La celebración del Grito de Independencia fue el de la exaltación de los héroes y la de un solo hombre, el presidente López Obrador. Cada Grito tiene su estilo… Y ese mismo sirve para justificar la política de gobierno para someter las críticas o también ocultar las fallas de un sistema con el ¡Viva! del mandatario que dice encarnar la herencia de Hidalgo.
¡Viva el amor! No fue la primera vez que López Obrador aclamó de esa manera. El 15 de septiembre de 2021, ante una Plaza de la Constitución desierta y vacía, el grito de ¡Viva el amor al prójimo! resonó tomando acuse de que este gobierno tiene por eje las prácticas del amor como una de sus virtudes por las que el pueblo puede dar cauce a una felicidad ficticia o pretendida en la psiqué del presidente.
En reiteradas ocasiones, AMLO ha dicho que le pueblo de México es feliz. En base a estadísticas y encuestas, pretende medir la felicidad popular justificando así un gobierno que es cuestionado de muchas formas. En 2019, una solicitud de información al INAI fue traída a cuenta en la conferencia de prensa matutina por AMLO asegurando que la base de esa felicidad estaba en las mediciones del INEGI que toma en cuenta en dimensiones como el balance anímico, el nivel de satisfacción con la vida en general y la eudemonía o bienestar espiritual.
Aunque las mediciones podrían ser por datos subjetivos, sostener que el pueblo de México es feliz proclamando un ¡Viva el amor! es proclama que se basa en las apariencias que el presidente fabrica.
La república amorosa tiene macabros peldaños por las que escala: los de las 26 personas que desaparecen al día en el presente sexenio, de los más de 150 mil asesinados, de 1600 niñas y niños fallecidos por la falta de medicamentos oncológicos, de 350 mil muertos por las políticas erróneas y necias en el combate a la pandemia del covid-19, de las más de 17 mil mujeres asesinadas, de la devastación al medio ambiente por los caprichos de las megaobras desplazando de sus lugares de origen a los perjudicados; de la polarización y odio creados por el enfrentamientos en el trillado discurso de derechas e izquierdas, del rancio y eterno conflicto que existe en la mente decimonónica de AMLO entre partidos conservadores y liberales, de imaginar felicidad cuando, en la realidad, muchos sufren el duelo y la desgracia a causa de un sistema que en lugar de transformar llevó a desgraciar la existencia de miles en México.
Dicen que “amor con amor se paga”, así es el lema del infausto movimiento que ya se vislumbra como el inicio de un largo y oscuro túnel. Nada novedoso si vemos otros regímenes que han hecho sufrir a sus habitantes, donde sonreír es obligatorio y amar, una obligación. Reverenciar al líder, hablar de lo bueno mientras la realidad esconde la tragedia y desesperación que se buscan eclipsar a través fanatismo ciego de un hombre y sus hordas.
Para cualquier mexicano escuchar el Grito de ¡Viva el amor! sería una particularidad agraciada en donde un país justo se construye en base a decisiones de un mandatario sabio y prudente, pero no en AMLO cuya legitimidad, paradójicamente, está sostenida de una popularidad que parece contundente, pero volátil.
Un estudio de Mexicanos contra la corrupción, “El Combate a la Corrupción durante los Dos Primero Años de AMLO” de 2021, concluye de una forma terminante lo que ha sido este gobierno: “Enfocarse en el discurso y no en implementar cambios profundos y duraderos en el sistema político mexicano”. Efectivamente, el resultado es evidente. La república del amor… en la mente de un solo hombre.