El lobo lo quiere devorar

Editorial ACN Nº116

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Sin duda, una semana de convulsión. Los obispos de México están frente a uno de los casos más difíciles que puede estar abriendo diversos frentes que impactarán en su actividad pastoral y social.

Las particularidades del caso del obispo emérito de Chilpancingo-Chilapa, Salvador Rangel Mendoza, tienen diversas connotaciones que van tomando un derrotero de confusiones, manipulaciones, carencia de respuestas. Se sabe, a través de los medios, cómo el presunto secuestro exprés dejó de serlo para convertirse en un drama de presuntas irregularidades y delitos que perjudican directamente la calidad moral del prelado que, al momento de edición de esta opinión, continuaría incapacitado para dar una declaración judicial.

Rangel Mendoza ha cobrado notoriedad por sus “Motivos del lobo”. Inspirado en el poema de Rubén Darío y la espiritualidad que motivó su vocación, Rangel fue puente entre grupos criminales y sociedad que le han valido no pocos desencuentros entre los mismos enemigos y las autoridades políticas y su penoso desempeño en la neutralidad de los hechos cuando, drásticamente, pasan de una situación de secuestro exprés a un hecho inmoral que habría sido consentido por el prelado.

Pero la situación no ha hecho más que evidenciar la tremenda realidad de un estado fragmentado e incapaz de dilucidar los hechos de forma oportuna y pronta. Al momento, no hay detenidos; nada se sabe de los presuntos involucrados en los hechos, no se tienen más declaraciones fidedignas y, por el contrario, este penoso derrotero ha puesto al prelado en una deleznable situación de linchamiento y culpabilidad mediáticas que, prácticamente, han deshecho su presunción de inocencia, reputación y calidad moral.

En el retiro, Salvador Rangel enfrenta ahora una de las más graves crisis de su vida. Los hechos han llevado a un pronunciamiento del secretario general del CEM, el obispo de Cuernavaca, Ramón Castro Castro, indicando que en estos y tiempos noticias falsas y polarización se lamentan las “conjeturas a la ligera” porque lejos de aclarar, “confunden a la gente de buena voluntad y dañan la integridad de quien, por el momento, está impedido para compartir su experiencia”.

Sin embargo, lo que llama la atención es que el caso Rangel, como afirmó Castro Castro, ha tomado un giro de “instrumentación política”, lejana de la verdad y de la justicia. Si es así, ¿qué intereses tocó un obispo en retiro?

Hay, pues, coincidencias. Lamentablemente, el estado de derecho, fragmentado, débil y manipulado, ha sucumbido al desdén de la política. Quienes son incómodos, corren en riesgo de ser manipulados y los medios sirven de patíbulo para hacer juicios sumarios sin fundamento alguno. Los poderosos son capaces de aliarse con los hacedores de mal para destruir y machacar a todos lo que les sean incómodos.

Por honor a la verdad y la justicia, la próxima declaración que se hará “de manera institucional” según el secretario general de la CEM, debe hacerse bajo esos criterios exhaustivos e imparciales. Un caso que podría develar una situación permanente del infame delito y violencia a la cual nos insisten en que debemos “acostumbrarnos” y del que pudo haber sido víctima Rangel Mendoza o bien, de que la Iglesia católica podría enfrentar una franca agresión del lobo que quiere devorar al obispo que quiso la paz en el Estado de Guerrero.

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