El destino del hombre

Pbro. José Manuel Suazo Reyes
Pbro. José Manuel Suazo Reyes

El evangelio que escucharemos este domingo (Lc 12, 32-48) responde a los grandes interrogantes existenciales que una persona se pone en algún momento de su vida: ¿quién soy?, ¿de dónde vengo?, ¿a dónde voy?, ¿qué sentido tiene mi vida?, ¿qué sucederá después de esta vida?, ¿existirá un más allá?, Etc.

El texto de San Lucas a través de varias imágenes, afirma que venimos de Dios y que algún día regresaremos a él; la vida cristiana se sostiene de la relación con Dios y estamos llamados a vivir en plenitud con él y a participar de sus bienes eternos. En efecto, Jesús dice en este pasaje evangélico: “Estén listos, con la túnica puesta y las lámparas encendidas… para cuando su señor regrese… para abrirle en cuanto llegue y toque… a quien encuentre en vela lo hará sentar a la mesa y él mismo le servirá”.

Ahora bien, dado que esta es la meta final que espera a todo cristiano, cómo debemos comportarnos y qué debemos hacer?, ¿Qué es lo que nos recomienda Jesús?
Lo primero es mantener la libertad ante los bienes creados. No debemos tener el corazón apegado a los bienes de este mundo que se corrompen y pasan: Jesús lo expresa de esta manera “consíganse unas bolsas que no se destruyen, acumulen en el cielo un tesoro que no se acaba, allá donde no llega el ladrón ni carcome la polilla”. Esto se logra a través del cumplimiento de obras buenas, especialmente de obras de caridad hechas a favor de los que nos necesitan. Con los bienes que uno posee es necesario ganarse amigos para la vida eterna. Es decir, no se debe vivir en forma egoísta o miserable, es muy bueno cultivar acciones que favorezcan también a los demás, especialmente a los más necesitados.

Una segunda recomendación que nos hace Jesús es el hecho de estar vigilantes, siempre atentos y dispuestos para que el Señor no nos sorprenda cuando nos llame a su presencia. Esto significa que debemos cultivar nuestra fe, mantenerla activa y operante. Una fe activa se alimenta con la Palabra de Dios, los sacramentos, la oración y se proyecta con la caridad.

Una tercera recomendación que nos hace Jesús en el evangelio es que la espera de su venida no debe dar lugar a la inercia o al ocio. Necesitamos ser administradores fieles y sabios. Debemos recordar siempre que no somos dueños absolutos de lo que poseemos, somos simples administradores, poseemos algunas cosas sólo en forma temporal, por lo mismo cuanto Dios ha puesto en nuestras manos lo debemos administrar bien y hacer que produzca cosas buenas. Jesús insiste en la fidelidad, eso significa que los bienes que poseemos hemos de administrarlos según la voluntad y el deseo del verdadero dueño de todo, ese es Dios.

Estas recomendaciones de Jesús, nos ayudan a vivir nuestra vida seriamente y a vivirla intensamente según en el proyecto que Dios tiene para nosotros.

Pbro. José Manuel Suazo Reyes
Vocero de la Arquidiócesis de Xalapa

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Párroco en San Miguel Arcángel, Perote, Veracruz.