El profeta que modela al Pueblo.

Pablo Garrido Sánchez
Pablo Garrido Sánchez

Este titular lo referimos a la relación y convivencia entre Moisés y el Pueblo de Israel. DIOS tenía algo que decir al Pueblo esclavizado en Egipto. El Génesis dio inicio en la Biblia a la Revelación, y muestra las bases de una construcción mucho más grande. En el Génesis nos movemos dentro del marco patriarcal y en el Éxodo se forja la identidad del Pueblo elegido. Los prolegómenos de este Pueblo están marcados por la dispersión y la esclavitud. El Pueblo hebreo mostraba unos ciertos rasgos que los hermanaban; y, al mismo tiempo, levantaron la inquietud y suspicacia de los que se consideraban propietarios de aquella nación, por lo que la esclavitud no se hizo esperar. El Pueblo hebreo en su clamor a DIOS fue escuchado, y del mismo desierto surgió Moisés con la misión de liberar al Pueblo esclavizado. Desde la génesis de las cosas, hasta este punto, pasaron muchos sucesos; pero es en este momento cuando DIOS se encuentra con un número suficiente de personas para iniciar una nueva etapa en el camino de la Revelación. Curiosamente este número suficiente surge de la dispersión y la esclavitud, que conservaba en sus raíces religiosas la figura del DIOS de los padres: el DIOS de Abraham, el DIOS de Isaac y el DIOS de Jacob (Cf. Ex 3,6). Como siempre la Biblia no nos cuenta teorías, sino que narra historias con protagonistas que reciben la Revelación. Desde entonces, la narrativa se vuelve consubstancial a los hechos, para que estos muestren toda su eficacia espiritual a través de las generaciones. Observemos, también, que la Biblia señala con preferencia los datos temporales refiriéndose a las personas y no a la medición temporal en años. Lo que importa es el tiempo de Moisés, el tiempo de David o Salomón; o el tiempo de Josías, porque la historia de la Biblia discurre en medio de los acontecimientos surgidos de la relación de las personas con DIOS. Con toda paciencia, después del Paraíso, DIOS sigue buscando al hombre, y para la empresa de liberar de la esclavitud y dar origen a un Pueblo, DIOS buscó a Moisés. La identidad de Moisés se forja junto con el Pueblo caminando por el desierto, y todo lo anterior es una larga preparación, que dura bastante tiempo, conocida por todos a grandes rasgos.

 

La Alianza.

 

El objetivo de Revelación de DIOS al Pueblo hebreo está en la formalización de la Alianza. La misma identidad del Pueblo Hebreo surgirá de la relación establecida con DIOS a través del mediador o profeta Moisés. Una vez más, y de modo misterioso, la palabra clave en todo este proceso es diálogo. Para que el Pueblo se constituya y DIOS se pueda revelar es necesario un diálogo dentro de un marco preciso, en el que DIOS y el Pueblo van a resolver objetivos comunes. DIOS promete al Pueblo la posesión de una tierra, que irá conquistando paulatinamente, pero esa conquista se hará gracias a la acción misma de DIOS, a través del Pueblo, que irá expulsando a todos los obradores de iniquidad: nigromantes, invocadores de espíritus, practicantes de cultos idolátricos que practican los rituales de sacrificios humanos (Cf. Dt 18,10-11). DIOS quiere un Pueblo que bajo su inspiración y acción erradique la influencia de Satanás con toda su estela de muerte.

 

El profeta o mediador.

 

DIOS elige al pueblo hebreo no porque sea fácil de modelar, pues en más de una ocasión recibirá la consideración de “pueblo de dura cerviz” (Cf. Ex 32,9). Al frente del mismo había que poner a un hombre dotado de cualidades humanas y de notable  espíritu religioso. Moisés fue una persona preparada, sin él saberlo, para reunir el conjunto de características adecuadas a la misión trascendental, que se le iba a encomendar. Nada quedó fuera de los planes providenciales de DIOS: los años transcurridos en la corte del Faraón, lo capacitaron desde el punto de vista humano, sin perder la clara conciencia de sus orígenes hebreos; el tiempo pasado con Jetró le proporcionó una familia y una preparación religiosa en línea monoteísta. Con este preámbulo, Moisés estaba en condiciones de recibir una revelación excepcional, que lo dispondría para una misión muy superior a sus previsiones y fuerzas personales. El episodio de la zarza ardiente (Cf. Ex 3,2) señala el punto de partida para un camino, que va a ser recorrido por el Pueblo, Moisés y YAHVEH, en diálogo con el propio Pueblo mediante Moisés.

