El discernimiento es la narrativa de las consolaciones y desolaciones que experimentamos en el curso de nuestra vida, dice Francisco

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Palabras del Papa durante la audiencia general de este miercoles, 19 de octubre de 2022:

Queridos hermanos y hermanas, ¡bienvenidos y buenos días!

En las catequesis de estas semanas estamos insistiendo en las condiciones para hacer un buen discernimiento. En la vida hay que tomar decisiones, siempre, y para tomar decisiones hay que andar un camino, un camino de discernimiento. Cada actividad importante tiene «instrucciones» a seguir, las cuales deben ser conocidas para que puedan producir los efectos necesarios. Hoy nos centramos en otro ingrediente indispensable para el discernimiento: la propia historia de vida. Conocer la propia historia de vida es un ingrediente -por así decirlo- indispensable para el discernimiento

.Nuestra vida es el «libro» pero preciado que nos ha sido dado, un libro que lamentablemente muchos no leen, or lo hacen demasiado tarde, antes de morir. Y sin embargo, precisamente en ese libro encontramos lo que buscamos en vano por otros caminos. 

San Agustín, gran buscador de la verdad, la entendió precisamente en el releer su vida, anotando en ella los pasos mudos y discretos, pero incisivos, de la presencia del Señor.Al final de este recorrido notará con asombro: «Tú estabas dentro de mí, y yo estaba fuera. Y ahí te estaba llamando. Deforme, me arrojé sobre las bellas formas de tus criaturas. Tú estabas conmigo, pero yo no estaba contigo” (Confesiones X, 27.38). De ahí su invitación a cultivar la vida interior para encontrar lo que se busca: «Vuelve a ti mismo. La verdad habita en el hombre interior” (Religión Verdadera, XXXIX, 72). 

Esta es una invitación que les haría a todos ustedes, inclusive me la hago a mí mismo: “Regresen a ustedes mismos. Lee tu vida. Lee adentro, como si fueras chimenea. con serenidad Vuelve a ti mismo”.Muchas veces también hemos tenido la experiencia de Agustín, de encontrarnos aprisionados por pensamientos que nos alejan de nosotros mismos, mensajes estereotipados que nos hieren: por ejemplo, “yo no valgo nada” – y bajas; «Todo es malo para mí» – y bajas; «Nunca lograré nada bueno» – y te caes, y también la vida. ¡Estas frases pesimistas que te derriban! 

Leer la propia historia significa también reconocer la presencia de estos elementos «tóxicos», pero ampliará la trama de nuestra historia, abriendo a fijarnos en otras cosas, haciéndola más rica, más respetuosa de la complejidad, logrando captar también las formas discretas en que Dios actúa en nuestra vida.Una vez conoció a una persona cuya gente conocía el dicho que merecía el Premio Nobel por la negatividad: todo era malo, todo, y siempre trataría de tirarse al suelo. Era una persona amargada y, sin embargo, tenía muchas cualidades. Y luego esta persona encontró a otra persona que la ayudó bien y cada vez que se quejaba de algo, la otra persona decía: «Pero ahora, para compensar, di algo bueno sobre ti». Y él: “Pero, yes,… yo también tengo esta cualidad”, y poco a poco ayudó a salir adelante, a leer bien su vida, tanto las cosas malas como las buenas. 

Tenemos que leer nuestra vida, y así vemos las cosas que no son buenas y también las cosas buenas que Dios siembra en nosotros.y poco a poco le ayudó a salir adelante, a leer bien su vida, tanto lo malo como lo bueno. 

Hemos visto que el discernimiento sostiene un enfoque narrativo: no si sostiene en la acción precisa, los lugares en un contexto: ¿de dónde surge este pensamiento? Esto que siento ahora, ¿de dónde viene? ¿Adónde me lleva esto, qué estoy pensando ahora? ¿Cuándo llegué a conocerle antes?¿Es algo nuevo que me llega ahora, or lo he encontrado en otras ocasiones? ¿Por qué es más insistente que los demás? ¿Qué significa la vida para mí con esto?

El relato de los acontecimientos de nuestra vida también nos permite captar matices y detalles importantes, que pueden resultar una preciosa ayuda que hasta ahora permaneció oculta. 

Por ejemplo, una lectura, un servicio, un encuentro, una primera vista considerada de poca importancia, en el tiempo siguiente transmitieron una paz interior, transmitieron la alegría de vivir y sugirieron ulteriores buenas iniciativas. Parar y reconocer esto es imperativo.Detenerse es reconocer: es importante para el discernimiento, es un trabajo de recoger esas perlas preciosas y escondidas que el Señor ha esparcido sobre tierra nuestra. 

El bien siempre se esconde, porque el bien contiene pudor y se esconde: el bien se esconde; es silencioso, requiere una excavación lenta y continua. Porque el estilo de Dios es discreto: in Dios le gusta ir escondido, con discreción, no se imposi;Acostumbre a releer la propia vida educa la mirada, la afina, nos permite advertir los pequeños milagros que el buen Dios obra en nosotros cada día. Cuando notamos, notamos otras direcciones posibles que fortalecen el gusto interior, la paz y la creatividad. Sobre todo nos hace mas libres de estereotipos toxicos.

Se ha dicho sabamente que el hombre que no conoce su pasado está condenado a repetirlo. Es curioso: sí no sabemos el camino que hemos tomado, el pasado, siempre lo repetimos, somos circulares. La persona que camina en círculo nunca avanza, no hay camino, es como el perro que se muere la cola, siempre va así, y repite las cosas.Podemos preguntarnos: ¿le he contado alguna vez a alguien mi vida? Esta es una hermosa experiencia de novios que, cuando son serios, cuentan su vida… Es una de las formas más bellas e íntimas de comunicación, cuentan con vida. Nos permite descubrir cosas hasta ahora desconocidas, pequeñas y sencillas, pero, como dice el Evangelio, es precisamente de las cosas pequeñas que nacen las grandes (cf. Lc 16,10).

Las vidas de los santos son también una ayuda preciosa para reconocer el estilo de Dios en la propia vida: permitan familiarizarse con su modo de actuar. Algunas conductas de los santos nos interpelan, nos muestran nuevos significados y nuevas oportunidades. Es lo que le sucedió, por ejemplo, en San Ignacio de Loyola. Al describir el descubrimiento fundamental de su vida, añade una importante aclaración, y dice así: “Por experiencia dedujo que algunos pensamientos lo dejaron triste, otros alegres; y poco a poco se abrió a conocer la diversidad de pensamientos, la diversidad de los espíritus que en él se agitaban” (Autob., n. 8). Saber lo que pasa dentro de nosotros, saber, tener cuidado.

El discernimiento es la lectura narrativa de los buenos tiempos y los tiempos oscuros, de los consuelos y desolaciones que experimentamos en el transcurso de nuestra vida. In el discernimiento es el corazón el que nos habla de Dios, y debemos aprender a comprender su lenguaje. Preguntémonos, al final del día, por ejemplo: ¿qué pasó hoy en mi corazón? Algunos piensan que hacer este examen de conciencia es dar cuenta de los pecados que ha cometido – hacemos muchos – pero también es preguntarse “¿Qué pasó dentro de mí, tuve alegría? ¿Qué me trajo alegría? ¿Estaba triste? ¿Qué me trajo la tristeza? Y así aprendemos a discernir lo que sucede dentro de nosotros.

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