El Sínodo: distante de la realidad, habla para sí mismo. Mientras, en Italia dos de cada tres jóvenes ya no creen en Dios

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Hay una distancia abismal entre las cuestiones debatidas en torno a las treinta y cinco mesas del Sínodo sobre la Sinodalidad -según sus informes oficiales- y lo que sucede fuera de los muros vaticanos, en la vida real, en “nuestro tiempo, en el que en amplias zonas de la tierra la fe está en peligro de apagarse como una llama que no encuentra ya su alimento”.

Las palabras citadas son de Benedicto XVI, en la memorable carta que les escribió a los obispos el 10 de marzo de 2009.

El auténtico problema en este momento actual de la historia – escribió ese Papa – es que Dios desaparece del horizonte de los hombres y, con el apagarse de la luz que proviene de Dios, la humanidad se ve afectada por la falta de orientación, cuyos efectos destructivos se ponen cada vez más de manifiesto”.

De ahí surgió la que él denominó “una prioridad que está por encima de todas”, para toda la Iglesia y en primer lugar para el sucesor de Pedro: “hacer presente a Dios en este mundo y abrir a los hombres el acceso a Dios. No a un dios cualquiera, sino al Dios que habló en el Sinaí; al Dios cuyo rostro reconocemos en el amor llevado hasta el extremo (cf. Jn 13, 1), en Jesucristo crucificado y resucitado”.

No hay ningún rastro de esta “prioridad” en el Sínodo. Precisamente en un momento en que se han hecho públicos los resultados de una encuesta que registra un verdadero y auténtico colapso de la religión católica en Italia, la nación de la que el papa Francisco es el primado.

La encuesta fue promovida por la revista “Il Regno”, noble voz del catolicismo progresista italiano, y fue presentada el 6 de octubre en Camaldoli, en el célebre monasterio benedictino, por Paolo Segatti, profesor de Sociología Política en la Universidad de Milán, y por Arturo Parisi, durante muchos años profesor de la misma materia en la Universidad de Bolonia, gran analista del catolicismo italiano, luego también diputado y ministro de Defensa de 2006 a 2008.

Una investigación anterior y similar fue llevada a cabo por “Il Regno” en 2009. Y es de la comparación entre una y otra de donde emerge con claridad la progresiva extinción de la fe en Italia.

Cuando se les pidió que dijeran a qué religión pertenecían, los que se declararon católicos descendieron en catorce años del 81,2% al 72,7%, y lo mismo ocurrió con los seguidores de otras confesiones cristianas, ya fueran ortodoxos o protestantes, del 11,7% al 7,9%.

Por el contrario, los que se dicen no creyentes o ateos crecieron del 6,2% al 15,3%.

Hasta aquí el declive de la religión es marcado, pero no se puede hablar de colapso. Pero cuando se le plantearon a los encuestados preguntas más precisas sobre su fe, los que mostraron que creen en Dios descendieron del 72% al 57%, mientras que los que manifiestamente no creían en Dios aumentaron del 26% al 36%.

Esto significa que, incluso entre los que aún se declaran católicos, hay un buen número que ya no cree en Dios.

Naturalmente, la práctica religiosa refleja este declive de la fe. Los que dicen que van todos los domingos a la iglesia han bajado del 28% al 18%. Los que van dos o tres veces al mes, del 16 al 10%; una vez al mes, del 14 al 9% (pero hay que tener presente que otra encuesta reciente de Euromedia Research para “Il Timone” reveló que sólo el 13,8% de los italianos va a Misa los domingos).

Por el contrario, los que van a la iglesia sólo dos o tres veces al año han pasado del 23% al 26%, y del 19% al 37% los que nunca van.

Pero los datos más impresionantes son los que cruzan la práctica religiosa y la fe en Dios con los grupos por edad.

Entre los que van a Misa todos los domingos, el descenso es fuerte entre los nacidos antes de 1945 y más moderado en las generaciones intermedias. Pero entre los nacidos después de 1980, la asistencia a la Misa dominical se ha desplomado hasta el 7%.

Aún más pronunciado es el descenso de los que tienen fe en Dios, que entre los nacidos en la década de 1980 está por debajo del 50%, mientras que entre los nacidos después de 1990 es aún menor, en torno al 37%.

Si después volvemos al 15,3% de los italianos que se declaran explícitamente no creyentes o ateos, el cruce con el sexo y la edad ofrece también aquí datos impresionantes.

Entre los hombres el porcentaje alcanza el 22,5%, como promedio de todas las edades.

Pero entre los hombres nacidos en la década de 1980 la cifra se eleva al 32%, y para los nacidos después de 1990 al 35%.

Mientras que también entre las mujeres de estos grupos por edad el aumento es fuerte, hasta el 23% y el 31% respectivamente.

Si éste es el crudo lenguaje de la realidad, en una nación como Italia, que a principios del milenio era vista todavía como la gran “excepción” católica a la secularización imperante en Occidente, sólo cabe esperar que el actual sínodo empiece al menos a escucharlo.

Por SANDRO MAGISTER.

MIÉRCOLES 11 DE OCTUBRE DE 2023.

CIUDAD DEL VATICANO.

SETTIMO CIELO.

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