“Ahuyentemos el pesimismo y la desconfianza y entremos mar adentro con Jesús. Incluso nuestra pequeña barca vacía será testigo de una pesca milagrosa”, lo dijo el Papa Francisco en su alocución antes de rezar la oración mariana del Ángelus, de este V Domingo del Tiempo Ordinario. Comentando el Evangelio que la liturgia presenta este domingo, el Pontífice recordó que, una multitud seguía a Jesús a orillas del mar de Galilea, donde también se encontraban algunos pescadores decepcionados, entre ellos Simón Pedro, que lavan sus redes después de una noche de pesca infructuosa. Luego subió a una barca, y Jesús los invitó a ir mar adentro y echar de nuevo las redes.
Dos acciones de Jesús: enseñar y volver a empezar
En este contexto, el Santo Padre se detuvo a reflexionar en dos acciones de Jesús: el primero, sube a la barca y, luego, invita a ir mar adentro. Explicando esta primera acción, el Papa señaló que, Jesús sube a la barca de Simón para enseñar. “Pide precisamente esa barca, que no está llena de peces, sino que ha regresado a la orilla vacía, tras una noche de trabajo y decepción. Es una bella imagen para nosotros también – indicó el Pontífice – cada día la barca de nuestra vida abandona la orilla de nuestro hogar para adentrarse en el mar de las actividades cotidianas; cada día intentamos ‘pescar mar adentro’, cultivar sueños, llevar adelante proyectos, vivir el amor en nuestras relaciones”. Pero a menudo, como Pedro, precisó el Papa, experimentamos la “noche de las redes vacías”, la decepción de esforzarse tanto y no ver los resultados deseados.
Nuestra barca vacía, la cátedra de Jesús
En este sentido, el Papa Francisco señaló que, Jesús elige subirse a nuestra barca. Desde allí quiere anunciar el Evangelio al mundo. “Precisamente esa barca vacía, símbolo de nuestra incapacidad – subrayó el Pontífice – se convierte en la ‘cátedra’ de Jesús, en el púlpito desde el que proclama la Palabra. Esto es lo que le gusta hacer al Señor: subir a la barca de nuestra vida cuando no tenemos nada que ofrecerle; entrar en nuestros vacíos y llenarlos con su presencia; servirse de nuestra pobreza para proclamar su riqueza, de nuestras miserias para proclamar su misericordia”. Recordemos esto, señaló el Papa, Dios no quiere un crucero, le basta con una pobre barca “destartalada”, siempre que lo acojamos.
Con Jesús se navega por el mar de la vida sin miedo
La segunda acción sobre la que reflexionó el Santo Padre se refiere a, como el Señor reconstruye la confianza de Pedro. Tras subir a su barca, después de predicar, le dice: «Rema mar adentro». “No era una hora adecuada para pescar, pero Pedro confía en Jesús. No se apoya en las estrategias de los pescadores, que conocía bien, sino en la novedad de Jesús”. Lo mismo ocurre con nosotros, agregó el Papa, si acogemos al Señor en nuestra barca, podemos ir mar adentro. Con Jesús se navega por el mar de la vida sin miedo, sin ceder a la decepción cuando no se pesca nada, y sin ceder al “no hay nada más que hacer”. Siempre, tanto en la vida personal como en la vida de la Iglesia y de la sociedad, se puede hacer algo que sea hermoso y valiente. Siempre podemos volver a empezar, el Señor siempre nos invita a volver a ponernos en juego porque Él abre nuevas posibilidades.
El Santo Padre concluyó su alocución alentándonos a aceptar la invitación de Jesús que nos dice: “ahuyentemos el pesimismo y la desconfianza y entremos mar adentro con Jesús. Incluso nuestra pequeña barca vacía será testigo de una pesca milagrosa”. Finalmente, el Papa pidió a María, que ella como ninguna otra que acogió al Señor en la barca de la vida, nos anime e interceda por nosotros.
Renato Martinez – Ciudad del Vaticano