En este día, 4 de julio de 2021, celebramos el Domingo 14 del Tiempo Ordinario, Ciclo B, en la liturgia de la Iglesia Católica. El pasaje evangélico de hoy es de San Marcos (6, 1-6): “Jesús fue a su tierra en compañía de sus discípulos. Cuando llegó el sábado, se puso a enseñar en la sinagoga, y la multitud que lo escuchaba se preguntaba con asombro: -¿Dónde aprendió este hombre tantas cosas? ¿De dónde le viene esa sabiduría y ese poder para hacer milagros? ¿Qué no es este el carpintero, el hijo de María, el hermano de Santiago, José, Judas y Simón? ¿No viven aquí, entre nosotros, sus hermanas? Y estaban desconcertados”.
El rechazo de Nazaret. El texto evangélico prosigue: “Pero Jesús les dijo: -Todos honran a un profeta, menos los de su tierra, sus parientes y los de su casa-Y no pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y estaba extrañado de la incredulidad de aquella gente. Luego se fue a enseñar en los pueblos vecinos”. Muchos habitantes del pueblo donde creció Jesús lo rechazan. No podían entender que un paisano suyo, de origen humilde y sin fama social, fuese el enviado de Dios. Por eso resultó una visita inútil del Mesías a su pueblo. San Marcos manifiesta la tendencia humana a menospreciar a las personas y los valores cercanos. Así convierte ese acontecimiento en un modelo, en un paradigma de la incredulidad no sólo de Nazaret sino de todo el pueblo de Israel, como lo expresó San Juan en el prólogo del Evangelio: «Vino a los suyos y no lo recibieron». Entre los que rechazan a Jesús, Marcos señala especialmente a sus familiares. Así en (3, 20-21) comenta que sus parientes van a buscarlo porque decían: “Se ha vuelto loco”. En (3, 31-35) remarca la distancia entre los hermanos de Jesús y los que cumplen la voluntad de Dios.
La incredulidad de los conocidos. Las lecturas de este domingo nos presentan el panorama de la incredulidad. El profeta Ezequiel lo sufrió ante sus paisanos que compartían con él la desgracia del destierro, ya que no daban crédito al mensaje que él les compartía de parte de Dios. San Pablo experimentó momentos de fracaso y la tentación de abandonar la misión apostólica, porque en algunos lugares especialmente entre los judíos sólo encontró dificultades y persecuciones. Lo vivió, sobre todo, Jesús que en varios pueblos había sido aplaudido por su mensaje y sus milagros mientras que en Nazaret fue rechazado y, según la versión de San Lucas, intentaron despeñarlo del monte donde estaba con el fin de matarlo. Las preguntas que suscitó su predicación entre los nazarenos eran: ¿Quién es éste? ¿De dónde le viene la sabiduría y el poder milagroso que muestra?
El rechazo actual. En la actualidad, Jesucristo es rechazado por algunos sectores de la sociedad y la cultura. Se ha intentado reducirlo a un personaje histórico del pasado que ya no tiene importancia para la vida moderna. Junto con él, se rechaza a su Iglesia y se exhiben los pecados de sus pastores y feligreses para restarles autoridad moral y poder así imponer ideologías relativistas, seculares y hedonistas que no reconocen al Creador del universo, ni respetan las leyes de la naturaleza sino que endiosan la tecnología, la economía, el laicismo y la decisión de la voluntad humana para construir una nueva torre de Babel e imponer una moralidad como la de Sodoma y Gomorra. Los cristianos debemos atestiguar la verdad del Evangelio a pesar de los rechazos y las descalificaciones de quienes promueven la cultura de la muerte y la corrupción moral legalizando el aborto, la eutanasia, el libertinaje sexual, el abuso de los recursos naturales y el uso lúdico de las drogas. La actitud de Jesús y de los profetas es ejemplar para la Iglesia y los cristianos llamados a ser testigos de la verdad, a hacer no sólo lo correcto sino lo ético, a hablar con claridad sobre la religión, la cultura y el comportamiento humano, a llamar bien lo que verdaderamente esté bien y mal a lo que esté mal aunque para ello tengamos que remar contra corriente.
+Hipólito Reyes Larios
Arzobispo de Xalapa