El camino sinodal alemán ha concluido con unas conclusiones abiertamente contrarias a la fe, que sitúan a buena parte de la Iglesia germana en situación objetiva de herejía y cisma.
El padre Santiago Martín afirma que ha llegado el momento de que el Papa intervenga para imponer la autoridad de la Iglesia, porque sólo él tiene capacidad para hacerlo; pero también el momento de que cardenales y obispos lo exijan.