El Tercer Secreto de Fátima y Miércoles de Ceniza. ¿Qué pasa con tu conversión?

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Cuando nos dirigimos a las apariciones marianas, cuyo número aumentó enormemente entre el siglo XIX y el XX, vemos con qué fuerza la Madre de Dios enfatiza la necesidad de la penitencia. Por ejemplo, en Fátima, en el Tercer Secreto, tenemos un Ángel que, sosteniendo una espada de fuego, señala el suelo y dice: penitencia, penitencia, penitencia, recuerda Piotr Podlecki.

Como añade, en Kibeho, llamado el Lourdes africano, Nuestra Señora dice:

Arrepentíos, arrepentíos, arrepentíos, convertíos mientras aún hay tiempo”.

Vale la pena recordar esto al iniciar el tiempo de Cuaresma, un tiempo de conversión. Esta es la experiencia para recordar. El Miércoles de Ceniza vamos a la iglesia. Las cenizas con las que el sacerdote rocía nuestras cabezas provienen de las ramas de palma del año anterior que fueron quemadas. Es interesante reflexionar sobre lo que ocurrió con mi conversión el año pasado. ¿Tal vez esta sea una conversión muerta?

El año anterior ondeamos palmas el Domingo de Ramos, y el año siguiente esas palmas quedaron reducidas a nada más que cenizas grasientas, que espolvorearon sobre nuestras cabezas y dijeron: «Recuerda que eres polvo, y al polvo volverás». Alternativamente, el sacerdote dice: “Arrepentíos y creed en el Evangelio”.

Cuando el sacerdote dice: “Arrepentíos y creed en el Evangelio”, ¿qué significa realmente “arrepentíos”?

En la antigüedad, había penitentes que, después de cumplir su penitencia, o durante la misma, se acercaban a signos litúrgicos como la aspersión de la ceniza. Pero a ellos también se unieron los creyentes comunes, porque, después de todo, todos somos pecadores.

Es una señal de admitir la propia pecaminosidad, debilidad e imperfección. Según las Sagradas Escrituras, en aquella época había un fuerte énfasis en la oración, el ayuno y la limosna. El Señor Jesús habla de esto en la situación en la que los Apóstoles no pudieron expulsar un demonio de un joven poseído. Dice que este tipo de demonio sólo puede ser expulsado con oración y ayuno.

La oración restablece nuestro contacto directo con Dios y fortalece así nuestra fe. El ayuno consiste en domar nuestro cuerpo, domar nuestros impulsos, nuestros deseos, nuestras debilidades. La limosna, por el contrario, fortalece en nosotros esa actitud amorosa hacia los demás.

Por PIOTR PODLECKI.

MIÉRCOLES 5 DE MARZODE 2025.

PCH24.

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