ENTREVISTA: Templo de la Soledad, santuario de amor y solidaridad ante la crisis migratoria

Guillermo Gazanini Espinoza
Guillermo Gazanini Espinoza

En el centro de la Ciudad de México, el dolor se toca y la esperanza se hace vida. Son historias de humanidad que hacen posible ver la luz en medio de una oscuridad que parece envolverlo todo. La crisis migratoria coloca nuevos mosaicos en las historias de la Ciudad cuando los extranjeros han puesto sus costumbres dando nuevo significado a la identidad de un lugar, barrio o plaza. Tienen un objetivo específico, llegar al norte de México para perseguir un sueño cada vez más inalcanzable; otros, deciden comenzar una nueva vida echando raíces en este país.

Pero los inicios son difíciles y llegar a un país desconocido es, para cualquier extranjero, un reto. Necesitan una mano. Y la Iglesia, Madre y Maestra en humanidad, enseña que también puede ser casa para salvar al prójimo. Eso quiere ser la parroquia de la Santa Cruz y Soledad de Nuestra Señora en el céntrico barrio de la Merced de la capital mexicana.

En entrevista, el párroco de la Santa Cruz y Soledad, padre Benito Javier Torres Cervantes (Ciudad de México, 1972), comparte el intenso trabajo de atención a los migrantes realizado a la fecha. La parroquia, muy cercana los centros del poder político, Palacio Nacional y la Cámara de Diputados, es contrastante. Antes de la explosión de la pandemia de covid-19, atender los migrantes era una cosa discreta y fue escalando; las primeras caravanas de centroamericanos hacia los Estados Unidos llegaron a la parroquia en mayor número. Fue necesario crear un albergue ahora referente en el auxilio de los migrantes en la Ciudad de México.

Benito Torres fue instalado como párroco en 2015. Nunca se imaginó que su labor sacerdotal pasaría de una causa a otra. Fundó “Saciando al Pobre” asociación que ayuda a personas en situación de calle. Poco a poco, su fama se ha extendido. La parroquia irradia esperanza para los pobres de la calle, enfermos y ahora, migrantes de diversas nacionalidades. Como en el pasado, su influencia es a la manera de un epicentro involucrando a otras parroquias para abrir sus puertas y acoger a los necesitados de otras partes del mundo.

El origen de flujos migratorios tiene causas específicas. “Fue por una razón”, explica el sacerdote, “la línea de autobuses provenientes de Chiapas llega aquí a un costado de la parroquia. Son baratos y al ver que dormían en los jardines, abrimos les abrimos las puertas”.  La apertura del Título 42 ante la pandemia por parte del gobierno de los Estados Unidos fue propicio para incrementar el número de migrantes centroamericanos intensificando el trabajo de la parroquia y de la decena de voluntarios de la asociación dirigida por el padre Benito Torres: Nos vimos en la necesidad de ponernos de acuerdo con las autoridades del gobierno de la Ciudad de México para ayudar a esta gente. Lo hicieron donando colchones y cobijas al igual que otras instituciones y fundaciones”.

Puertas abiertas. Reposo y oración
Puertas abiertas. Reposo y oración.

El templo se convirtió así en un centro de recepción de migrantes. A un costado de la nave central, una lona divide el espacio de culto público para convertirlo en área de literas para el reposo de los migrantes mientras obtienen su documentación que les dé la calidad de refugiados en México.

“Después de la pandemia, afirma el sacerdote, tuvimos de 400 a 600 personas en la parroquia hospedadas” , sirvió también para aliviar la importante carga de atención que abrió albergues en la Ciudad de México como el de Tláhuac. Sin embargo, las caravanas de migrantes rebasaron la capacidad de las autoridades. Instalados en el parque Giordano Bruno para los trámites ante la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados, el gobierno capitalino optó por enviar a La Soledad a decenas quienes esperaban las resoluciones. “Este albergue estuvo desbordado, dice el padre Benito, nosotros le decimos lleno cuando hablamos de 450 personas. Cuando hay un sobrecupo es cuando están hospedadas 600 personas”.

Albergue. Soluciones
Albergue. Soluciones.

