El trigo y la cizaña 

Pbro. Crispín Hernández Mateos
Pbro. Crispín Hernández Mateos

P. Crispín Hdez. Mateos

Este domingo, Jesús nos vuelve a hablar en parábolas, es decir, a través de una herramienta literaria en la cual hace comparaciones con la realidad dando un mensaje profundo con palabras sencillas. Veamos. 

  1. «Un hombre sembró buena semilla»

La semilla contiene en germen todas las potencialidades de una planta, cada una de sus características. Es conveniente cuidarla y mantenerla en condiciones favorables, para que, al momento de sembrarla pueda germinar sin ninguna dificultad. La buena semilla siempre dará buen fruto, la mala semilla, no (cf. Mt 7,17). Jesús dice que la buena semilla son los ciudadanos del Reino (cf. Mt 13,38), es decir, aquellas personas que fueron elegidas para ser parte del proyecto de Dios (cf. Jn 15,16), a quienes se les anunció su Palabra y la aceptaron favorablemente en el corazón (cf. Fil 2,13 y 1ª Tes 1,8). Ellos tienen que ir por todo el mundo a predicar este Evangelio (cf. Mc 16,15), tienen que ser fermento del Reino, sal de la tierra y luz del mundo (cf. Mt 5,13-14). Tú: ¿siembras buena semilla o mala semilla?

2. «Un enemigo del dueño, sembró cizaña entre el trigo»

Los enemigos son personas que quieren hacer el mal, con motivo o sin motivo, es decir, solo por amor al mal. El enemigo acecha, vigila y conoce los pasos de su adversario, maquina planes malévolos en contra de él. Este enemigo es el diablo, que busca deshacer los planes de Dios, haciendo trampa, diciendo mentiras (cf. Gen 3,4-5), introduciendo la muerte al mundo (cf. Sab 2,24). Este enemigo siempre sembrará cizaña entre el ser humano y Dios. Pero Cristo lo venció, no sólo a él, sino también a la muerte (cf. Heb 2,14 y Ap 20,14). La cizaña, como el lobo, viene a robar, a matar y a destruir (cf. Jn 10,10). ¿Cuál es la cizaña que está presente en tu vida? ¿De qué manera combatirla? 

3. «Dejen que crezcan juntos hasta el tiempo de la cosecha»

Al ser humano se le presentan 2 caminos en la vida: el bien  y el mal, y como dice el libro del Deuteronomio: si elige el bien, vivirá;  si elige el mal, morirá (cf. Dt 30,15.19 y Sal 37,27). En las distintas sociedades convivirán hombres buenos y malos y, aunque parece que al hombre malo le va mejor (cf. Jer 12,1; Ecl 8,14; Mal 3,15), al final, será separado para ser arrojado al fuego que no se apaga (cf. Mc 9,43). Los segadores, dice la Parábola, son los ángeles (cf. Mt 13,39), encargados de separar a los malos de los buenos (cf. Mt 13,30). Dios permite que convivamos todos como hermanos, aunque algunos hagan el mal, destruyan y maten (cf. Jn 10,10).

Tenemos que aprender que el mal no se acabará eliminando a los malos, sino más bien haciendo el bien unos a otros (cf. Rom 12,21). La Palabra dará su fruto y es ahí donde se distinguirá un árbol de otro, pues el árbol bueno dará frutos buenos y el árbol malo dará frutos malos (cf. Mt 7,17). ¿Qué tipo de frutos estás dando: buenos o malos? ¿Cómo distinguir el bien del mal, la mentira de la verdad? 

Comparte: