El 15 de enero de 2011, hace una década, sucedía algo nunca antes visto en la Iglesia: tres antiguos obispos anglicanos eran ordenados sacerdotes católicos, juntos en una sola ceremonia en Inglaterra. Les acompañaban sus familias, esposas e hijos ya crecidos.
No sólo tenían una dispensa especial del Papa para ser ordenados sacerdotes pese a estar casados, sino que el Papa Benedicto XVI les encargaba poner en marcha el Ordinariato personal de Nuestra Señora de Walsingham, para acoger a clérigos y comunidades de origen anglicano que quisieran entrar en plena unidad con la Iglesia Católica manteniendo aspectos de su patrimonio litúrgico y tradiciones anglicanas.
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Keith Newton, que un año antes aún pastoreaba la diócesis anglicana de Richborough, pasaba a ser el ordinario al frente, con mitra, báculo y pectoral (símbolos de jurisdicción, no de episcopado necesariamente). Como no es obispo, durante estos 10 años ha necesitado que algún obispo católico ordenase a sus nuevas vocaciones sacerdotales o al clero anglicano que se hace católico.
Sus compañero en poner en marcha la nueva realidad eran los ex-obispos Burnham, de la diócesis anglicana de Ebbsfleet, y Broadhurst, de la diócesis anglicana de Fulham. Y pronto fueron ordenando más ex-clérigos anglicanos que se les fueron sumando en Inglaterra y Escocia.
En una entrevista en I.Media, al cumplirse diez años del Ordinariato, Newton hace balance. El aniversario ha quedado deslucido por la pandemia, y se ha celebrado básicamente con misas por Internet. Pero está bastante satisfecho del camino recorrido esta década.
Más de cien sacerdotes
«Fueron muchos los que predijeron nuestra rápida desaparición: no ha sido el caso, ¡seguimos aquí!», comenta.
«Tenemos más de un centenar de sacerdotes, de los cuales 70 tienen menos de 75 años. Treinta de ellos trabajan a tiempo completo en las parroquias del Ordinariato. Y administramos unas veinticinco parroquias de la Iglesia católica en Gran Bretaña, lo cual nos permite tener influencia sobre las comunidades católicas locales», explica. Algunos son capellanes en colegios, hospitales, etc, aunque la Iglesia Católica inglesa, minoritaria en el país, no tiene tantos centros como en otras naciones.
El mapa marca las localidades con comunidades del ordinariato
Con presencia en 40 localidades de Gran Bretaña, el ordinariato tiene pocos fieles («unos cuantos millares», dice) pero sirve también a católicos que acuden a las misas celebradas mediante el nuevo «uso anglicano del rito latino».
Newton está contento de que los problemas económicos iniciales del ordinariato «están prácticamente resueltos. Empezamos con casi nada, y fue difícil, pero logramos mantener el rumbo cada año y mantener el navío a flote. Hoy trabajamos en un fondo de pensiones para nuestros sacerdotes jubilados». «Siempre he dicho que se trata más de una maratón que de un esprint», añade.
Si Benedicto XVI creó el Ordinariato, el Papa Francisco amplió su margen de maniobra al permitirles acoger bautizados no confirmados como católicos. Además, Francisco canonizó al cardenal J.H.Newman en 2019, patrono y ejemplo para muchos anglicanos que se han hecho católicos, algo que, dice Newton, «nos conmovió especialmente».
Newton sospecha que «muchos católicos no se dan cuenta de cuánta diversidad hay ya en la Iglesia de hoy día y de que de esta diversidad se pueden extraer unas tradiciones muy ricas».
No mucha relación con la Iglesia anglicana actual
Comenta, eso sí, que los ex-anglicanos «no tenemos una relación especialmente fuerte con la Iglesia anglicana. Personalmente, tengo amigos anglicanos, conozco obispos anglicanos y, a menudo, tengo la oportunidad de conversar con ellos. Creo que ha habido un poco de resentimiento tras la creación del Ordinariato y el paso de nuestros miembros a la Iglesia católica. Me parece que es estimulante intentar comprender esta situación. Porque si decimos constantemente que la Unidad es lo que desea Cristo, todo lo que vaya hacia esta unidad debería considerarse como algo bueno».
Pasados diez años, Newton hace cálculos de cómo pueden ser las cosas hacia 2031: «de aquí a diez años, esperamos que haya unas veinticinco comunidades muy sólidas del Ordinariato a lo largo de todo nuestro país. Habrá grupos pequeños que desaparecerán: lo sabemos y lo esperamos. Eso no quiere decir que no vayamos a desempeñar nuestro papel en la nueva evangelización que está en el centro de nuestra existencia. Y es que, como evangelizadores, tenemos una misión que nos compromete hacia todos. A menudo eso implica hacer volver a las personas a la Iglesia, lo cual es muy importante en nuestra época. Pero tenemos una misión mucho más grande con respecto al mundo, la de salir y anunciar la Buena Nueva».
La misa celebrando 10 años de Ordinariato, con poca gente a causa de los confinamientos por coronavirus (empieza en el minuto 5)
Con información de Religión en Libertad