El gran templo de La Soledad guarda una infraestructura más bien humilde y precaria. Ocho baños, un patio que sirve de comedor y de lugar de reuniones temporalmente cubierto con una carpa protectora de las inclemencias del tiempo, es también espacio de convivencia donde mujeres platican y los niños corren, gritan y juegan. Aunque la Secretaría de Inclusión y Bienestar Social del gobierno de la Ciudad aporta materiales, no obstante, afirma el párroco, las promesas de habilitación de mejores condiciones de infraestructura no se han consolidado. “Cuando tuvimos 600 personas diariamente, comenzaron a darnos alimentos. No nos dábamos abasto”. El párroco destaca la coordinación con las autoridades del gobierno federal apoyando a migrantes para realizar sus trámites en el albergue, pero no deja de lado que en lugar de ser sistemática es a cuentagotas. “Efectivamente, ha habido esa coordinación, pero es esporádica. Tenemos comunicación en cuanto envían aquí a la gente, pero sobre otras cosas que habíamos platicado de infraestructura o de remodelaciones para dar servicio a los migrantes, ha quedado sólo en palabras. De hecho, nosotros tomamos la iniciativa de adelantarnos en la impermeabilización porque está encima el tiempo de lluvias”.

Atención médica. Alivio
Atención médica. Alivio.

Asociado a esta de crisis migratoria, hay otros problemas de atención especializada. Para los miles de migrantes, pasar por México no es sencillo debido a las condiciones extremas, tanto físicas como de alimentación, que deben afrontar. El sacerdote señala: “Atraviesan lugares donde adquieren enfermedades, muchas veces su sistema inmunológico no las rechaza. Tocan la puerta e, inmediatamente, se desmayan. Usan sus últimas reservas de fuerza para llegar al albergue. Gracias a Dios, el sector salud de la zona nos ha ayudado. Contamos con un número de médicos y dentistas. Si hay casos muy agudos o graves, los canalizan a los hospitales”.  La disposición de alimentos y servir los cientos de raciones diarias pasa por no pocas complicaciones. Y esto debido a las diversas costumbres y dietas particulares de los migrantes.

De orígenes diversos, el templo de La Soledad ha recibido a personas cuyas costumbres impiden comer lo que los mexicanos. “Al principio, servíamos lo mismo que lo que damos a quienes viven en situación de calle, pero no comen de todo. Tiraban la comida, pero eso nos llevó a reflexionar. No eran pocos los que lo hacían, desperdiciar lo que es aceptado por nosotros mexicanos. Aun así debemos buscar las formas para que alimentos como las verduras sean aceptados”, dice el padre Benito.

Comedores. Entender necesidades.
Comedores. Entender necesidades.

Mientras los niños juegan, mujeres reciben pláticas de los voluntarios de organismos internacionales. Otras son examinadas por los médicos del gobierno capitalino Esto, señala el padre Benito Torres, es una de las consecuencias de las nuevas formas de hacer migración. Mujeres y familias enteras  dejan sus países para alcanzar la frontera norte. Antes era una cosa de los hombres, pero, afirma,  “después del Título 42, de diciembre pasado a la fecha, comenzamos a recibir familias, incluso numerosas, recuerdo una con ocho hijos. Actualmente tenemos hombres y mujeres, son bastantes, incluso una trajo hasta su perrito. Hay albergues que solamente aceptan a las mamás e hijos, otros solo hombres. Nosotros al principio dimos albergue a la población masculina para evitar problemas jurídicos; sin embargo, observados que era una medida drástica, desgarradora. Habían dejado atrás sus raíces y cultura, separarlos aquí era muy fuerte. Así que aceptamos familias completas bajo ciertas condiciones como que los papás estén acompañando a sus hijos todo el tiempo posible. Algunas veces puede haber casos excepcionales. Tratamos de que los niños tengan buen cuidado y se vayan con un grato recuerdo del albergue”.

Mujeres. Rostro de la migración
Mujeres. Rostro de la migración.

Tras el cierre del Título 42, el sacerdote advierte de la persistencia de la crisis por los aletargados trámites. Las citas en la Comisión Mexicana de Ayuda al Refugiado se extienden hasta fines de año: “Este albergue se abrió para que, al inicio, los migrantes permanecieran de tres a cinco días. Después del Título 42, ya no existe el permiso de 45 días de tránsito que daba el Instituto Nacional de Migración. Ahora, extienden su estancia hasta que la Comisión les otorgue la condición de refugiado. Eso agrava las cosas. Si antes era de algunos días, ahora piden su hospedaje por meses. Nosotros no tenemos la infraestructura adecuada para resolver el problema. Creo que el gobierno de la Ciudad de México o las instancias federales deben aplicar estrategias diversas para agilizar los trámites que nos mantienen en esta parálisis”.

