El genio maravilloso de la mujer

Mons. Rutilo Muñoz Zamora
Mons. Rutilo Muñoz Zamora

Dichoso el hombre que encuentra una mujer hacendosa: muy superior a las perlas es su valor. Su marido confía en ella y, con su ayuda, él se enriquecerá; todos los días de su vida le procurará bienes y no males. Adquiere lana y lino y los trabaja con sus hábiles manos. Sabe manejar la rueca y con sus dedos mueve el huso; abre sus manos al pobre y las tiende al desvalido. Son engañosos los encantos y vana la hermosura; merece alabanza la mujer que teme al Señor. Es digna de gozar del fruto de sus trabajos y de ser alabada por todos.
(Proverbios 31, 10-13. 19-20. 30-31)

Hemos llegado al penúltimo domingo del año litúrgico y nos acercamos al final de un período importante de nuestra vida como creyentes, tanto a nivel personal, familiar, como también junto con la comunidad creyente católica. Tomo como tema de reflexión la primera lectura que nos presenta  la liturgia dominical. Es sobre la vocación y misión de la mujer, especialmente en su experiencia de esposa.

Ha ido creciendo en la mayoría de las naciones del mundo el reconocimiento de la dignidad y derechos de la mujer, el aprecio de su persona y tareas en todos los espacios de la sociedad. Ha sido una larga batalla para tener los avances que se han ido obteniendo, a pesar de que todavía en algunos lugares no se ha logrado debido, en gran parte, a fuertes tradiciones muy cerradas que no lo permiten. Y sigue siendo un gran problema la violencia contra la mujeres en muchos hogares y en otros ámbitos de la sociedad. Especialmente es deplorable que se sigan dando los feminicidios.

Ha habido avances para que la mujer  tenga las mismas oportunidades que el hombre en el trabajo, en el ejercicio de las profesiones, en los cargos de responsabilidad social, cultural ; también en la política y en los ámbitos de los medios de comunicación. Ha habido logros incluso en el deporte, aunque todavía hay mucho por hacer.

En el plan de Dios el hombre y la mujer tienen la misma dignidad, pues los dos fueron hechos a imagen y semejanza suya; ambos tienen la gran encomienda de cuidar de la creación; se complementan de modo admirable; están llamados a comunicar la vida (Cfr. Gen 1, 27-28).

Hoy es un gran reto el mantener un sano equilibrio para seguir la lucha por los derechos de la mujer para que se reconozcan y respeten en todos los ambientes y culturas, pero se debe llevar a cabo dentro de un ambiente donde esté presente la razón, el respeto de los demás y un auténtico diálogo. Para ello será necesario superar las posturas violentas, de confrontación, que no tienen buenos resultados, pues la violencia genera más violencia. Desde luego se requieren la escucha y respuesta honestas y justas de autoridades, instituciones y la sociedad  en general.

En el texto de Proberbios la mujer, esposa fiel y trabajadora, es  considerada muy superior a las perlas, y feliz el esposo que comparte su vida con ella, pues lo ayuda a crecer, siempre va a buscar su bien. Alaba tambien su generosidad para compartir los frutos de su trabajo con los necesitados: abre sus manos al pobre y las tiende al desvalido. Y además tiene una gran confianza en Dios.

El mensaje del texto de Proverbios, siendo palabra de Dios, ¿puede iluminar la misión de la mujer de hoy? Considero que ayuda a replantear el sentido de su gran   misión, sobre todo su vocación como esposa, madre y testiga de la caridad. Un gran porcentaje de mujeres católicas elijen el matrimonio para buscar ser felices y, junto con su esposo, complementarse, formar una familia y comunicar de manera responsable la vida, y colaborar también en enriquecer la realidad social. En el matrimonio ambos esposos están llamados, por la fuerza de su amor, a dar lo mejor, y más todavía si tienen la gracia del sacramento del matrimonio.

Y una aportación muy especial es  “el genio de la mujer” y que sólo ella puede dar: es su peculiar modo de ver y hacer las cosas, incluso de descubrir aspectos de la realidad que sólo ella puede ver. Es el talento femenino que se manifiesta en el servicio de los demás en lo ordinario de cada día. El Papa Juan Pablo II lo decía de esta manera:

En efecto, es dándose a los otros en la vida diaria como la mujer descubre la vocación profunda de su vida; ella que quizá más aún que el hombre ve al hombre, porque lo ve con el corazón. Lo ve independientemente de los diversos sistemas ideológicos y políticos. Lo ve en su grandeza y en sus límites, y trata de acercarse a él y serle de ayuda. De este modo, se realiza en la historia de la humanidad el plan fundamental del Creador e incesantemente viene a la luz, en la variedad de vocaciones, la belleza —no solamente física, sino sobre todo espiritual— con que Dios ha dotado desde el principio a la criatura humana y especialmente a la mujer (Carta a las mujeres. Junio de 1995, No. 12).

Sigamos apoyando la promoción de todas la mujeres para que se respete su dignidad, sus derechos en todos los ámbitos de la vida social, de acuerdo a su gran vocación como personas e hijas de Dios. Por tanto, también en la vida de la Iglesia deberá seguir creciendo su valiosa participación, su ingenio, sus grandes cualidades personales, y también con la riqueza de sus  vocaciones específicas: en el matrimonio, la soltería y la vida consagrada.

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Obispo de la Diócesis de Coatzacoalcos