El desastre de Capuchinas y el hermanamiento de las Guadalupes

Guillermo Gazanini Espinoza
Guillermo Gazanini Espinoza

Ha pasado más de un año de la visita pastoral del arzobispo Aguiar, sus auxiliares y vicarios hacen turismo que resuena en los medios paleros y  de la arquidiócesis para subir a redes para decir que esto ha sido un rotundo éxito y Aguiar ha caminado con los fieles de la arquidiócesis de México. Lo mismo es caricaturizado con peluches, sus auxiliares son fotografiados llenando la panza o montando safaris pastorales adentrándose en los túneles del metro como abnegado triunfo que, en realidad, es el indignante reflejo de cómo los obispos toman sus visitas como una irreal aventura bajo la máscara sinodal que muchos no entienden aún.

Los resultados de la visita serán desconocidos o convenientemente manipulados. Opacos y sin tener en cuenta la verdad del acarreo o irregularidades, la visita se pretende como un triunfo innovador de la sinodalidad arquidiocesana que nadie termina por comprender

Bajo el tapete del “todo va bien”, se esconde la mugre y basura en los lugares menos esperados. Llegan noticias constantes de las irregularidades en templos que son la caja chica para tener satisfecho al arzobispo Aguiar con lo mejor que puede apreciar: el dinero. Así parece suceder en el conocido templo parroquial de Santa María de Guadalupe Capuchinas, en el complejo mariano de la Basílica de Guadalupe, donde se han incubado tantos males que parecen inverosímiles que hasta la misma Guadalupana saldría corriendo de ahí.

Hernández Díaz. Consentido.
Hernández Díaz. Consentido.

El párroco es consentido de Carlos Aguiar, Efraín Hernández Díaz, canónigo de Basílica de Guadalupe y ecónomo del arzobispado de México. No han sido pocas las quejas y dolor de los fieles que ven ese templo en la decadencia en el que se aloja un nido de rapacidades. Irregularidades laborales, despidos forzados, pleitos ventajosos contra los empleados. Siempre ausente de sus obligaciones, pero no de sus intereses, el canónigo usa para su trabajo sucio a una pareja de compadres que han encontrado una mina de oro con la simonía de sacramentos cuyas ganancias son nada despreciables

La soberbia y arrogancia de los compadres de Efraín Hernández no son desconocidos por su agresividad y actitudes peligrosamente violentas incluso con comentarios intimidantes en redes sociales. Sacan jugo de todo, ganancias extraordinarias demostrando quienes rigen y mandan con absoluta prepotencia, incluso interviniendo comunicaciones de índole personal a cualquier trabajador. Eso es sólo la punta de iceberg. Algunos testimonios afirman de enfermizas prohibiciones como hablar entre empleados; hay una clientela cautiva de fieles obligados a comprar accesorios de sacramentos como condición para ser celebrados, bolos y cooperaciones obligatorias supuestamente para arreglar mobiliarios o para ayudar a orfanatorios fantasma… En pocas palabras, un verdadero botín que beneficia a la economía arquidiocesana, a Efraín Hernández, a sus compadres y al mismo Aguiar…

Capuchinas. "Solidaridad"
Capuchinas. «Solidaridad»

Pero el padre Efraín sabe cómo mantener contento a su patrón y tapar las tropelías. La eufemística “aportación solidaria”  o lo que alguna vez se dijo era “el derecho de piso” de Aguiar es la condición para que le dejen trabajar sin problema. Y es que Capuchinas aporta, en tiempos postcovid, la nada despreciable suma de 200 mil pesos. Según consta, Capuchinas La Villa AR dio a las arcas arquidiocesanas, en donde mete mano Efraín Hernández, esa cantidad por el mes en curso a través de una transferencia interbancaria. De ese tamaño es la porción, especialmente en momentos donde el vicario general, el obispo Salvador González, amagó al presbiterio a través de un intimidante comunicado para que todos los párrocos le entren con el moche sin opción alguna. “Coopelas o cuellos” como dijo el chinito. El «comunicado» del obispo auxiliar por el que sugiere «entregar el 100% de su aportación solidaria mensual, puede descargarse Comunicado 50. Motivación Aportación solidaria 23

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A pesar del desastre de Capuchinas, no todas las cosas son malas. Bajo la excusa de que las aportaciones solidarias son para los pobres, la pastoral, la pensión de sacerdotes ancianos o píos actos de caridad pastoral, también sostiene el salario del ausente arzobispo Aguiar quien ahora va a España a hermanar el Real Monasterio de Santa María de Guadalupe y a la Insigne y Nacional Basílica de Guadalupe. Apenas en enero, el sinodal obispo gozaba de su hibernal descanso en su conocido refugio de Nayarit, haciendo oración y meditación.

Cardenal. Calorcito nayarita.

Un mes después, se va de gira a Europa, primero a España y después a Roma. En un video, colgado en Vatican News, el capo -entiéndase en el sentido de ser jefe- de la arquidiócesis primada, un tanto accidentado, dice veleidosamente expresar su alegría “a ustedes, los que son feligreses de Nuestra Señora de Guadalupe, advocación que se venera en el monasterio de Guadalupe, a todos los padres que les atienden, a todos los monjes, porque estaré con ustedes el próximo doce de febrero, Dios mediante, a invitación explícita del señor arzobispo primado de Toledo… quien ha tenido esta intención de unirnos, de hermanarnos, los dos santuarios… es un gusto que reconozcamos a esta misma Madre…” Así las cosas, fieles y presbiterio Toledo pueden estar agradecidos porque el usufructuante de la tilma de san Juan Diego va a España. Por lo menos, las cuotas solidarias sirven para hermanas santuarios y satisfacer pastorales egos y hacer un convenio, que dice el arzobispo, “firmaremos allá” en Toledo y del cual, es seguro, no tendremos conocimiento alguno. ¿Y la CEM? Silencio…

Aguiar. Hermanando.

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Cerramos esta miscelánea con un recuerdo agradecido. Este 7 de febrero se cumplieron 8 años del tránsito del egregio humanista, sacerdote y académico de la lengua, padre Gustavo Couttolenc Cortés; el formador de centenares de sacerdotes fue recordado por los académicos y en efemérides culturales, no así por las autoridades de su arquidiócesis. Una joya puede hallarse en un programa del IMER de 2015, donde el académico y amigo del desaparecido canónigo, el doctor Tarcisio Herrera, cuenta algunas anécdotas de Couttolenc. En ese homenaje, hay un segmento que ya sería oro molido: Don Gustavo recitando “A Cada Quien lo Suyo” de Alfonso Castro Pallares. Vale la pena tomarse un tiempo y escuchar este programa del Instituto Mexicano de la Radio, para recordar la época dorada y de los gigantes del Seminario Conciliar de México, hoy regida por mentalidad de enanos, vacío de cultura, pero gobernado, eso sí, con mucha sinodalidad. Que sea de su agrado.

Couttolenc. Perenne.
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