Aún esta crisis, el padre Benito Torres no descuida la otra labor, el auxilio a las personas en situación de pobreza y calle. Gracias a la ayuda de diversas fundaciones como Banco de Alimentos, el presidente de Saciando al Pobre busca dar un paso adelante, fundar un banco de alimentos: “Necesitamos un lugar que nos garantice alimentos para realizar nuestras actividades. Gracias a Dios, esperemos que a finales de junio inauguremos nuestro propio banco de alimentos, claro en coordinación con Banco de Alimentos para Todos”.

Banco de alimentos. Meta
Banco de alimentos. Meta.

No pasa desapercibido que el albergue esté instalado en un lugar de culto público y de que el presidente de la asociación sea sacerdote. A la par de la ayuda material está el auxilio espiritual. “Creo esto es una bendición. Al principio con las caravanas llegaron un centenar de personas nacionales de Afganistán. Sabemos que ellos son musulmanes. Hicimos una oración en común nocturna. Ese fue un momento muy bello, compartir nuestras tradiciones y fe con otra cultura. Hay también otras oportunidades. Migrantes que han solicitado el bautismo antes de seguir adelante con su caminar. Hemos tenido varios, igual de adultos y niños por lo mismo que han permanecen aquí en el templo”.

Culto. Adoración y acción
Culto. Adoración y acción.

Gracias a la ayuda de fundaciones y organismos, se han cubierto los diversos frentes abiertos en esta crisis migratoria. “Son bastantes los que han intervenido y ayudado, uno de ellos, Banco de Alimentos fue de los primeros que nos apoyó; Fundación Telmex, Fundación Slim, Fundación Inmaculado Corazón de María, Caritas San Maron, Médicos Sin Fronteras, HIAS – Asociación de Ayuda al Inmigrante Hebreo-, el Instituto Nacional de Migración, Mensajeros de la Paz y Saciando al Pobre. Igualmente tenemos varios centros de rehabilitación a los que apoyamos con alimentos, gracias a las fundaciones y medios que ayudan. Tenemos doce comedores y abriremos otros dos. De base tenemos quince voluntarios. Cuando hay eventos más grandes contamos con el auxilio de entre 50 a 60 voluntarios.

Para el padre Benito Torres, lejos de representar una problemática, la crisis migratoria y la ayuda a las personas en situación de calle es una oportunidad, de suma talentos y recursos solidarios, pero tampoco ignora que esta situación requiere de atención con efectividad tutelando los derechos humanos. Las urgencias son evidentes y el llamado a las autoridades es concreto: “Es necesario que las autoridades tengan un plan. Es posible que lo tengan, pero es necesario echarlo a andar para que los migrantes tengan un panorama sobre la situación y papeleo que les ofrezca certidumbre. Falta mucha información para la población. La Comisión Nacional de Ayuda a Refugiados y el Instituto Nacional de Migración estén en comunicación con los albergues y que desde esos se les preste un servicio efectivo para no estar adivinando cuáles son los procesos ante el cierre del Título 42”.

“La Iglesia apoyará siempre al más vulnerable”, afirma el padre Benito, “pero debemos crecer en la conciencia en cuanto al problema. ¿Dónde albergar gente en caso de una situación como esta? Antes no se daba, pero las cosas han cambiado. Gracias a Dios, existe este albergue en el templo, pero considero debe darse una visión más amplia que no nos tome desprevenidos. ¿Cómo veo la salida a esta crisis? Si hubiera proyectos concretos que toque la situación de los migrantes, no sólo planes de escritorio, sino desde la experiencia de esta crisis, podría ser de utilidad. Que no sean planes de escritorio o consecuencia de votaciones. Tomar en cuenta esta enorme experiencia que hemos adquirido enfrentando el problema con todas sus consecuencias. Cada vez vendrán más y no habrá soluciones sólidas a sus problemas”.

Torres Cervantes. Amplia visión.
Padre Benito. Amplia visión.