 

Moisés juzga al Pueblo.

 

El primer rasgo que el hombre aprecia de DIOS es el poder. La consideración o percepción del Amor de DIOS queda para los estadios más elevados de la conciencia religiosa, por eso YAHVEH tiene que acreditarse ante el Pueblo elegido por sus manifestaciones de poder. Este es el sentido de las plagas que asolan Egipto, que serán desgracia y calamidad para los egipcios y liberación final para los hebreos. El profeta o mediador designado por DIOS tiene que participar de este poder divino para acreditarse y ejercer el liderazgo que la misión encomendada lleva consigo. Las palabras de Moisés tienen que estar refrendadas por signos de poder. Estos signos de poder tienen que presentar factores diferenciales con otros signos de poder similares, que acompañaban a los magos de la corte del Faraón; por eso la potencia de las plagas utilizadas como signos de poder fueron creciendo en magnitud, y quedando fuera del alcance de la simulación mágica de los magos y hechiceros de la corte del Faraón. El paso del Mar Rojo cerraría el conjunto de signos de poder, que YAHVEH y Moisés iban a presentar ante el Pueblo elegido. La apertura de las aguas del Mar Rojo garantizó la libertad del Pueblo elegido con la desaparición en aquellas mismas aguas de los ejércitos perseguidores. La palabra de Moisés, se ponía en evidencia, era escuchada por YAHVEH, y DIOS le comunicaba sus decisiones.

 

El capítulo dieciocho, del libro del Éxodo, se encarga de narrar diversos hechos que sustentan algunos de los rasgos comentados. Jetró era sacerdote de Madián y suegro de Moisés, que estaba casado con Séfora. De aquel matrimonio habían nacido dos hijos, Guersón y Eliézer. Moisés dio la bienvenida a su suegro, y este como sacerdote, creyente en el DIOS que se había revelado a Moisés, ofreció un sacrificio de comunión al que asistieron todos los representantes del Pueblo. Séfora acompañará a Moisés hasta su fallecimiento, y Moisés se volverá a casar con Tharbis. Este hecho no le impidió su categoría excepcional como profeta, hombre de DIOS, y fundador del Yavismo o religión judía. Jetró comprueba que Moisés dedica jornadas intensivas a resolver todo tipo de asuntos a las personas particulares, que acuden a él en busca de un solución justa y equitativa. Jetró aconseja a Moisés con la autoridad del anciano, que debe organizar la administración de justicia dando cabida y participación a personas sabias y prudentes; pues, de otra forma, no se llevará a término el camino emprendido. Así lo hizo Moisés, y designó colaboradores para grupos de mil, de ciento, de cincuenta y de diez. Y los casos más difíciles júzgalos tú, pero no hagas fracasar la obra por exceso de trabajo. Moisés juzgaba transmitiendo las normas y  disposiciones que DIOS le daba, y realizaba sobre los casos concretos una pedagogía religiosa y moral.

 

 

Moisés vence a Amalec.

 

Moisés es calificado por el libro de Números como “el hombre más humilde sobre la tierra” (Cf.  Nm 12,3); y el libro del Éxodo, en el capítulo diecisiete narra el episodio de la lucha entre el Pueblo elegido y Amalec. Es Josué quien lidera la campaña contra Amalec, y Moisés con Aarón y Jur suben a la montaña sagrada para orar. Mientras Moisés mantiene los brazos levantados, vence Israel; cuando Moisés baja sus brazos, vence Amalec. Al ver lo ocurrido, Aarón y Jur sientan a Moisés en una piedra y le mantienen los brazos levantados como signo de invocación y súplica. La narración concluye: “YAHVEH está en guerra con Amalec de generación en generación” (Cf. Ex 17,16). Moisés juzga lo que YAHVEH juzga y libra las mismas batallas de YAHVEH. El libro del Éxodo prepara al Pueblo y a Moisés para la revelación suprema de la Ley, que va a dar contenido a la Alianza.

