* Este no es un caso aislado en la historia de la Iglesia: Santa Ángela de Foligno vivió sólo de la Eucaristía durante doce años; Santa Catalina de Siena por ocho y Teresa Neumann por treinta y seis.
Nos parece que un místico es una persona muy afortunada. Mientras tanto, casi siempre se entra al mundo del misticismo por la puerta de la Pasión del Señor. Un ejemplo es la vida de la beata Alejandrina da Costa (Aleksandrina María da Costa).
Esta fue la causa del sufrimiento constante. Tenía mucha hambre y sed, pero tan pronto como bebió unas pocas gotas de agua, vomitó. Sin embargo, incluso en este estado, tenía la fuerza para orar, cantar y hablar con los visitantes, incluso durante horas. Hubo hemorragias, sudoración y vómitos, pero su cuerpo no sufrió ningún daño producto de esta situación.
El ayuno total comenzó el Viernes Santo, 27 de marzo de 1942, des pués de que la mística hubiera vivido visiblemente su terrible experiencia por última vez. A partir de ese día ya no pudo tragar nada. Lo intentó muchas veces, pero cada vez vomitó todo inmediatamente, lo que fue acompañado de un gran dolor.
Sin embargo, ella siempre pudo alimentarse de la Eucaristía y lo hizo con gran alegría. Jesús le dijo más tarde, el 7 de diciembre de 1946: “Nunca más comerás aquí en la tierra. Tu alimento será mi Carne; vuestra sangre, mi Sangre Divina. Grande es el milagro de tu vida”. Nuestra Señora estuvo siempre presente con ella. El 25 de septiembre de 1938, el Señor le dijo: «Vives tu vida siempre en mis manos y en las manos de tu Madre. Siempre te hemos acompañado en los caminos difíciles y crueles que recorriste. Nunca te caíste porque te sostuvimos».
Viernes – el día del sufrimiento
Alejandrina siguió viviendo la Pasión del Señor todos los viernes, y a veces también otros días, aunque sin signos externos. Sin embargo, ella lo experimentó en su totalidad.
Una vez le confesó al P. Umberto que siente constantemente el dolor de la corona de espinas. Le parecía como si estuviera en una cruz: sin luz, sin vida, con un dolor enorme. Fue como si Jesús sufriera allí las distintas etapas de su pasión. Sintió las heridas abiertas y la herida en su corazón que se renovaba constantemente, como atravesada por un nuevo golpe de lanza.
Sin embargo, los presentes no notaron nada. Cuando cualquiera la miraba, lo único que podía ver era una sonrisa en su rostro. El tiempo pasó rápidamente en medio del asombro de la familia ante esta existencia sin ingerir ningún alimento. La noticia de este hecho se difundió rápidamente. La paciente no quería que nadie supiera nada ni que nadie pensara en ella, pero cada día tenía que recibir visitas, cuyo número aumentaba sistemáticamente.
Acudieron a visitarla médicos, sacerdotes y curiosos. También comenzaron a circular sospechas y rumores: este hecho parecía imposible, por lo que debía haber algún truco. El 27 de julio de 1942, Aleksandrina se permitió quejarse: «
Sin embargo, fueron sus amigas las primeras que no pudieron soportar la situación y exigieron explicaciones a personas competentes: médicos y autoridades eclesiásticas.
(…)
Sin explicación científica
Alexandrine ha sido sometida a varias pruebas. Finalmente, el doctor Araujo quedó completamente convencido y al despedirse de las hermanas dijo: «En octubre vendré a visitaros a Balasar, no como médico, sino como un amigo que os respeta». Cumplió su palabra. Preparó un detallado informe final en el que leemos que el Dr. Araujo de la Real Academia de Medicina de Madrid, especialista en enfermedades nerviosas y reumáticas, se vio obligado a escribir un artículo científico titulado «Un caso significativo de inedia y anuria».
En primer lugar, confirmó que Alexandrina se encontraba completamente sana mentalmente; presentó además los resultados de sus inspecciones. El doctor Azevedo y el doctor Lima, que observaron al paciente durante esos cuarenta días, también redactaron un informe detallado.
Describieron un seguimiento minucioso durante el cual el paciente mantuvo un ayuno completo y demostró anuria completa, manteniendo un peso normal y temperatura y presión arterial normales; los resultados de los análisis de sangre fueron normales; El sujeto también conservó plenas facultades mentales. La conclusión final fue:
La ciencia no puede encontrar causas naturales a las conclusiones de la investigación».
Esta prueba fue muy difícil. Imagínese cuántas veces le sirvieron a Alejandrina delicias aromáticas.
Notemos que la mística nunca se acostumbró a este ayuno, sino que siempre experimentó hambre y sed hasta su muerte. ¡Bebería un océano de agua! En esos momentos pensaba:
¡Cuánto deben sufrir los condenados en el infierno!», porque le parecía que ella también estaba sufriendo los tormentos del infierno.
A menudo vinculaba sus sufrimientos con el hambre y la sed de almas de Jesús. Precisamente por eso Jesús le pidió que hiciera esta prueba: por la salvación de las almas. Quería que Alejandrina fuera un signo visible y extraordinario de este deseo ardiente de Cristo, expresado directamente en la Sagrada Escritura: «[Dios] quiere que todos se salven» (1 Tim 2,4).
En conclusión, podemos decir que Alexandrina superó con éxito el escepticismo de los médicos. Fue una victoria dolorosa, llena de humillaciones, pero al final la verdad de su vida, sostenida sólo por la Eucaristía, quedó plenamente comprobada. Al regresar a casa, Alexandrina no sabía que le esperaba otra batalla mucho más difícil. No se daba cuenta de que había un escepticismo mucho más difícil de superar que las dudas de los médicos: la desconfianza por parte de los representantes de la Iglesia.
Por Padre GABRIELE AMORTH.
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