El reino de Dios es justicia, paz y gozo en el Espíritu

Guillermo Gazanini Espinoza
Guillermo Gazanini Espinoza

La disposición para hacer el bien a los demás es un valor importantísimo en nuestra sociedad. Hay mucha gente que hace muchas cosas buenas, procura honestamente beneficiar a los demás; sin embargo, en el evangelio de San Marcos se descubre que no es suficiente con procurar el bien a los demás (“Ser pescador de hombres”, Mc 1,17). También son necesarios la convicción y el compromiso por cambiar las estructuras, es decir, transformar profundamente nuestra manera de pensar y de organizarnos (“Dejando en la barca a su padre con los trabajadores, se fueron con Jesús”, Mc 1, 18). Por eso, a la necesidad de hacer el bien se debe agregar la urgencia de crear nuevas mentalidades y mejores maneras de organizar nuestra vida para que haya justicia, paz y vida digna para todos los mexicanos y veracruzanos.

San Marcos al señalar el nuevo oficio de aquellos discípulos como “pescadores de hombres”, pretende indicar un nuevo encargo a favor de la vida, relacionado con la capacidad de congregar a los que más se pueda en torno a Jesús para hacerles el bien, para ayudarlos a crecer, a madurar integralmente. Esta tarea únicamente se puede realizar si se abandonan viejas estructuras (mentales o físicas) que obstaculizan o destruyen la fraternidad, la justicia y la paz. Esta es la razón por la que el evangelista indica que ambos discípulos tienen que abandonar a su padre con su organización (sus trabajadores) para aclarar que el patriarcalismo, ese sistema donde sólo una persona es la que sabe y la que lo puede todo, donde uno es el líder y todos los demás son los alumnos pasivos, debe terminar.

Este patriarcalismo imperante como manera de pensar y de organizarse imposibilita la fraternidad, rompe con la dignidad de la persona y atenta contra la Buena Nueva del Reino. Por eso el evangelista Marcos concluye diciendo que “se fueron con Jesús”, “lo siguieron”, como para indicar que es con Jesús y con su proyecto del Reino desde donde es posible la verdadera transformación a la que aspira todo persona por el hecho de existir. La única transformación inicia en Cristo que rescata al hombre desde las profundidades del egoísmo y del pecado y se consolida la participación de y para todos.

Pbro. Juan Beristain de los Santos

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