* Desde el Sínodo sobre la sinodalidad hasta el acontecimiento sobre la fraternidad universal, hasta la Semana Social de los Católicos Italianos, todo en la Iglesia se enfrenta ahora con las categorías de Hegel: lo actual es verdad y expresión del Espíritu.
Nunca nadie se habría atrevido a decir que el filósofo idealista Georg Wilhelm Friederich Hegel (1770-1831) pudiera dominar la teología católica, ni mucho menos que los documentos del magisterio de la Iglesia pudieran inspirarse en el su filosofía. En los círculos católicos, el idealismo hegeliano fue visto como la versión filosófica coherente del protestantismo y como la forma más madura de la negación moderna de la trascendencia. Sin embargo, desde hace mucho tiempo algunos de los principales teólogos ya no piensan así e incluso el magisterio utiliza habitualmente el lenguaje hegeliano.
Garrigou-Lagrange había denunciado la nueva tendencia de considerar fiable sólo la teología que tuviera la característica de «actualidad«. Por lo tanto, las fórmulas teológicas que algunos que consideran que «ya no están vigentes», serían consideradas incorrectas. Este principio es hegeliano, porque según él, es en la historia, por tanto en el presente, donde se manifiesta el «Espíritu«. De ahí el largo camino que considera lo actual como verdad y expresión del Espíritu.
El próximo Sínodo sobre la sinodalidad oficialmente se entiende como un «proceso», por lo tanto «una historia» y por lo mismo una especie de «actualización de la actualidad«. Parece postular una «conversión» al presente. La verdad del Sínodo, según sus diseñadores, será atestiguada por su camino, por su actualización, por su eficacia. Lo que sucederá durante el Sínodo expresará también «la verdad del Sínodo,» encarnándola sin residuos. Por lo tanto, ya no se tratará de una aplicación de los Principios, sino de un proceso de «actualización«, durante el cual los principios se implementarán en el sentido de ser actualizados, implementados dentro de los acontecimientos y coincidiendo con ellos.
Al igual que Hegel vio en cada momento del proceso la presencia encarnada del significado último de todo el proceso mismo (el Espíritu), el próximo Sínodo pretende «conocer» la voz del Espíritu Santo hoy, en el presente, en la experiencia que se vive. El Espíritu, de esa manera, lo convierten en Historia y la mejor oración de la mañana se convierte en la lectura del periódico.
¿Se puede negar acaso que hoy el magisterio se mueve en este marco? El Papa Francisco se reunió recientemente con los artistas . ¿Todos los artistas? ¿Incluso aquellos que crean obras blasfemas o dan forma a mentiras? Ciertamente que sí, porque según él también ellos forman parte de la «actualidad» histórica, del proceso en curso, y contribuyen dialécticamente a generar nuevas perspectivas, a suscitar nuevas reacciones, a mover el barco y. a dar que pensar. Las iniciativas del Vaticano ahora siempre se dirigen «a todos», no se descarta nada.
El gran acontecimiento del cardenal Gambetti sobre la fraternidad universal también estuvo abierto a todos. Porque según ellos, es la historia la que debe sacar su propio sentido desde dentro, y todos pertenecen al momento histórico. La Iglesia, dicen, debe salir y recoger todo lo que está en la calle, sólo porque está en la calle, si quiere ser «actual». El «nuevo espíritu católico» hegeliano ya no dice NO a nada, porque dentro de su desarrollo dialéctico todo juega un papel insustituible. Cuando la Iglesia convoca a las familias, ahora resulta que las convoca a todas, incluso a las que no lo son. Incluso las herejías encuentran un lugar en la Iglesia, porque permiten que se desarrolle el debate sobre la fe. Las tensiones, se dice, deben ser cruzadas y las polaridades mantenidas dialécticamente. Cualquiera que no acepte esto es porque quiere juzgar la historia en lugar de dejarle el juicio a ella. La Iglesia hegeliana también debería acoger a quienes pusieron a Jesús en la cruz,
En el documento preparatorio de la Semana Social Católica que se celebrará el próximo año, los obispos italianos nada dicen sobre el tema en cuestión, el de la democracia. Sólo dicen que la semana social será un proceso en el que entrar con participación, apertura, aceptación, diálogo, disponibilidad para lo nuevo. Los obispos abandonan así la doctrina social de la Iglesia y lo que ha dicho sobre la democracia y piden sólo una cosa: la «actualidad». También en este caso la historia producirá su propio significado por sí misma y dentro de sí misma.
Esto dice que la Iglesia misma es entendida como una «autoconciencia creyente», como decía Hegel, configurando así impecablemente la visión luterana del cristianismo. La Iglesia, según ellos, «coincide» con la conciencia que tiene de sí misma. Estar en la Iglesia significa ser consciente de participar en una experiencia de conciencia, en una situación «actual». Pero en contra de dicha postura, se encuentra la encíclica Pascendi, que expresa que tal es la característica principal del Modernismo: es decir, el de la Iglesia no como una «realidad» sino como un acto de conciencia que siempre está en evolución y, por lo tanto, siempre en «actualización«.
En el doble Sínodo sobre la familia de 2014 y 2015, el proceso sinodal se ha convertido en ley y norma aun sin haber concluido claramente por ninguna ley o norma. Así, resulta que la autoconciencia eclesial ha declarado la posibilidad de los divorciados vueltos a casar de entrar en comunión...sin declararla, sino viviendo este principio, este pecado surgido de una experiencia y transformándolo en una práctica adquirida.
La Iglesia hegeliana avanza por procesos, por desarrollos históricos de su propia autoconciencia, en busca de verdades que nacerán en el camino y que sólo necesitan una cosa: la voluntad de abandonar las verdades anteriores para acoger las nuevas.
No es que las verdades anteriores estuvieran equivocadas, sino el hecho es según ellos, según la nueva iglesia hegeliana, ya no son actuales.
Por stefano fontana.
Stefano Fontana es el Director del Observatorio Internacional Cardenal Van Thuan sobre la Doctrina Social de la Iglesia y Consultor del Pontificio Consejo Justicia y Paz.
Graduado en Filosofía. Licenciado en Ciencias Políticas, Periodista, escribe para muchos periódicos. Da cátedras de Filosofía y también de Periodismo. En 1991 fundó la revista «La Società» que dirigió hasta 2002. Desde 2010 es director del semanario diocesano de Trieste «Vita Nuova».
Entre sus libros más recientes:
Filosofia per tutti (2016),
La sapienza dei Greci.La filosofía classica da Talete a Plotino (2019) ,
La filosofía cristiana (2021).
La sabiduría de los medievales (2021)
«La dimensión interdisciplinar de la Doctrina Social de la Iglesia» (con G. Crepaldi, Cantagalli, Siena 2006), «
Por una política de los deberes tras el fracaso de la temporada de los derechos» (Cantagalli, Siena 2006 ),
«Palabra y comunidad política. Ensayo sobre vocación y expectativa» (Cantagalli, Siena 2010),
«La edad del Papa incómodo. »
Ciudad del Vaticano.
Jueves 29 de junio de 2023.
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