Iniciamos en la Iglesia católica el periodo de la Cuaresma, se trata de un tiempo litúrgico donde nos preparamos para la gran fiesta de la Pascua. Es un tiempo de gracia y de misericordia donde somos invitados al arrepentimiento y a la conversión para volvernos a Dios, hacer cambios profundos de nuestra vida y fortalecer la comunión con Dios y con nuestros hermanos.
La Cuaresma se inspira en experiencias que encontramos en la Sagrada Escritura. En ésta, se habla de los cuarenta días del diluvio, de los cuarenta años de la marcha del pueblo judío por el desierto, de los cuarenta días de Moisés y de Elías en la montaña, de los cuarenta días que pasó Jesús en el desierto antes de comenzar su vida pública. La Cuaresma comenzó el miércoles de Ceniza y terminará por la mañana del Jueves Santo. El color litúrgico de este tiempo es el morado que significa luto y penitencia. Es un tiempo de reflexión, de penitencia, de conversión espiritual; tiempo de preparación al misterio pascual.
Hoy nos encontramos en el primer domingo de cuaresma, y la Palabra de Dios que escucharemos nos habla en la primera lectura de la alianza que Dios hizo en el pasado con Noé (Gen 9, 8-15) después del diluvio y donde Dios se compromete a proteger la vida en el universo; en la segunda lectura (1 Pe 3, 18-22) San Pedro interpreta las aguas del Diluvio como un símbolo del Bautismo; el Bautismo da inicio a una humanidad nueva, purificada por la sangre de Cristo, con la que se ha sellado una alianza nueva, eterna y definitiva entre Dios y los hombres.
El Bautismo nos hace hijos de Dios, miembros de la Iglesia y templos vivos del Espíritu Santo. Nos perdona el pecado. Por medio del Bautismo recibimos la vida de Dios en nosotros. Vivir la cuaresma en clave bautismal es poner en acción todas estas gracias que por el pecado se mantienen sin dar fruto.
El Evangelio de este primer domingo de cuaresma (Mc 1, 12, 15) nos habla en forma sucinta de las tentaciones de Jesús en el desierto y del comienzo de su vida pública donde predica la Buena Nueva: Dios nos ama y quiere que todos alcancemos la salvación. La predicación de Jesús según San Marcos comenzó con este llamado: “el tiempo se ha cumplido, el Reino de Dios está cerca: conviértanse y crean en el Evangelio”. Todas las profecías se han cumplido con la llegada de Jesús, él inaugura la plenitud de los tiempos.
Al comienzo de este tiempo cuaresmal, la Iglesia nuestra madre desea llevarnos al encuentro con Dios recordándonos este llamado de Jesús a creer y a convertirnos. Esta exhortación a convertirnos, es un llamado a vivir nuestro Bautismo, una invitación a poner en acción todas aquellas gracias que recibimos y que tal vez se apagaron dentro de nosotros por no vivir conforme a nuestra identidad cristiana.
En este periodo cuaresmal revivimos nuestro Bautismo al dedicar un mayor tiempo para la Escucha y lectura de la Palabra de Dios y también fortaleciendo nuestros tiempos de oración. Desde luego la Cuaresma es una hermosa ocasión para practicar las obras de caridad hacia las personas necesitadas. Por último como signo de nuestra conversión es importante buscar la reconciliación con Dios y con nuestros hermanos. De ahí que en este tiempo de cuaresma sea muy oportuna la confesión sacramental.