 

“El Pueblo se mantenía a distancia” (Ex 20,18).

 

Todo el Pueblo y Moisés estaban convocados para la gran manifestación de YAHVEH: sonido de trompetas, relámpagos y densas nubes, acompañaban la manifestación externa de la gran teofanía. El Pueblo, entonces, dijo a Moisés: habla tú con nosotros, que podremos entenderte; pero que no hable DIOS con nosotros, no sea que muramos” (Ex 20,19). Moisés quedó instituido como mediador insustituible ante el Pueblo, que tenía constancia de la presencia de YAHVEH pero no resistía estar ante ÉL. Durante esta manifestación extraordinaria, DIOS reveló el Decálogo y Ley de Santidad, que comprendía múltiples normas de carácter práctico para la convivencia y la vida religiosa. El Pueblo era depositario de una Ley que le permitiría regular su vida y orden religioso y social, con lo que paso a paso por el desierto se iría forjando una identidad. La condición dispersa y atomizada de la permanencia en Egipto estaba siendo transformada por un compromiso de fidelidad, en la Alianza establecida con YAHVEH, que los encaminaba hacia una tierra, que “manaba leche y miel” (Cf. Ex  3,8). A pesar de todo no faltaron las protestas y las desviaciones graves, ante las que Moisés tuvo que ejercer su papel de intercesor; y DIOS escuchó siempre su oración.

 

El Nuevo Profeta anunciado.

 

El libro del Deuteronomio eleva la Ley a una condición espiritual, que anida en el corazón del hombre de forma real y misteriosa: “no digas, quién nos hará saber el mandamiento del SEÑOR, quién nos lo traerá de las regiones recónditas?, porque mi mandamiento está muy cerca de ti, está en tus labios y en tu corazón:, cúmplelo” (Cf. Dt 30,13-14). Lo mismo que dirá el profeta Jeremías cuando haga saber de la Nueva Alianza, que DIOS va a sellar en los corazones de todos los hombres, para que nadie le tenga que decir a su hermano, he ahí al SEÑOR; pues todos sabrán que el SEÑOR está en medio de ellos” (Cf. Jr 34,31-34). Para esa Nueva Ley, Nueva Alianza se va a necesitar un Nuevo Profeta, que se anuncia en los versículos de esta lectura del Deuteronomio: “suscitaré de en medio de sus hermanos un Profeta semejante a ti. Pondré mis palabras en su boca, y  ÉL les dirá todo lo que YO  le mande; y el que no escuche sus palabras YO le pediré cuentas de ello” (Cf. Dt 18,18-19). La tradición del Pueblo de Israel estuvo presidida por los grandes profetas, que escribieron con el Pueblo la Historia de Salvación, pero lo hicieron dentro de la Alianza establecida entre YAHVEH y el Pueblo, mediante Moisés en el Sinaí. Pero aquella Alianza, Ley y Profeta, ya señalaban una Nueva Alianza, una Nueva Ley y a un nuevo PROFETA.  JESÚS de Nazaret da pleno cumplimiento al contenido del libro del Deuteronomio y lo desborda en todos sus límites. El Mediador y Profeta es uno de la TRINIDAD, el HIJO único de DIOS. Nadie podía sospechar este acontecimiento, porque nadie tenía noticia de la condición trinitaria de DIOS.

 

Una jornada con JESÚS y un sumario.

 

“De generación en generación, YAHVEH está en guerra contra Amalec” (Ex 17,16). En tierras de la Galilea empieza a manifestarse el PROFETA, y el combate espiritual entra en su fase final: “veía YO caer a Satanás del Cielo a la tierra como un rayo” (Cf. Lc 10,18). La contienda del PROFETA se mantendría en tensión permanente desde los cuarenta día en el desierto hasta el instante en el que “todo estuvo cumplido” (Cf.  Jn19,30), en la Cruz. San Marcos ofrece el itinerario de una jornada de JESÚS como si de una nueva creación se tratase: un sábado por la mañana en la sinagoga de Cafarnaum; al mediodía visita y estancia en la casa de Pedro y Andrés en la misma localidad. Al atardecer JESÚS recibe y cura a mucha gente. Tras unas horas de descanso nocturno, JESÚS se levanta todavía de noche para su oración personal, en un lugar solitario, que los discípulos reconocen pronto. Y concluye este breve itinerario con un sumario: “JESÚS recorría la Galilea predicando y liberando a todos los poseídos por el diablo” (Cf. Mc 1,39).

 

El sábado y la sinagoga (Mc 1, 21-28)

 

Después de la elección de los cuatro discípulos, y de la síntesis del programa inicial, que JESÚS va a desarrollar a lo largo de su ministerio, san Marcos utiliza una breve transición para dar comienzo a la misión de JESÚS: “al llegar a Cafarnaum” (v.21). En realidad, Cafarnaum tiene en frente por el este al Mar de Galilea; pero esta breve indicación del evangelista hace suponer, que transcurrieron varios días de estancia y convivencia en Cafarnaum por parte de JESÚS, que da a entender, que ha tomado esta localidad como centro logístico de su misión evangelizadora. Cafarnaum era una localidad de unos mil habitantes, con una centuria romana destacada allí y un centro de recaudación de impuestos. Por tanto, sin llegar al nivel de otras localidades de alrededor, mantenía un importante nivel comercial y de pesca.

 

JESÚS comienza en sábado la misión evangelizadora según el evangelista. El sábado encierra un alto significado religioso, pues “el sábado está hecho para el hombre, y no el hombre para el sábado” (Cf. Mc 2,27); pero esta afirmación, que en nuestros días desacraliza el valor religioso del sábado, para JESÚS es todo lo contrario: el sábado es el tiempo por excelencia para entrar en comunión con el SEÑOR. La cumbre de la Creación está en el descanso del sábado, no porque DIOS se hubiese fatigado de poner todas las realidades creadas en orden, sino porque el SEÑOR quiere hacer fiesta por la Creación realizada, que con el hombre llega a su cumbre y resulta ser muy buena (Cf. Gen 1,31). En esta convivencia festiva con DIOS, el hombre alcanza también la cima de su semejanza con el Creador. Ninguna otra criatura realiza la alabanza y adoración al Creador como lo lleva a cabo el hombre, aunque sea el hombre quien pueda prestar su voz a las demás criaturas para que de algún modo expresen su armonía con el CREADOR (Cf. Slm 148, Dn 3,57-88). El sábado es el día en el que se debe expresar la Caridad con toda su intensidad, por eso son pertinentes las curaciones que JESÚS realiza, pues no constituyen el ejercicio de un trabajo sanador, como el de un médico. Efectivamente, JESÚS cura de forma integral y no por etapas como si de un proceso de curación se tratase: su acción curativa es el efecto directo del AMOR de DIOS que entra en la escena humana causando una nueva creación.

En el día de sábado los judíos se reúnen en la sinagoga para leer, compartir y debatir sobre las Escrituras, además de realizar distintas oraciones con los Salmos, u otras oraciones de carácter rabínico, entre ellas las Dieciocho bendiciones. JESÚS con sus cuatro discípulos recién elegidos, van a la sinagoga de Cafarnaum. Como siempre  cada detalle dado por los evangelistas nos importa, y requiere  atención.

