El domingo 3 de octubre de 1847, antes de celebrarse una Misa en el camposanto de la capilla de La Purísima Concepción en la ciudad de Ocotlán, en México, más de 2 mil personas fueron testigos de una imagen perfecta de Jesucristo Crucificado que apareció en el cielo por más de 30 minutos.
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A este hecho histórico –aprobado por la Arquidiócesis de Guadalajara en 1911– se le conoce como “El Prodigio de Ocotlán” y ocurrió un día después de que un temblor dejara en ruinas a esta localidad del estado de Jalisco, con un saldo de 40 muertos.
Antes de iniciarse la Misa aquel 3 de octubre, que sería presidida por el vicario parroquial P. Julián Navarro, empezaron a unirse dos nubes muy blancas al noroeste del cielo y en medio de ellas apareció la imagen de Cristo.
Los presentes y quienes se encontraban en pueblos cercanos se conmovieron, hicieron actos de contrición y pidieron a gritos “Misericordia al Señor”. Por tal motivo este Cristo fue nombrado el “Señor de la Misericordia”, y en su honor, en septiembre de 1875, se bendijo y consagró un nuevo templo parroquial dedicado a Él.
Entre los fieles que presenciaron el prodigio también se estaba el P. Julián Martín del Campo, párroco de la comunidad, y Antonio Jiménez, el alcalde de la ciudad. Ambos enviaron cartas a sus respectivos superiores contando lo ocurrido.
Además, tras el prodigio se elaboró un expediente con 30 testimonios de testigos oculares por mandato del laico Miguel Castellanos. Cincuenta años más tarde, en 1897, bajo la orden del entonces Arzobispo de Guadalajara, Mons. Pedro Loza y Pardavé, se realizó un nuevo expediente con 30 personas más, entre ellos 5 sacerdotes.
El 29 de septiembre de 1911 el entonces Arzobispo de Guadalajara. Mons. José de Jesús Ortiz y Rodríguez. firmó el documento que avala la aparición de Jesucristo en Ocotlán y el culto y veneración que realizan los fieles de esa localidad a la venerada imagen del Señor de la Misericordia ubicada en el Santuario del mismo nombre.
“Debemos reconocer como hecho histórico, perfectamente comprobado, la aparición de la bendita imagen de Jesucristo Crucificado (…) y que no pudo ser obra de alucinación o de fraude, puesto que se verificó en plena luz del día, a la vista de más de dos mil personas”, expresó el Arzobispo.
También señaló que para que nunca se olvide la Misericordia del Señor, los fieles debían “congregarse en la forma que fuere posible, después de purificadas sus conciencias con los santos sacramentos de la Penitencia y Sagrada Comunión, y jurar solemnemente en la presencia de Dios, por sí y sus descendientes, que año por año celebrarán el aniversario del 3 de octubre”.
Después de la aprobación y para dar cumplimiento con lo dispuesto por el Arzobispo de Guadalajara, en 1912 iniciaron las festividades públicas en honor al Señor de la Misericordia recordando el Prodigio de 1847. Actualmente las fiestas duran 13 días, del 20 de septiembre al 3 de octubre.
Tiempo después, en 1997 San Juan Pablo II envió su Bendición Apostólica al pueblo de Ocotlán por motivo de los 150 años del prodigio y pidió celebrar sus fiestas santamente, viviendo los sacramentos.
Con información de Aciprensa/Redacción