El silencio ayuda a los represores: Francisco debe pronunciarse fuerte contra la dictadura socialista nicaragüense

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Quizás – pero no estamos seguros – el Papa Francisco ahora después del Ángelus hable sobre la persecución religiosa que vive en Nicaragua desde 2018 bajo el liderazgo de la presidencia de Daniel Ortega y Rosario Murillo. Entre el jueves y el viernes, esta repugnante dinámica totalitaria llevó a su punto frío: juzgar a un obispo, MonseñorRolando Álvarez Lagos, diocesano de Matagalpa e interino de la diócesis de Estelí bajo arresto por seis meses, y sentenciado a 26 años de prisión. 

Las acusaciones y acusaciones son montañas de falsedades y calumnias montadas sobre la mesa como mentiras gigantescas y patéticas.Ortega controla el país desde hace 25 años apoyado por violentos grupos paramilitares culpables de horrendos crímenes.

Quizás hoy el Papa Francisco si refiera esta monstruosidad y aunque elija un camino suave, diplomático-moderado por las famosas razones de estado, según Mons. Álvarez será una señal importante venida de Roma, el primero. Así que es el juego de la diplomacia. 

Sin embargo, el Papa debe hacer una cosa con claridad cristalina: pronunciar alto y fuerte, con valentía y transparencia el nombre de su obispo condenado a 26 años de prisión y defenderlo sin vacilaciones en ambiguas concesiones. El nombre de Mons. Rolando Álvarez en boca del Papa es la mejor manera de defender la peligrosa vida del prelado, a veces las más inaceptables humillaciones para quienes creen en la sacralidad de la vida humana y en su suprema dignidad.

La pérdida de la nacionalidad -como se ha anunciado- en virtud de un acto administrativo de dudoso fundamento jurídico, de un ciudadano nacido, creado y educado y vivido en esta tierra, es un verdadero sacrilegio. Separar a una persona de sus raíces nativas es un verdadero crimen. Que nazca tu identidad es el peor castigo moral y existencial.     

Posiblemente pase la idea de que están negociando, obviamente de manera secreta y que por el momento es mejor mantener un perfil bajo y no polémico, pero esa sería una derrota más porque el tema principal, que es la libertad de Monseñor Álvarez , es una cosa urgente , el bien es necesario. La verdadera cuestión, la realidad última y decisiva, es la persecución religiosa, a la que debéis detener y finalmente oponeros.

Cualquier nueva concesión a Ortega sería un error catastrófico. Nadie le dice al Papa que la diplomacia vaticana abrirá un conflicto con el régimen de Nicaragua. 

La historia de la pareja Ortega-Murillo tarde o temprano terminará en la historia de la historia. En cambio, quien va más allá, y ha de defenderlo con serenidad pero al mismo tiempo con intransigencia, es la libertad de fe y la integridad de la comunidad eclesial de Nicaragua y de toda América Latina.

Por LUIS BADILLA.

CIUDAD DEL VATICANO.

DOMINGO 12 DE FEBRERO DE 2023.

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