El islamismo (radical) mata

Pedro Mejías
Pedro Mejías

Y digo lo de (radical) por si esto lo llega a leer algún Verdugo (Fiscal) con la piel muy fina o con la mentalidad muy moro-progre.

Porque es que yo digo lo mismo que mi amigo y padre en la fe, el P. Custodio Ballester. Exactamente lo mismo. Y más hoy, cuando aún están calientes los tres cuerpos asesinados martirialmente en Francia.

Así que ya puede venir a por mí la Verdugo. La fiscal Verdugo, digo. O cualquier otro verdugo con el Corán en el sobaco. Los que somos de Cristo no tenemos miedo.

Hoy nos levantamos con tres mártires más. Esta vez en Niza. Apuñalados y degollados a manos de un monstruo que profanaba el nombre de Dios -Alá es grande, dicen que repetía compulsivamente-. La semana pasada un profesor, también en Francia, por el enorme “delito” de haber enseñado las famosas viñetas de Mahoma de la revista Charlie Ebdo.

Nunca han tenido tanta verdad las palabras del perseguido Custodio Ballester, sacerdote de Barcelona –acTÚa FAMILIA ha apoyado en todo momento a este valiente- para el que esa fiscal malagueña pide 3 años de prisión y tres mil euros: “No nos engañemos, el Islam de hoy y de siempre… con una mano impulsa las obras de caridad, mientras arma la otra mano para aniquilar a todos aquellos que se niegan a reconocer a Alá, y a Mahoma como el último y definitivo profeta de Dios.”

Pues bien, yo las suscribo. Pero conmigo muchos millones de ciudadanos que ven cómo mueren cristianos a manos de islamistas, tanto en Próximo Oriente: Egipto, Libia… Como en Oriente Medio: Egipto, Iraq. Así como en Pakistán y en naciones de África negra.

Y muchos millones de ciudadanos de toda religión o sin ninguna, que ven cómo ya desde hace tiempo los ataques islámicos se sufren en occidente, en Europa. Cómo hunden su trama en Marruecos y en todo el Magreb. Que ven que estos atentados han sembrado de sangre ciudades como Barcelona, Londres, Madrid… -aconsejo la serie española “La Unidad”, de Movistar, donde se aprecia muy bien tanto el modus operandi tanto de los terroristas como de las unidades policiales especializadas en combatirles, de las cuales España posee algunas de las mejores del mundo-.

Millones de personas pacíficas -quizás adormecidas por el “buenismo moro-progre” que nos ha querido inocular la izquierda con el mezquino fin de amasar votos- pero que ven y sufren cómo el proselitismo islamista consigue adeptos que incluso dejan sus naciones y familias para unirse a la yihad

Que ven cómo muchos musulmanes no se adaptan, asisten a mezquitas demasiado radicales, y algunos de ellos violan y agreden a nuestras mujeres -con el silencio vergonzoso de las cobardes feministas y de los medios de comunicación comprados por el marxismo cultural.

Si la fiscal Verdugo de Málaga quiere acusar, que tenga el valor de hacerlo también al Cardenal Robert Sarah, que ha dicho a propósito del crimen de ayer: “el islamismo es un fanatismo monstruoso que debe combatirse con fuerza y ​​determinación” y añadió que “no detendrá su guerra”. Nada menos. Un fanatismo monstruoso y que no se detendrá. Y después indicó que “lamentablemente, los africanos lo sabemos demasiado bien” porque “los bárbaros son siempre enemigos de la paz”.

Hoy han sido dos mujeres y el sacristán de la Basílica de Notre Dame de Niza. ¿Dudamos que mañana podemos ser nosotros, tú o yo? ¿Vamos a relajar la guardia? Pray for Nice, sí. Pero luego, a nivel político, combatirles. Con medios, con armas, con estudios, con planes, con estrategias, con valentía siempre. Y a nivel personal, adoptando actitudes bien posicionadas en nuestras raíces, abandonando el miedo: fe, cultura, formación…

Nuestra cultura ha vencido siempre a la islámica, aunque tardáramos siglos en imponernos. Y lo ha hecho no por tener mayor cultura, pues ellos también la tuvieron. Ni más armas, pues el choque estuvo igualado muchas veces. Ni siquiera mejor organización territorial o económica algunas otras veces.

Se venció porque el amor triunfa siempre. La cruz triunfa siempre. “Cristo triunfa siempre”, como dijo Juan Pablo II ante los jóvenes en Chile. La nuestra es religión de libertad. De caridad. De paz verdadera, no impuesta. Y en esa libertad nos movemos. Si occidente abandona la fe, abandona a Cristo, el fanatismo triunfará.

Gloria a los mártires de Niza. Gloria a los mártires del Islam y de todos los totalitarismos, de todos los tiempos.

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