Dos intervenciones del papa Francisco este miércoles. La primer de ella en la Audiencia General y la segunda con motivo del encuentro mundial de las Comisiones de Justicia y Paz de las Conferencias Episcopales.
La primera de ellas se centra en la figura de san José, una vez que Francisco dio por terminada el ciclo que dio sobre la Carta a los Gálatas.
Palabras del papa durante la Audiencia General de los miércoles, 17 de noviembre de 2021.
Queridos hermanos y hermanas:
Hoy comenzamos un nuevo ciclo de catequesis, terminamos las catequesis sobre la Carta a los gálatas, ahora las referidas a san José. Estamos viviendo un Año especialmente dedicado a él, con motivo del 150.º aniversario de su proclamación como patrono de la Iglesia universal. En la Carta apostólica Patris corde recogí algunas reflexiones sobre él. Espero que, en este tiempo de crisis global que estamos viviendo, nos confiemos a su intercesión, y su ejemplo nos edifique y nos guíe cada día.
En la Biblia hay más de diez personajes con el nombre de José, que en hebreo significa “que Dios te haga crecer”. Este detalle nos permite reconocer un rasgo que distingue a san José: es un hombre de fe, que confía en los designios y en la providencia de Dios. Otro aspecto de su figura son las principales referencias geográficas de su vida, Belén y Nazaret, que eran dos lugares periféricos. Esto nos recuerda que tenemos que estar atentos a lo que el mundo ignora, y recuperar una mirada que sepa discernir y valorar lo esencial.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Hoy, de modo particular, quisiera que mi mensaje llegue a todos los hombres y mujeres que viven en las periferias más olvidadas y que atraviesan situaciones de marginalidad. Que san José los proteja, no se olviden de acudir a él en todo momento con confianza y amor filial. Que Dios los bendiga. Muchas gracias.
Queridos hermanos y hermanas:
Es un placer saludarlos y desearles un buen trabajo. Agradezco al cardenal Turkson y a los colaboradores del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral esta convocatoria —aunque sea a distancia— en la que podremos compartir experiencias, valoraciones y propuestas en esta fase de crisis global, a la luz de las encíclicas Laudato ‘ y Fratelli tutti.
Nuestro pensamiento va espontáneamente a San Pablo VI, que poco después de la conclusión del Concilio Vaticano II creó la Comisión Pontificia Iustitia y Pax , está San Juan Pablo II, que lo reformó en el Consejo Pontificio “Justicia y Paz”. En su encíclica Populorum Progressio (1967) —de llamativa actualidad— el Papa Montini, tras una reflexión orgánica sobre el desarrollo integral de la humanidad , llegó a la conclusión de que este concepto puede considerar “el nuevo Nombre de la paz” (n. 76). En consonancia con esta perspectiva, el Dicasterio al que confiado la misión de servir al desarrollo humano integral ha asumido “la solicitud de la Santa Sede en relación con la justicia y la paz” ( Estatuto , art. 1).
Estoy seguro de que estos dos santos Pontífices, con su intercesión, siguen acompañando los trabajos que ustedes llevan adelante en los números Comisiones de Justicia y Paz de las Conferencias Episcopales de todo el mundo. Estas Comisiones realizan un servicio indispensable dentro de la pastoral social de las Iglesias locales. De hecho, tienen la tarea de difundir y dar a conocer la doctrina social de la Iglesia, trabajando activamente por la protección de la persona humana y sus derechos, con una opción preferencial por los pobres y los últimos. De este modo, aprovechamiento al crecimiento de la justicia social, económica y ecológica, y a la construcción de la paz.
Para llevar a cabo un cabo esta misión, pueden inspirarse ampliamente en las encíclicas Laudato si ‘ y Fratelli tutti , sacando lo más adecuado de cada una para poder aplicarlo en las distintas situaciones locales y en los diferentes contextos continentales, regionales y nacionales. De hecho, en cualquier parte del mundo el desarrollo integral y, por tanto, la justicia y la paz, sólo pueden construirse a través de estas dos vías: el cuidado de la casa común, y la fraternidad y la amistad social. Se trata de dos caminos que tienen su origen en el Evangelio de Cristo, y sobre esta base podemos avanzar junto a muchos hombres y mujeres de otras denominaciones cristianas, de otras religiones e incluso con aquellos que no tienen una pertenencia religiosa particular.
Por tanto, los animo a continuar esta labor con esperanza, determinación y creatividad. Lo hago consciouse del desafío que supone el contexto actual, marcado por la crisis sanitaria y social causada por la pandemia de Covid-19, y por los viejos y nuevos brotes de conflicto que están surgiendo, mientras tiende a retroceder respecto a los Compromisos asumidos tras las inmensas tragedias del siglo pasado.
The crisis actual ha puesto de manifiesto numerosas contradicciones en el sistema económico y político, al tiempo que persisten desafíos no resueltos que requieren el esfuerzo conjunto de muchos actores. Los exhorto, por tanto, para abordar estas cuestiones también en colaboración con otras realidades eclesiales y civiles —locales, regionales e internacionales— comprometidas con la promoción de la justicia y la paz.
Queridos hermanos y hermanas, los encomiendo a cada uno de ustedes, a sus colaboradores y familiares, a la protección maternal de María Santísima, Reina de la Paz, y les imparto de corazón mi Bendición Apostólica.
Roma, San Juan de Letrán, 15 de noviembre de 2021, Memoria de san Alberto Magno.
FRANCISCO