Todos podemos ayudar. La suma de esfuerzos hace posible que, aun a pesar de las carencias, la Iglesia ofrezca y consuele. Para el padre Benito, la primera forma de ayuda es a través del voluntariado para participar donde exista la necesidad, entrar al “campo de batalla” como lo define el sacerdote de 51 años. “Como cristianos, tenemos el recurso de la oración. Esto no es algo asistencialista, es una vocación, ir al encuentro de los necesitados. Para nosotros debe ser algo bueno, nos ayude a ser mejores seres humanos. Otro es lo económico. Gracias a Dios las puertas se abren, pero en ocasiones, las puertas existen, pero permanecen cerradas. Requerimos fondos para solventar ciertas áreas. De ahí que es necesario impulsar este banco de alimentos que sirva como base para la acción social… Una vez escuché a un obispo decir que todos somos migrantes y vamos caminando. Vamos hacia la Casa del Padre, estamos migrando. Saber que estamos ayudando a una persona, es la acción del dicho ‘hoy por ti, mañana por mi’. En ese caminar al Reino de los Cielos, la misericordia de Dios se desbordará sobre quienes acudió a asistir a los más necesitados”.

Voluntarios, compartir tiempo y talentos

Claudia Torres. Ver a Jesús en el migrante

En entrevista aparte, Claudia Torres Cervantes, voluntaria y coordinadora del área de atención al migrante comenta su experiencia en los seis años en los que ha venido colaborando en “Saciando al Pobre”.

De profesión ingeniera topógrafo, sus actividades iniciaron en la ayuda a las personas de situación de calle, especialmente en los aspectos de seguridad y cuidado. Su trabajo, comenta, no ha sido fácil; sin embargo, gracias a la influencia de su familia, el altruismo es parte de una vocación que ha venido cultivándose y ahora realiza en conjunto con el padre Benito.

El trabajo en el voluntariado, comenta, ha sido una experiencia personal permitiéndole valorar a su familia. Prácticamente mantiene la mayor parte del tiempo en el templo de La Soledad y como madre soltera de dos hijos adolescentes también involucrados en las actividades del voluntariado. En la crisis migratoria, Claudia Torres expresa la urgencia de un albergue donde se pueda orientar de manera efectiva a los migrantes, especialmente en los trámites de gobierno.

Orgullosa de pertenecer a una causa humanitaria y de fe, la voluntaria es una convencida de su trabajo como medio para encontrar a Dios a pesar de las duras experiencias de los migrantes en su travesía por el país y afirma: “Dios está en todos lados, no importa tu nacionalidad, ver a las mujeres cuando llegan desvanecidas, abandonadas, que en el camino se van separando familias, al llegar aquí para que coman y descansen, tomen fuerzas y prosigan su camino, ver que salen con otra actitud y semblante, es cuando vemos las maravillas de Dios”.

Para la voluntaria, el mensaje es claro. En el albergue de la Soledad en el centro de la Ciudad de México se aprende el valor de lo más sencillo y de la familia. Compartir sentimientos de amor y solidaridad a cualquiera para comprender que la crisis migratoria es un problema de todos: “Debemos entender por qué estas personas están aquí, no juzguemos. Ahora estamos estables aquí, no nos sentimos en peligro, pero las cosas pueden cambiar. Ellos vienen defendiendo su familia y hogar… Debemos valorar nuestras familias y transmitirlo a los demás. Brindemos y apoyemos hoy a quien tenemos al lado. Si tienen algún problema con tu hermano y estás orando, deja de orar, deja tu ofrenda y acércate con tu hermano, todo esto nos llena de bendiciones. Para quienes quieran venir y ser voluntarios, les recomiendo tener amor, mucho amor, deseos de participar y de colaborar en donde nos pongan, en cualquier servicio. Es ayudar al prójimo porque es a Jesús a quienes estamos apoyando”.

Si desea ser voluntario y prestar algunas horas de su tiempo uniéndote a las obras de “Saciando al Pobre, AC” toca a las puertas del Templo de la Santa Cruz y Soledad en calle Santa Escuela 16, Plaza de La Soledad, Centro Ciudad de México cerca de las estaciones Candelaria y Merced de la línea 1 del metro.

Templo de la Soledad. Histórico
Templo de la Soledad. Histórico.
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