“JESÚS, el sábado, llegó a la sinagoga y se puso a enseñar” (v.21). En estas palabras desaparecen los discípulos recién elegidos, y Marcos reserva el primer plano para JESÚS. En su primera enseñanza pública con discípulos incluidos, aunque sean omitidos de momento, pues aparecerán cuando termine el episodio, y vayan a casa de Pedro (v.29). El texto no señala el contenido de la enseñanza, tan sólo el hecho  mismo de la presentación enseñando de JESÚS como MAESTRO. Otros lugares  aparecerán como lugares siempre oportunos  para enseñar, pero es necesario fijar las  posiciones entre JESÚS y la sinagoga, que van a permanecer durante todo el transcurso de la vida pública de JESÚS.  Los allí presentes “quedaban asombrados de su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas” (v.22). No es lo mismo establecer opiniones a manifestar conocimiento y sabiduría. El papel principal de JESÚS no fue nunca el de gastar energías en debates inútiles, sino en manifestar la Verdad que nos salva y está fuera del alcance humano. La verdadera sabiduría no viene por la acumulación de opiniones; más bien, en la mayoría de las ocasiones, la montaña de posturas discrepantes persuaden de que la Verdad no existe y queda al criterio de cada uno. Esto último es lo moderno, y quien se atreva a manifestar una certeza, puede ser tildado de intolerante, retrógrado, intransigente, o cualquier otro calificativo similar. La aproximación al descubrimiento de la cosas es necesario y posible cuando se mantiene un proceso correcto de razonamiento; pero incluso, entonces, la razón puede llegar a reconocer sus límites. Recordamos en este sentido, el problema del dolor y el sufrimiento relacionado con el Mal; y su tratamiento en el libro de Job. El fondo de algunas realidades que nos afectan de modo directo sólo nos viene por Revelación, y en este punto radica la autoridad espiritual y moral de JESÚS. La autoridad mostrada por JESÚS en sus palabras está ligada a la impronta de su persona y presencia. Ante los ojos y oídos de aquellos galileos de Cafarnaum se presentaba alguien con unas dotes y cualidades inéditas. Su categoría espiritual era una percepción directa para los presentes, y de modo inmediato las fuerzas espirituales antagónicas dieron la cara para presentar batalla.

 

La batalla espiritual.

 

JESÚS no entabla una batalla cultural, sino espiritual. Allí en la sinagoga un hombre poseído por un espíritu inmundo, se puso a gritar: ¿qué tenemos nosotros contigo, JESÚS de Nazaret, has venido a destruirnos? Sé quien eres: el SANTO de DIOS” (v.24) El hombre poseído pone en evidencia la situación de la sinagoga y declara quién es JESÚS desde su condición antagónica. Es probable que el hombre poseído fuera asistente asiduo de la sinagoga, que en ningún momento percibió el estado espiritual de aquella persona. La Ley y la pureza ritual de los fariseos no fueron  suficientes para desvelar una situación espiritual, que repercutía en la comunidad.    Ante la presencia de JESÚS, el espíritu que dominaba al asistente a la reunión, empezó a dar muestras de su propia identidad, al tiempo que reconocía a JESÚS de forma desconcertante para los presentes. En un principio el espíritu demoníaco increpa a JESÚS utilizando el plural, porque el diablo fragmenta la realidad para confundir al hombre, y cuando es descubierto siente que él mismo es destruido “¿Qué tenemos nosotros contigo, JESÚS de Nazaret, has venido a destruirnos?” En un principio, el diablo señala la procedencia cercana y geográfica de Nazaret, pero declarando el poder espiritual de JESÚS, que a modo de LUZ está cegando la mirada y existencia del espíritu diabólico: las tinieblas no resisten la LUZ. San Marcos hace valer las premisas con las que identifica a JESÚS: ÉL es el UNGIDO, y el HIJO de DIOS. Lo mismo que el ESPÍRITU SANTO llevó a JESÚS al desierto (v.12), se demuestra por los hechos que el ESPÍRITU SANTO está actuando en JESÚS en la arena evangelizadora. La contienda se establece entre la LUZ y las tinieblas. Pero el poseído se hace portavoz de otra verdad aunque no la completa: “sé quién eres: el  SANTO de DIOS”. El espíritu satánico sabe que el conocimiento de la identidad  confiere un cierto poder sobre el contrario. El diablo percibe la santidad del que tiene en frente, pero no alcanza a medir toda su magnitud. JESÚS es más que el SANTO de DIOS; en realidad es el DIOS SANTO, aunque su aspecto visible sea de hombre, pero su humanidad es la del HIJO de DIOS. Empieza a cumplirse el programa propuesto por JESÚS:”el tiempo se ha cumplido, está cerca el Reino de DIOS; convertíos y creed en el Evangelio” (v.15)

 

Una doctrina nueva.

