El llamado para compartir el ideal de Jesucristo.

Mons. Rutilo Muñoz Zamora
Mons. Rutilo Muñoz Zamora

Depués de que arrestaron a Juan el Bautista, Jesús se fue a Galilea para predicar el Evangelio de Dios y decía: «Se ha cumplido el tiempo y el Reino de Dios ya está cerca. Arrepiéntanse y crean en el Evangelio». Caminaba Jesús por la orilla del lago de Galilea, cuando vio a Simón y a su hermano, Andrés, echando las redes en el lago, pues eran pescadores. Jesús les dijo: «Síganme y haré de ustedes pescadores de hombres». Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Un poco más adelante, vio a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, que estaban en una barca, remendando sus redes. Los llamó, y ellos, dejando en la barca a su padre con los trabajadores, se fueron con Jesús. (Mc 1, 14-20).

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¿Por qué alguien es capaz de dejarlo todo por seguir a una persona que hace una invitación, un llamado para realizar un proyecto, una aventura que ilusiona enormemente? Seguro que conocemos algunos ejemplos que impactan por su forma en cómo estas personas se han entregado con pasión para hacer realidad lo que les han presentado como un sueño realizable. En el ambiente de la Iglesia resaltan varios fundadores de familias religiosas, como San Francisco de Asís (1182-1226), que con un pequeño grupo de hermanos empezó a vivir los consejos evangélicos, sobre todo el de una pobreza radical; y poco a poco fue teniendo más discípulos, hasta fundar la Orden Fraciscana. Francisco hizo realidad el sueño del Señor que le pedía “reconstruir su Iglesia”. Otro gran fundador es San Ignacio de Loyola (1491-1556), quien también después de su conversión, fue entendiendo lo que Dios le pedía para la obra evangelizadora en la Iglesia; con un pequeño grupo de compañeros decidió servir a nuestro Señor, dejando todas las cosas del mundo; ser compañeros de Jesús, alistados bajo su bandera, para emplearse en el servicio de Dios y bien del prójimo. Así fue como fundó la Compañía de Jesús promoviendo la creacion de escuelas, universidades, seminarios para enriquecer la vida de los creyentes.

Iniciar el seguimiento es un primer paso, por la novedad del proyecto o estilo de vida del que ha invitado. Pero deberá tenerse mucha paciencia, perseverancia para no desfallecer o caer en desanimo cuando lleguen las dificultades. En esos momentos de prueba es cuando se requiere de una voluntad inquebrantable para superar los obstáculos, para no dejarse vencer y seguir adelante. Y será fundamental que el guía, el maestro, sea el primero en mantenerse fiel y animando a sus discípulos o compañeros del proyecto para seguir adelante manteniendo lo valioso de la obra.

Jesucristo, en el evangelio de este domingo, al ir caminando por la orilla del lago de Galilea hace un llamado a cuatro pescadores: : «Síganme y haré de ustedes pescadores de hombres». Y ellos aceptaron de inmediato seguirlo, dejando todo, sus barcas, sus redes, su familia. ¿Por qué una respuesta de esta naturaleza? ¿Qué percibieron en el que los invitaba a seguirlo para llevar a cabo un cambio radical en sus vidas? ¿Qué vieron en Jesús estos trabajadores dedicados a la pesca? Seguramente que ya conocían a Jesús, lo han de haber escuchado predicar, pero ahora está ahí en su ambiente de trabajo y los llama. Ellos no se resisten más ante este gesto tan especial, cercano; su reacción es que sí vale la pena aceptar. No todo era completamente seguro y claro de lo que iba a venir al seguir al Maestro, pero ellos estan dispuestos a arriesgarse con Jesús, quien al llamarlos los va a preparar con dedicación, paciencia para que cuando llegue el momento de ser sus enviados, sus apóstoles, lo puedan realizar bien.

El tiempo de preparación del grupo de los doce, que serían los apóstoles, fue todo un camino de aprendizaje, con experiencias positivas, pero también de errores, equivocaciones. Recordemos cuando llegan el momento clave del prendimiento de Jesús y su condena a morir en la cruz, algunos renegaron del Señor; Pedro en grado superlativo, los otros por temor: tienen miedo y se van. Han abandonado al Señor. Y luego, después de la Resurrección, el Señor ha tenido que continuar en este camino de preparación hasta el día de Pentecostés.

Este grupo de pescadores, junto con los demás llamados para formar el grupo de doce apóstoles, habiendo aprendido del Maestro Jesús el estilo de ser pescadores de hombres, darán todo efectivamente para llevar a cabo la misión encomendada de anunciar el mensaje de salvación, curar a los enfermos, formar comunidades de fe y caridad, y amar y servir a todos sin límites y condiciones. El proyecto y sueño de Jesús, iniciar un mundo nuevo con la presencia y testimonio de sus enviados, lo asumirán plenamente, inclusive con el martirio.

¿Actualmente a quienes sigue llamando Jesús para colaborar en su proyecto de vida, para continuar con su sueño de salvar, de hacer felices, de llenar de la experiencia del amor a hombres y mujeres de todos los ambientes en el mundo? Entre ellos estamos los creyentes católicos, a quienes Él nos sigue presentando un camino de seguimiento. Y nos llama desde nuestra realidad concreta. Jesús nos llama sin importarle lo que somos o cómo somos. No le importa si somos un arquitecto, un médico, un albañil, un ama de casa, un pecador o un santo. Aunque una vez que le hemos respondido sí, se nos pide poner todo para la obra del Reino de Dios. Escogió a pescadores y a publicanos. Y no fueron los más inteligentes o capaces de su tiempo. Dios escoge a quien quiere. No hay motivos para tener miedo a fallarle, a no ser del todo fieles a Cristo en nuestro trabajo. Los apóstoles también le dejaron, sin embargo, tuvieron el valor de levantarse, de volver a seguir al Maestro con mayor entrega y fidelidad.

Que el seguimiento de Jesucristo nos siga entusiasmando hoy, nos renueve para dar lo mejor en cada una de nuestras responsabilidades, y los frutos se puedan ver en los detalles de cada jornada, como también en los grandes momentos de prueba. Vale la pena decirle al Maestro y Amigo Jesús sí todos los días, colaborar en la realización de su gran ideal, de su sueño: llenar el mundo de hombres y mujeres que se lanzan a la aventura de amar sin límites a sus hermanos.

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Obispo de la Diócesis de Coatzacoalcos