“¿Y ahora por quién votamos?” “¿Y ahora qué hacemos?” “En los partidos nos buscan solo cuando les conviene…”
Estas son las conversaciones que siempre empiezan a surgir cada que se acerca un proceso electoral. El problema es que se ha vuelto un ciclo que parece no tener fin. Quienes somos provida nos preocupamos, nos quejamos, nos dividimos… pasa la elección, los partidos ganan y tres años después, el ciclo vuelve a comenzar.
Hoy, quiero compartir algunas reflexiones y experiencias que he vivido en los últimos años, en los que tuve la oportunidad de ejercer un cargo público y conocer desde dentro el sistema político y, como activista provida ver como se ha desenvuelto nuestro movimiento en nuestra misión de promover la vida, la familia y las libertades.
La política: Primero es importante comprender que el sistema político es un sistema de partidos en el que de debaten propuestas e intereses que son movidos por apoyo social (votos, popularidad, movilización social), por dinero (acuerdos, aliados, beneficios) y por ideas (ideologías, convicciones, mensajes). Siendo diputada me encontré que todo esto entra en un juego de poder, negociación y toma de decisiones. Quiénes no comprenden o no están dispuestos a entrar al juego, quedan fuera.
La gente: Nuestro país, es un país de más de 125 millones de personas distribuidas en más 2500 municipios. La población mexicana tiene distintos problemas, algunos reconocidos y otros no. La gente en México se debate todos los días entre sobrevivir a la pobreza, a la inseguridad, a la falta de servicios… Visitando las colonias me di cuenta que los temas de nuestro movimiento provida, aunque muchos los compartan, no han sido una prioridad general.
El paternalismo: Tristemente las dádivas y apoyos sociales que han dado los politicos por décadas han generado una actitud de victimismo en muchas partes de la sociedad. Más que una propuesta, una idea de cambio y una lucha por los valores, vi que mucha gente en nuestro país espera “los apoyos” y se preguntan “en qué van ayudarles” nuestras propuestas a favor de la vida, la familia y las libertades.
La propuesta: Ante lo antes mencionado debemos preguntarnos de forma muy honesta y transparente… ¿por qué las personas, aun cuando compartan nuestra visión, deberían votar por propuestas provida? Yo he escuchado de la gente… “¿qué más proponen?” “¿eso cómo me va a ayudar?”.
Las elecciones: Como comenté, el sistema político es un sistema de partidos y lamentablemente son los líderes de estos partidos quiénes toman las decisiones importantes, como quiénes seran los candidatos, cuáles serán sus propuestas y el financiamiento de las capañas y la “movilización del voto”. Una propuesta independiente y ciudadana, como la que tuve oportunidad de caminar, lo tiene todo en contra. En el día de la elección no ha sido importante el trabajo realizado, ni la confianza de la gente… lo importante ha sido, y que ha prevalecido, es la fuerza de las estructuras sociales y el financiamiento de los partidos politicos.
Ante todo este contexto, regresamos a la pregunta inicial… ¿y ahora qué hacemos?
Quisiera hacer una aportación para intentar a responder esta pregunta, pero, con la experiencia y conocimiento de quiénes hemos tenido oportunidad de haber vivido una experiencia política:
- Propuesta y narrativa estratégica. Debemos escuchar a la gente antes de plantear propuestas pre-fabricadas que alguien dijo que debía ser la propuesta provida. Las personas deben reconocerse en nuestras propuestas y descubriremos que si tenemos algo que ofrecer desde nuestra visión humanista. Rechazar el populismo y el paternalismo, proponiendo libertad con oportunidades, trabajo digno y vida digna. Debemos dejar de ver hacia dentro de nuestro movimiento y empezar a escuchar afuera, a nuestra gente, claro, teniendo muy claros nuestros principios y nuestra identidad.
- Experiencia política. Es cierto que hoy existe un gran rechazo a la “clase política tradicional” y que está de moda ser “outsider y estar en contra de los partidos”, sin embargo, lo que no podemos hacer como movimiento que busca hacer política, es ignorar las reglas del juego. No quiero decir que las aceptemos como nuestras, pero hay que entender que para ganar, hay que jugar en el campo, si no, seguiremos siendo meros espectadores viendo el juego desde las gradas o desde nuestras casas.
- Hacer movimiento. En las colonias he aprendido que es más importante escuchar que hablar, para después responder. Hoy, aunque no guste, el que vive en Palacio Nacional es lo quie hizo por más de 20 años y le funcionó. Dejemos de pregonar propuestas que siguen en la teoría y empecemos a escuchar a la gente. Rechacemos la visión que mira a las personas como votos o como militantes, desde nuestra identidad que reconoce la dignidad de la persona, veamos a las personas con todo el potencial y toda la responsabilidad que tienen, junto con nosotros, de sacar este país adelante.
También he reflexionado sobre los pasos que debemos dar para que esto no sólo quede en ideas, sino que como movimiento podamos llevarlo a la práctica. Pero eso, lo dejaremos para otra ocasión.