papa León se enfrentó a Atila, líder de los hunos, en el río Mincio. No conocemos las palabras que le dirigió el Papa, pero Atila, el «azote de Dios», había abandonado definitivamente Italia y Occidente estaba salvado.
San Próspero de Aquitania, discípulo de Agustín, en su obra “De vocación omnium gentium” presenta al Papa León I como el gran héroe del renacimiento de la civilización cristiana en la oscuridad que envolvió al mundo tras la caída del Imperio Romano.
Ha transcurrido menos de un mes desde la elección de un nuevo Papa: no es tiempo de juzgar el pontificado, sino de esperanza y de favor. Que León XIV asuma el papel de patriarca y guía de Occidente en el mundo.

Roberto de Mattei