 

La Palabra Nueva y los signos que la acompañan constituyen el patrón evangelizador de JESÚS: “una doctrina nueva expuesta con autoridad, pues hasta los espíritus inmundos lo obedecen” (v.27). Desde ese momento, la región de Galilea se convierte en testigo de excepción de la gran revelación escondida en el Misterio de DIOS desde  la creación del mundo (Cf. Col 1,26) DIOS permanece fiel a sus promesas y va preparando a través de los siglos la aparición del que es más que un profeta, pues revela la intimidad misma de DIOS con sus palabras y acciones. DIOS ama a los hombres y quiere restaurar la condición humana desde sus mismas raíces, erradicando la acción diabólica, que destruye al hombre, causándole dolor y sufrimiento. JESÚS mantendrá a lo largo de su ministerio público una relación especial con el dolor y el sufrimiento del hombre, sin omitir el pecado, pero en la línea del libro de la Sabiduría: “por envidia de Satanás, entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte, el dolor y el sufrimiento” (Cf. Sb 2,24). La lucha contra Satanás es la lucha  contra el poder personalizado del mal en última instancia. Cuando, en la actualidad, se niega, solapa y oculta la actuación corruptora del gran corruptor, se está cayendo en una gran ingenuidad o mentira. Estamos llegando a dos situaciones extremas igualmente  problemáticas: hoy a Satanás se le niega o se le adora para perdición del  hombre.

 

La fama de JESÚS.

 

La buena fama es un patrimonio intangible, que llega a valorarse en buena medida cuando sucede la muerte social, o la difusión de una calumnia, que puede ensombrecer para siempre la trayectoria de una vida. JESÚS no fue ajeno a esta circunstancia, y la buena fama, dice el texto, se extendió con rapidez, porque “nadie podía realizar los signos que JESÚS hacía, si DIOS no estaba con ÉL “ (Cf. Jn 3,2).  De momento san Marcos señala la región de Galilea, y su fama irá en paralelo con las conspiraciones de los adversarios. El punto máximo de rechazo y persecución llegó con la vuelta a este mundo de Lázaro, el amigo de Betania, que llevaba muerto y sepultado cuatro días. A partir de aquel momento, las autoridades judías deciden acabar físicamente con JESÚS (Cf. Jn 11,53)

En aquellos tiempos no había una trasmisión de noticias tan rápida como en los actuales, cosa que todos sabemos; pero las novedades eran escasas, lo que favorecía la divulgación de hechos extraordinarios. Las curaciones milagrosas eran un poderosísimo reclamo en unos tiempos en los que abundaban las enfermedades incurables. La ceguera estaba muy extendida, la lepra era altamente contagiosa, los accidentes podían dejar lisiadas a las personas de por vida, y no faltaban, como acabamos de ver en este evangelio, los casos de personas consideradas como poseídas o endemoniadas. El cuadro de dolor y sufrimiento era considerable, y la salud siempre ha sido un valor prioritario. Las curaciones derivadas de los milagros de JESÚS tenían una características especiales, y eso dotaba a su persona y predicación de una gran admiración  por parte de todos.

