Una viuda afligida se acercó al Padre Pío con una pregunta candente.
Estaba sumamente angustiada por el hecho de que su marido había ido a parar a su casa, y que se había salvado. Su temor se debía al hecho de que él la había abandonado a ella y a sus dos hijos para irse con su amante. Entonces un cáncer voraz se extendió por su cuerpo y se lo llevó a la tumba. La viuda le suplicó a Pío:
¿Dónde está su alma, Padre? No he podido dormir, estoy preocupada».
Pío le dijo sin rodeos:
El alma de su marido está condenada para siempre».
Pero la viuda no podía aceptarlo del todo y preguntó:
¿Condenado?».
Pío reveló:
Al recibir los últimos sacramentos ocultó muchos pecados. No tenía ni arrepentimiento ni una buena resolución».
Pío le explicó que su difunto esposo había arriesgado su salvación; utilizó su tiempo para buscar placeres y supuso que tendría tiempo para arrepentirse:
También fue un pecador contra la misericordia de Dios, porque dijo que siempre quería tener una parte de las cosas buenas de la vida y luego tener tiempo para convertirse a Dios».
Este es un relato muy aterrador.
El Padre Pío presenta la historia de una manera que da a sus críticos motivos para llamarlo insensible, y él no dio esperanzas a la viuda (porque no tenía motivos para ello).
Es así que a menudo, cuando Pío le contaba alguien que un ser querido había fallecido, decía:
No hay esperanza».
Disipó las dudas de la viuda sin tranquilizarla, pero también arrojó luz sobre la gravedad de la infidelidad y cómo puede amenazar las posibilidades de una persona de alcanzar la dicha y la beatitud eternas. El marido la había traicionado sin arrepentirse.
De la misma manera, había otro marido que vivía y respiraba y que quería obtener la aprobación de Pio para sus actividades extramatrimoniales. El señor vivía en Estados Unidos y era muy rico, pero se había involucrado con una joven.
El hombre era muy conocido por Pio y sus frailes, porque donaba mucho dinero. Viajó a Italia y fue al pueblo natal de Pio, Pietrelcina, y buscó al Padre Alberto D’Apolito. El Padre Alberto había sido amigo de Pio durante toda su vida, Pio había guiado su vocación y él era la razón por la que se había convertido en franciscano. Ahora Alberto tenía una gran responsabilidad: dirigir el convento donde había nacido Pio y que se había convertido en un lugar de muchas peregrinaciones.
Cuando el Sr. ON se acercó a Alberto con la petición de que ambos hicieran un viaje a San Giovanni para que pudiera obtener la bendición de Pio, Alberto estaba inquieto y en conflicto porque quería mantener al Sr. ON de su lado; había invertido dinero en proyectos franciscanos tanto en Pietrelcina como en San Giovanni, pero sabía que Pio no iba a tener tiempo para el Sr. ON.
A pesar de todo ello, el Sr. ON presionó más y Alberto cedió, pero advirtió:
Verás, cuando nos conozca, nos echará a los dos».
Alberto, de mala gana, lo llevó al estigmatizado, quien cuando vio al Sr. ON gritó:
¡Vete, no te conozco!»
Entonces Pio alertó a todos los que escuchaban sobre los planes del Sr. ON de divorciarse de su esposa: «¡Mandaron llamar al abogado, váyanse los dos!»
El señor ON salió corriendo y se le llenaron los ojos de lágrimas. Alberto lo tranquilizó, pero le aconsejó que se confesara en otro lugar y volviera con Pio. Así lo hizo y volvió con Pio, que lo saludó calurosamente como si nada hubiera pasado. Pio lo abrazó y le agradeció por ser un benefactor tan generoso. Cuando se despidieron, Pio le dijo:
Ahora que vas a volver a América, sé un buen cristiano, ¿entiendes?».
Pero, por desgracia, el hombre volvió a salir con la joven y le causó tal dolor y angustia que su familia quedó devastada. Tuvo la temeridad de escribirle a Alberto y suplicarle que lo llevara a ver a Pio una vez más. Alberto intervino y le preguntó a Pio, quien dijo solemnemente:
No».
Sólo unos meses después, el hombre terminó la relación para siempre, se arrepintió y su vida familiar era armoniosa y feliz. Volvió a preguntar si podía ir a San Giovani, y Pío aceptó. Estigmatizado y pródigo se abrazaron, Pío impartió su bendición sobre él y su familia, y el hombre
Puede que te sorprenda que el señor ON quisiera la aprobación de Pio, pues es cierto que era un gran donante y que tal vez estaba sobornando para obtener una bendición. Pero este fue un caso aislado: el marido infiel de La verdad sobre el infierno fue a ver a Pio para pedirle su apoyo. Gracias a Dios, hubo un final feliz.
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El primer relato está basado en Prophet of the People de Dorothy M. Gaudiose , Alba House, 2018, página 188.
El segundo relato está basado en Padre Pío, Memorias, Experiencias, Testimonios , de Alberto D’Apolito, San Giovanni, 2013, páginas 363 – 365.
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MARY O´REGAN.
MIÉRCOLES 11 DE DICIEMBRE DE 2024.