Son muchas las voces que se han alzado para protestar de la parodia de Última Cena que se mostró en la inauguración de los Juegos Olímpicos de París, tanto de clérigos como de laicos e incluso de numerosos no católicos. Pero el Papa calla, un silencio difícil de entender.
Incluso los propios organizadores han tenido que disculparse. Como cuenta la agencia Reuters, los organizadores pidieron disculpas el domingo a los católicos y otros grupos cristianos indignados por un cuadro kitsch en la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos que parodiaba el famoso cuadro de Leonardo Da Vinci «La última cena». «Está claro que nunca hubo intención de faltar al respeto a ningún grupo religioso. (La ceremonia de apertura) intentó celebrar la tolerancia comunitaria», dijo en rueda de prensa Anne Deschamps, portavoz de París 2024.
En el mundo católico, como informa Infovaticana, a lo largo de todo el fin de semana se han sucedido una cascada de reacciones de autoridades eclesiásticas de relieve para mostrar su repulsa y desacuerdo con el acto. Pero no el líder de todos ellos, el Santo Padre.
El Papa, como recuerda nuestra Specola, no puede caminar, pero sí hablar, y no desaprovecha la ocasión de hacerle cuando puede. Y pudo, muy especialmente, en su alocución del Angellus. Pero no, no dijo una sola palabra. Poco antes su cuenta en X (antes Twitter) había expresado sus buenos deseos sobre estos Juegos. Nada más.
Todos a su alrededor, en el mismo Vaticano, lo hicieron y se expresaron con inusual contundencia. Hasta el arzobispo Vincenzo Paglia, presidente de Pontificia Academia para la Vida, refiriéndose en entrevista concedida a Il Giornale a los ideales revolucionarios de “Libertad, Igualdad y Fraternidad” dijo que la consigna (que calificó de “elevada”) “se vio empañada por la profanación de uno de los momentos más sagrados del cristianismo”.
Por CARLOS ESTEBAN.
LUNES 19 DE JULIO DE 2024.
INFOVATICANA,