El lobby gay quiere cambiar la doctrina de la Iglesia sobre la homosexualidad: ¿lo conseguirá?

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Hay que estar muy ciego para no darse cuenta de que uno de los signos de los tiempos actuales, del siglo XXI, de ahora mismo, se puede resumir así: el lobby gay quiere cambiar la doctrina de la Iglesia católica sobre la homosexualidad.

Es más: su empeño, aunque parezca exitoso para los poco informados y menos formados, recuerda la famosa anécdota de Napoleón y el secretario de Estado de Pío VII, Ercole Consalvi. El emperador le amenazó:  

-Voy a destruir a la Iglesia.

A lo que el clérigo respondió.

-Imposible, Excelencia, ni nosotros mismos lo hemos conseguido.

A ver: la doctrina de la Iglesia sobre la homosexualidad no ha cambiado ni puede cambiar: es la que recuerda el catecismo de 1992, el vigente, y se basa en lo de siempre: aborrecer el pecado y amar al pecador. El Catecismo de San Juan Pablo II (puntos 2357-58-59) nos obliga a tratar al homosexual con todo respeto, afecto y delicadeza, al tiempo que condena los actos homosexuales como lo que son: contrarios a la ley natural y, por naturaleza, ajenos a la procreación.

Elogio de los grandes sinvergüenzas: el problema de hoy es la blasfemia contra el Espíritu santo. Es decir, no me conformo con que se me respete: exijo que la doctrina de la Iglesia me dé la razón y  me bendiga 

Siempre me ha gustado Elogio de los grandes sinvergüenzas, ese maravilloso ensayo de unas pocas páginas, incurso en el libro «La supresión del pudor, un signo de nuestro tiempo«, obra del filósofo Jacinto Choza. Y es que el problema de hoy es la blasfemia contra el Espíritu Santo, donde el mal se convierte en bien y el bien se convierte en mal. Es decir, no me conformo con que, en aplicación de la doctrina, se respete al discrepante: exijo, además, que la doctrina de la Iglesia me dé la razón, exijo que la Iglesia me bendiga, que yo me lo merezco.

Traducido: el lobby gay no se conforma con reclamar su justo derecho a ser respetado, reproduce el postulado más peligroso de todos los postulados heréticos: esto es bueno, simplemente porque lo hago yo o lo pienso yo.

Es igual, le aseguro que no lo conseguirán: ni Consalvi y todos los clérigos que en el mundo han sido han conseguido cambiar la doctrina. Dar escándalo sí, cambiar la doctrina nunca.

El lobby gay y los clérigos que le apoyan reproducen el postulado más peligroso de cualquier herejía: esto es bueno porque lo hago yo. Si el catecismo me contradice… que cambie el catecismo 

Eso sí, no pasaría nada porque El Vaticano dejara clara la doctrina que ya está clara en el Catecismo, porque el lobby gay está empeñado en presentar las bendiciones a parejas gays como algo deseado en el Vaticano, En materia de doctrina, callar no es otorgar, ciertamente, pero cuando se manipula descaradamente la doctrina… conviene aclarar las manipulaciones.  

Por EULOGIO LÓPEZ.

LUNES 12 DE OCTUBRE DE 2022.

HISPANIDAD.

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