 

San Pablo, 1Cor 7, 32-35

 

Las cartas a los Corintios se califican como escritos de circunstancias: el apóstol va respondiendo desde su autoridad apostólica a distintos asuntos, que son objeto de la vida de las comunidades. Al final de este capítulo ratifica sus consejos, haciéndolos valer por la presencia del ESPÍRITU SANTO en él: “también yo considero poseer el ESPÍRITU de DIOS” (v.40). Sin duda alguna todo lo expuesto en este capítulo sobre el matrimonio y el celibato es aplicable en cualquier época, a condición de despojar las sentencias del apóstol de la urgencia apocalíptica que las inspiran: “la figura de este mundo se termina” (v.31). San Pablo quiere ahorrar a los suyos trabajos inútiles con la pretensión de estar lo mejor dispuesto para el encuentro con el SEÑOR que está cerca. Hay que hacer notar la libertad que otorga el apóstol a la hora de tomar decisiones, a pesar de la inminencia con la que él plantea los distintos estados de vida. En definitiva hoy matizamos los consejos dados por san Pablo, porque al ser  dados para determinadas circunstancias, hay que valorarlos según la variación de las mismas.

“Yo os quisiera libres de preocupaciones. El no casado se preocupa de las cosas del SEÑOR” (v.32). Salta a la vista que un planteamiento de este tipo no se puede tomar  en términos absolutos, pues habrá personas casadas que ofrecen un rendimiento mayor a las cosas del SEÑOR, aunque pareciera que la disponibilidad total del tiempo  redunda en mayor rendimiento. Cada persona es un pequeño mundo complejo, cuyas disposiciones personales subjetivas condicionan toda su acción. Hay profesiones que son vocaciones perfectamente asumidas, por lo que la persona se siente veinticuatro horas al día dispuesto para dicha vocación, y su estado matrimonial, lejos de constituir un inconveniente es el medio propicio para  llevarlo a cabo. En este sentido podríamos señalar algunos casos de gran renombre en los que la adopción del estado matrimonial se vio como más idóneo para la realización de una acción solidaria en el nombre del SEÑOR, que implicaba la dedicación a tiempo completo.

“El casado se preocupa de las cosas del mundo, de cómo agradar a su mujer” (v.33).  Seguimos en la misma línea del tiempo dedicado, añadiendo la exclusividad de las atenciones. Existen relaciones marcadamente neurotizadas, en las que una de las partes exige una atención absoluta; y en este caso estamos en una situación patológica. En circunstancias normales, el núcleo familiar formado por el esposo y la esposa con sus hijos exigirá un tiempo, para el que las partes colaborarán, disponiendo de capacidades personales para abordar acciones específicas dentro del campo evangelizador. San Pablo tenía el caso cercano de Priscila y Aquila, que eran matrimonio y estaban a la vanguardia de la evangelización. El mismo apóstol reconoce que muchos evangelizadores y apóstoles van acompañados de sus esposas en la misión evangelizadora (Cf. 1Cor 9,5). Por otra parte, no está fuera de lugar el considerar que en el envío de los setenta y dos discípulos por parte de JESÚS, que mandó de dos en dos, hubiera matrimonios enviados (Cf. Lc 10,1).

La división interior de los casados por las preocupaciones surgidas de su estado matrimonial es posible, porque la división interna es primero un asunto personal e individual. Cada persona presenta su grado de división interior, que sólo puede resolver la paz del SEÑOR. Poco valor damos al Sacramento del Matrimonio, si no concedemos al mismo una acción sanadora, que en el desarrollo sacramental que  acompaña la misma vida de casados, vaya armonizando y sanando las divisiones interiores, que impiden ofrecer al SEÑOR un corazón unificado y cada vez más íntegro. Esta división del corazón de los esposos se compadece mal con el signo de la vida matrimonial como expresión clara de la unión de CRISTO con su IGLESIA (Cf. Ef 5,32). Habrá casos, en los que el matrimonio les ha salido mal y les ha sobrevenido una tragedia; en ese caso, tendrán que examinar si en realidad no están en una situación de nulidad matrimonial, que el propio apóstol considera (v.15). Desgraciadamente las palabras del apóstol se han tomado por distintos sectores dentro de la Iglesia como verdaderos estereotipos con los que se ha ido clasificando a las personas y marcando estados de perfección cristiana, sin tener en cuenta que las palabras del apóstol salieron de unas circunstancias concretas con unas premisas espirituales que preveían una inminente parusía.

 

Pablo Garrido Sánchez.

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