El pan que nos da la vida de Dios

XX DOMINGO ORDINARIO. CICLO B

Pbro. José Manuel Suazo Reyes
Pbro. José Manuel Suazo Reyes

Continuamos meditando sobre el tema del pan de la vida del capítulo 6 del evangelista San Juan. Este domingo leeremos los versos 51 al 58. Recordamos que en la última cena con sus discípulos, Jesús hizo entrega a la Iglesia del don de su amor con el sacramento eucarístico de su Cuerpo y de su Sangre.

Nuevamente, en el evangelio que escuchamos este domingo, Jesús se presenta como el Pan vivo bajado del cielo y afirma EL QUE COMA DE ESTE PAN, VIVIRÁ PARA SIEMPRE. Se trata del alimento que comunica la misma vida de Dios y por lo tanto que ofrece la vida eterna.

Todos los creyentes deseamos tener la vida eterna, es decir superar la muerte y alcanzar la unión plena con Dios. Es esto lo que nos ofrece Jesús en la sagrada Eucaristía. Por eso tenemos necesidad de recibirla y de alimentarnos con ella continuamente. La Eucaristía es el alimento que nos da al mismo Jesús.

Los judíos que lo escuchaban, en lugar de atenderlo y recibirlo, se pusieron a discutir sobre el cómo de esta oferta de Jesús. Ya habían murmurado, ahora se enredan en discusiones que sólo los alejan más de Dios. Jesús por su parte reafirma lo que ha venido diciendo muchas veces: “si no comen mi carne y no beben mi sangre no tendrán la vida”.

Esto significa que no debemos esperar la muerte para tener la vida eterna, los que creemos en Cristo y nos hacemos sus discípulos, la podemos tener desde ahora. Esto se hace posible por medio de los sacramentos. Los siete sacramentos que administra la Iglesia, hacen posible que tengamos la vida eterna ya desde ahora, los sacramentos hacen posible que la vida de Dios esté en nosotros.

Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. Jesús no se presenta a nosotros como una idea abstracta o como un espíritu que no tiene carne y huesos sino como el Verbo de Dios encarnado que ha asumido nuestra naturaleza humana a fin de transformarla en un instrumento para comunicarnos la vida eterna.

Con el alimento que nos ofrece Jesús en la Eucaristía entramos en la nueva Alianza. La Nueva Alianza consiste en establecer una relación íntima con Dios. Jesús dice: quien come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. No se puede imaginar una unión más estrecha que la que se produce mediante la Santa Eucaristía.

Por último, Jesús también habla del aspecto dinámico de la Eucaristía. El que come de este pan vivirá para siempre. La Sagrada Eucaristía no solo realiza una comunión con Dios, es decir una relación profunda con Jesús, sino además produce una relación que orienta toda nuestra vida. Así como Jesús, cuya vida estaba orientada al Padre porque en todo él buscaba su gloria y quiso hacer siempre la voluntad del padre, del mismo modo el que recibe la Eucaristía tiene una vida orientada hacia Jesús. Es decir intenta llevar a cabo la obra de Jesús y por medio de Jesús llega también al padre. La sagrada Eucaristía hace posible que uno se mantenga en comunión con Dios.

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Párroco en San Miguel Arcángel, Perote, Veracruz.