Él los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego

- EL BAUTISMO DEL SEÑOR -

Canónigo Juan de Dios Olvera Delgadillo

 Del santo Evangelio según san Lucas:  3,15-16. 21-22

         En aquel tiempo, como el pueblo estaba en expectación y todos pensaban que quizá Juan el Bautista era el Mesías, Juan los sacó de dudas, diciéndoles: Es cierto que yo bautizo con agua, pero ya viene otro más poderoso que yo, a quien no merezco desatarle las correas de sus sandalias. Él los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego.

         Sucedió que entre la gente que se bautizaba, también Jesús fue bautizado. Mientras éste oraba, se abrió el cielo y el Espíritu Santo bajó sobre él en forma sensible, como de una paloma, y del cielo llegó una voz que decía : Tú eres mi Hijo, el predilecto; en ti me complazco.

Palabra del Señor.        R.Gloria a ti, Señor Jesús.

COMENTARIO:

  1. Con este domingo terminamos el tiempo de Navidad; en efecto, el tiempo litúrgico de Navidad abarca desde el día solemnísimo de Navidad hasta esta Fiesta del Bautismo del Señor, pues hemos celebrado en este tiempo los misterios del nacimiento, la infancia y la vida oculta de Jesús. Esta fiesta en efecto, marca el término de la vida oculta de Cristo y el inicio de su predicación pública.
  2. Esta Fiesta del Bautismo del Señor litúrgicamente ocupa el lugar del I Domingo del Tiempo Ordinario, por ello a partir del lunes estamos ya en dicho tiempo. Dichas estas notas litúrgicas, meditemos en el Evangelio de este domingo.
  3. En aquel tiempo, como el pueblo estaba en expectación y todos pensaban que quizá Juan el Bautista era el Mesías…”: el Pueblo ya creía que Juan el Bautista era el Mesías; veían en Juan un hombre de Dios, un profeta; para Juan el Bautista hubiera sido muy fácil hacerse pasar por el Mesías, sin embargo, él sabe, y así lo declara, que su  misión es presentar a Cristo ante el Pueblo de Israel (cf. Lc 1,76), olvidándose de sí mismo, y gozándose en el cumplimento de su misión de señalar que Cristo es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (cf. Jn 1,29), el que redimirá al Pueblo y a la humanidad de todos sus pecados. San Juan Bautista nos da ejemplo de encontrar nuestro lugar en el plan de salvación como colaboradores de Dios, nunca como los protagonistas de la salvación de nadie, pues el Redentor es sólo uno y nosotros somos siervos inútiles (cf. Lc 17,10) de la obra de la salvación.
  4. “…Juan los sacó de dudas, diciéndoles: Es cierto que yo bautizo con agua, pero ya viene otro más poderoso que yo, a quien no merezco desatarle las correas de sus sandalias. Él los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego : ojalá todos fuésemos honestos en la valoración de nosotros mismos, y como San Juan Bautista dijésemos ya viene otro más poderoso que yo, a quien no merezco desatarle las correas de sus sandalias, reconociendo a nuestro altísimo Señor Jesucristo. Juan explica la enorme diferencia entre él y Jesús: Juan bautizaba con agua, mientras que Cristo bautizará con el fuego del Espíritu Santo. El bautismo que hemos recibido cada uno de nosotros en la Iglesia es el bautismo que Cristo mandó administrar a sus apóstoles (cf. Mt 28,19-20) asegurando que el que creyera en su Santo Evangelio y se bautizara obtendría la salvación eterna. Por ello, nosotros debemos celebrar como un cumpleaños nuestro bautismo, como nuestro nacimiento como hijos de Dios, templos de la Santísima Trinidad, miembros de la Iglesia y herederos de la vida eterna.
  5. Sucedió que entre la gente que se bautizaba, también Jesús fue bautizado. Mientras éste oraba, se abrió el cielo y el Espíritu Santo bajó sobre él en forma sensible, como de una paloma, y del cielo llegó una voz que decía : Tú eres mi Hijo, el predilecto; en ti me complazco : Jesús estaba absolutamente libre de todo pecado, no necesitaba bautizarse en absoluto, sin embargo, nos muestra su humildad acudiendo a Juan el Bautista para que lo bautice. Los Padres de la Iglesia hablan de que no es el bautismo el que santifica a Cristo, sino Jesús que santifica y consagra todas las aguas del mundo, para que tengan la eficacia purificadora y redentora en el Santo Bautismo.
  6. Gocémonos siempre en nuestro bautismo, recordando que es Cristo mismo quien nos ha bautizado a través del sacerdote, y en el bautismo Él nos participa de su misterio pascual, nos participa de su muerte y resurrección, haciéndonos plenamente sus discípulos y coherederos de su Reino.
  7. Que la Virgen Santísima nos conduzca siempre en nuestra vida como hijos de Dios y templos de la Santísima Trinidad por nuestro bautismo.
Comparte:
Leave a Comment

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *