El Papa da un toque de atención a las formas heterodoxas de celebración de la Misa.

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Como seguramente ustedes ya saben, el pasado día 16, fiesta de la Virgen del Carmen, el Vaticano publicó un nuevo motu proprio del Papa Francisco titulado “Traditonis custodes” por el cual deroga otro anterior de Benedicto XVI titulado “Summorum pontificum”. Al igual que su predecesor en su día, el Papa ha acompañado de una carta el texto jurídico, en la cual intenta explicar algunas de las cosas decididas.

Más allá de la decisión de limitar la celebración en la forma tridentina con el Misal de san Pío V, el Papa deja caer algunas perlas que son todo un toque de atención a toda la Iglesia.

El obispo Raúl Vera celebra una misa con la bandera LGTB.

 

Así, destaca que “me duelen por igual los abusos de una parte y de otra en la celebración de la liturgia. Al igual que Benedicto XVI, yo también deploro que «en muchos lugares no se celebraba de una manera fiel a las prescripciones del nuevo Misal, sino que éste llegó a entenderse como una autorización e incluso como una obligación a la creatividad»”. Hacia el final del texto, pide a los Obispos que “procuréis que cada liturgia se celebre con decoro y fidelidad a los libros litúrgicos promulgados tras el Concilio Vaticano II, sin excentricidades que fácilmente degeneran en abusos. A esta fidelidad a las prescripciones del Misal y a los libros litúrgicos, en los que se refleja la reforma litúrgica deseada por el Concilio Vaticano II, sean educados los seminaristas y los nuevos presbíteros.”

Junto a estos párrafos, resulta interesante aquel en el que dice que «quienes deseen celebrar con devoción según la forma litúrgica anterior no encontrarán dificultad en encontrar en el Misal Romano, reformado según la mente del Concilio Vaticano II, todos los elementos del Rito Romano, especialmente el canon romano, que es uno de sus elementos más característicos”. Dicho párrafo parece una invitación clara a que se celebre en rito nuevo de la forma y manera más fiel y continuista con el rito antiguo.

Por todos es conocido que en la Iglesia abundan formas variadas de celebrar. No es infrecuente encontrar los abusos a los que se refiere el Papa. Misas en las que el oficiante introduce variaciones en el texto del Misal a su gusto, ya sea para utilizar lenguaje inclusivo, ya para dar un sentido determinado a las palabras del Misal. A lo largo de mi vida he asistido a Misas en las que el pan era fruto del trabajo “del hombre y de la mujer” o el cáliz se ofrece por “muchas personas” (incluso a veces “todos y todas”). También he asistido a Misas en las que se modifican prefacios de modo que se dice por ejemplo “Cristo nuestra Pascua ha resucitado” donde el Misal dice “ha sido inmolado”. En la mayoría de estos casos, se altera además algún elemento de la Misa, como por ejemplo el modo de repartir la comunión o la forma de vestir del oficiante, que suele salir sin casulla. Estos pequeños abusos son singularmente habituales en las Iglesias de la Compañía de Jesús, de la que procede el Papa. Lo cual me permite hacerme la pregunta ¿ha dado el Papa un toque de atención a los Jesuitas con este documento?

Frente a estas Misas con abusos, no es infrecuente encontrar muchas Misas estrictamente fieles, incluso con detalles tomados del rito antiguo. Por ejemplo, el cardenal Rouco siempre rezaba el Pater noster en latín, y muchos sacerdotes fieles utilizan habitualmente el canon romano del que habla el Papa. Un canon muy difícil de encontrar habitualmente. Visto lo afirmado por el Papa, podemos preguntarnos también ¿cabría que un fiel pidiera a su párroco la celebración con el canon romano para ser más fieles a la tradición como sugiere el Papa? Seguramente sí, e incluso cabría pedir que alguna de las Misas, en las parroquias donde hay muchas, fuera en latín (naturalmente con el nuevo Misal, cuya edición típica es en latín).

 

Tertuliano.

Infovaticana.

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