Entre Dios y el demonio hay un abismo

Pbro. Hugo Valdemar Romero
Pbro. Hugo Valdemar Romero

En el evangelio de este domingo se nos narra que Jesús predica dentro de una casa. Hay tantas personas que es prácticamente imposible acercarse a él. Jesús tiene éxito en su predicación y esto suscita la preocupación de su familia, ya que algunos comentan que se ha vuelto loco y, por otra parte, despierta la envidia de sus enemigos que lo acusan de algo verdaderamente perversodicen de él que no actúa con el poder de Dios, sino de Satanás.

A la preocupación de su familia, Jesús no le da mucha importancia; como siempre, se muestra libre ante la opinión que los demás, incluida su familia, tengan de él. Jesús es perfectamente consciente de quién es él y de la tarea que ha venido a realizar, así que lo que opinen los demás le tiene sin cuidadopero donde sí hace un alto es en la malévola insidia de los escribas que lo acusan de algo gravísimo: De estar poseído y actuar con el poder del demonio, lo cual ciertamente es una intolerable calumnia y una terrible blasfemia.

Entre Dios y el demonio hay un abismo, no se pueden confundir ni sus obras ni sus fines, se necesita ser ciego o estar obcecado en el odio y la soberbia para no ver que Jesús y sus milagros no sólo no tienen nada que ver con el demonio, sino que ha venido a combatirlo y arrancar a los hombres de su dominio. Esaacusación, Jesús la califica como una blasfemia, es decir, una ofensa gravísima contra el Espíritu Santo que es quien actúa en él y dice: “Yo les aseguro que a los hombres se les perdonarán todos sus pecados y todas sus blasfemias, pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo nunca tendrá perdón, será reo de un pecado eterno”. Y luego el evangelio añade: Jesús dijo esto porque lo acusaban de estar poseído por un espíritu inmundo”. 

Los escribas, acérrimos enemigos de Jesús, se niegan a aceptar que venga de Dios; sus milagros, para ellos, son algo así como hechicería, un embuste del demonio, está poseso, obra y exorciza con el poder del mismo Satanás; es tal su odio que los ciega, es tal su soberbia que son incapaces de aceptar que venga de Dios y como no pueden explicar las obras de Jesús, lo acusan que viene de Satanás, nunca se arrepentirán, están llenos de presunción y esta cerrazón a Dios, este rechazo a Jesús que los lleva a blasfemar contra el Espíritu Santo, es lo que hace que su pecado sea imperdonable, no porque Dios no tenga la capacidad de perdonar, sino porque ellos se encierran en su odio, en su soberbia y no puede haber perdón donde no hay arrepentimiento.

Señor Jesús, puede ser que nunca blasfeme contra el Espíritu Santo, pero sí me resisto a Él. Yo también me encierro en mi soberbia, me aferro a mis pecados, y si bien no de palabra, sí de obra; muchas veces lo rechazo en mi vida sobre todo cuando no quiero ver mi maldad ni arrepentirme de mis pecados. Ten compasión de mí, quiebra mi dureza y haz que me abra la acción de tu Santo Espíritu que renueva todas las cosas”. Feliz domingo. ¡Dios te bendiga!

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