Los procesos duran décadas, e incluso siglos. Lo que estamos oyendo sobre gobierno planetario, eliminación de las religiones para ser substituidas por una religión mundial, la eliminación de la propiedad privada de los ciudadanos corrientes, o limitación drástica del crecimiento de la población, son cuestiones propuestas y debatidas por círculos de personas reducidos desde hace décadas. En mil novecientos treinta y tres, se fecha “Un Manifiesto Humanista”, promovido por Roy Wood y Raymond Bragg. Lo firmaron más de treinta intelectuales y personas de renombre. Este manifiesto admite modificaciones, y se publicarán dos manifiestos, uno en mil novecientos setenta y tres, y el tercero en dos mil tres. De otros grupos que levantaban sospechas, empezamos a tener noticia hace algún tiempo: la centenaria masonería en sus distintas obediencias; más recientemente el Club Bilderberg o el Club de Roma. Hacia estos nombres levantábamos una cortina de indiferencia, pero el hecho es que, en estos momentos, están dando la cara fuera de cualquier teoría de la conspiración, ponen sus cartas sobre la mesa y comprobamos con cierta sorpresa, que existen múltiples coincidencias. No sabemos, por ejemplo, quién escribió a finales del siglo diecinueve Los Protocolos de los Sabios de Síon, pero quien les eche un vistazo comprobará que se están aplicando punto por punto desde hace algún tiempo. El nombre de Sabios de Síon parece apuntar al movimiento sionista iniciado por Theodor Herzl; pero es muy probable que sus redactores fuesen otros, lo que equivaldría a una acción de falsa bandera.
Vienen dando pasos, y lo anunciado por el “Foro de Davos”, coincidiendo con la “Agenda 2030” de la ONU viene a ser un sprínts en estos últimos años, cuya meta se proponen para este próximo 2030. El objetivo estrella de este conciliábulo económico es la: “no tendrás nada y serás feliz”. Pretenden anular la propiedad privada, menos la de ellos. Entonces, todos seremos poseedores pero no propietarios. Disfrutaremos de algunas cosas, si nos lo permite la cartilla social, que se irá ajustando según nuestro comportamiento y el control ejercido por el algoritmo informático, que en todo tiempo estará controlando nuestros actos. Si alguien piensa que esto no es posible, que vea algún vídeo en Youtube sobre la actual vigilancia en China. El participante estrella, en este último “Foro de Davos”, hace quince días, fue el presidente chino, Xi Jinping.
El Manifiesto Humanista, de dos mil tres, no planteaba la situación económica personal en términos tan radicales; pues el planteamiento del Foro de Davos es convertir al planeta en un sistema comunista mundial. ¿Será esto posible? Lo van a intentar, los pasos los están dando y la actual pandemia es un acelerador del proceso de primera magnitud. El nuevo humanismo se presenta como una nueva religión, que cifra sus postulados en la ciencia moderna. Como el primer manifiesto del años treinta y tres, no se debe esperar salvador alguno para resolver los problemas del hombre individual y de la sociedad. La moral seguirá, así mismo, los postulados de los avances científicos. A la ONU hay que darle más competencias, influencia y protagonismo: sus decisiones tienen que estar por encima de las legislaciones nacionales, y la Asamblea de la ONU deberá estar formada por dos cámaras: una representada por las naciones tradicionales, y otra por distintas regiones. Hay que seguir dando pasos hacia un Tribunal de Justicia planetario. No faltan en este documento las llamadas a la reducción de la población mundial con especial atención a la liberalización del aborto, la eutanasia y todas las técnicas de anticoncepción.
Si establecemos una comparación entre el programa ofrecido por el Manifiesto Humanista, del dos mil tres, con lo que ahora mismo se está aplicando y lo que los agentes mundialistas pretender llevar a cabo, vemos que aquellos se han quedado un tanto escasos y conservadores. El control de la información, en estos momentos, está adquiriendo rasgos de dictadura a nivel mundial. Las plataformas Youtube, Facebook o Instagram, practican una censura por encima de los sistemas judiciales de los países en los que operan, y lo hacen con toda impunidad. La ideología de género tiene una transversalidad que escapa a la percepción particular, y está determinando la educación de los niños y jóvenes, la misma justicia, e incluso la libertad de expresión, pues discrepar de sus postulados significa descalificación social, multas e incluso cárcel. Esto último no es algo que vaya a venir, ya está sucediendo en países como España o Canadá.
Aquellos que hablaban del Club Bilderberg como Daniel Stulyn o la sevillana, Cristina Martín Jiménez, hoy día gozan del predicamento que se les negó entonces. Lo que empezaron a denunciar era algo de lo que la realidad nos puede deparar. Las pretensiones globalistas han existido desde hace siglos, pero la diferencia con los tiempos actuales es que ahora la tecnología puede hacer posible un control mundial total y exhaustivo sobre la población. En estos momentos, los grandes avances científicos nos están llevando al lado oscuro del ser humano, y la humanidad en su conjunto podemos sufrir las consecuencias. Como cristianos seguimos manteniendo que el dueño de la historia es JESUCRISTO, y bajo su señorío debemos disponernos.
Pablo Garrido Sánchez.