El Papa Francisco y sus 13 nuevos cardenales.

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La ceremonia contó con una participación reducida de personas para respetar las actuales medidas sanitarias ocasionadas por el coronavirus.

De los 13 nuevos cardenales, 9 de ellos tienen edad para participar en un hipotético cónclave: el español Celestino Aós Braco, de 75 años, arzobispo de Santiago de Chile; el maltés Mario Grech, de 63 años, secretario general del Sínodo de los Obispos; Marcello Semeraro, italiano, de 72 años, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos; el ruandés Antoine Kambanda, de 61 años, arzobispo de Kigali; el estadounidense Wilton Gregory, de 71 años, arzobispo de Washington; Augusto Paolo Lojudice, de 56 años, arzobispo de Siena; el italiano franciscano Mauro Gambetti, de 54 años; al filipino José Advincula, de 68 años, arzobispo de Capiz y a Cornelius Sim, de 69 años, vicario apostólico de Brunei.

Además, el Papa añadió al Colegio Cardenalicio sin derecho a participar en un hipotético cónclave debido a la edad a: Felipe Arizmedi Esquivel, de 80 años, obispo emérito de San Cristóbal de las Casas, México; a Silvano Tomasi, también de 80 años, arzobispo de Asolo, ex Nuncio Apostólico y ex Observador de la Santa Sede ante la ONU en Ginebra; Enrico Feroci, de 80 años, párroco del Santuario del Divino Amore y ex director de la Cáritas de Roma y a Raniero Cantalamessa, de 86 años, franciscano capuchino y predicador de la Casa Pontificia.

Debido al coronavirus dos de los nuevos purpurados no pudieron viajar a Roma para participar en el consistorio, pero de igual modo fueron creados cardenales. Se trató de José Advincula y de Cornelius Sim, quienes recibirán en sus países de manos de un representante del Santo Padre, en otro momento por determinar, el birrete, el anillo y la bula con el título.

Tras este consistorio, el Colegio Cardenalicio estará compuesto por 229 purpurados, de los cuales 128 son electores en un futuro cónclave, y 101 no, porque son mayores de 80 años. La ceremonia tuvo algunos cambios. El Papa Francisco estuvo colocado en el altar de la Cátedra de la Basílica de San Pedro y no en el altar de la Confesión, que es el altar principal situado al centro de la Basílica vaticana.

El Pontífice realizó como de costumbre el rito de la creación de nuevos cardenales y realizó la imposición de la birreta, entregó el anillo, la bula de creación cardenalicia y la asignación del título cardenalicio a los 11 neo purpurados presentes. Sin embargo, por las medidas sanitarias actuales, los nuevos cardenales no realizaron el tradicional abrazo de paz con los otros miembros del colegio cardenalicio.

Al entregar el título cardenalicio a Enrico Feroci, quien fue director de Cáritas Roma y actualmente es párroco del Santuario marino Divino Amore, el Santo Padre lo asignó como cardenal titular de la misma parroquia y exclamó: “Tu parroquia” y añadió “el Papa hace cardenal a un párroco. Gracias”.

Según el número estimado del Vaticano, junto a los cardenales presentes, en la ceremonia participaron 100 personas, entre fieles laicos, personas consagradas, presbíteros y obispos que acompañaban a los purpurados de nueva creación. Todos llevaban mascarillas menos el Papa. Otro curiosidad fue que los miembros del colegio cardenalicio que no pudieron asistir al consistorio lo siguieron a través de una plataforma digital.

En su homilía, el Santo Padre alentó a los nuevos cardenales a permanecer cerca del camino de Dios y alertó el peligro de diversos “tipos de corrupción”

“Queridos hermanos: Todos nosotros queremos a Jesús, todos deseamos seguirlo, pero tenemos que estar siempre vigilantes para permanecer en su camino. Porque con los pies, con el cuerpo podemos estar con Él, pero nuestro corazón puede estar lejos y llevarnos fuera del camino. Pensemos en tantos tipos de corrupción en la vida sacerdotal. Así, por ejemplo, el rojo púrpura del hábito cardenalicio, que es el color de la sangre, se puede convertir, por el espíritu mundano, en el de una distinción eminente. Y tú no serás el pastor cercano al pueblo, sentirás ser solamente la eminencia, ¿también tú sentirás esto? estarás fuera del camino”, advirtió.

Asimismo, el Papa destacó que el Evangelio “es una Palabra que salva, necesaria para la Iglesia de todos los tiempos” y agregó “también nosotros, Papa y cardenales, tenemos que reflejarnos siempre en esta Palabra de verdad. Es una espada afilada, nos corta, es dolorosa, pero al mismo tiempo nos cura, nos libera, nos convierte”.

“Conversión es justamente esto: desde fuera del camino, volver al camino de Dios. Que el Espíritu Santo nos conceda, hoy y siempre, esta gracia”, concluyó el Papa.

Al finalizar la celebración, todos los presentes cantaron la Salve Regina y luego los nuevos cardenales acompañados por sus secretarios salieron en procesión con el Papa y pasaron por la capilla de San José antes de volver a la sacristía.

Después de la creación de cardenales Francisco acudió con los nuevos príncipes de la Iglesia a visitar, como es habitual en este extraño pontificado -al tener al antecesor vivo- a Benedicto XVI. En la visita se pudo ver a un Benedicto con una salud mucho mejor, aparentemente, del que pudimos ver cuando visitó a su hermano en Alemania poco antes de morir.

Con información de InfoVaticana/Aciprensa

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