¿Dónde está la novedad?

Pbro. Hugo Valdemar Romero

El Evangelio de este quinto domingo de Pascua, nos sitúa en la última cena, donde Jesús da a sus discípulos toda una serie de recomendaciones, podemos decir que les deja su testamento espiritual. En medio del hermoso y largo discurso que les da, dice una cosa que es fundamental para la vida de todo cristiano: “Les doy un mandamiento nuevo, que se amen los unos a los otros como yo los he amado”.

Ya en el antiguo testamento, también Dios mandaba amar a los semejantes. ¿Dónde está la novedad? La novedad no está en amar, sino en amar como Jesús ama. No se trata de amar como a cada uno se le ocurra, ni como cada uno quiera, ni como a cada quien le nazca o sienta, sino como Jesús nos ha amado.

¿Y cómo nos ha amado? Hasta el punto que entregó su vida por nosotros en la cruz. Hasta el límite que no buscó salvar su vida, sino que la perdió por nosotros. Hasta el extremo que, siendo Dios, no se aferró a quedarse en el ámbito de su gloria, sino que se hizo hombre en el seno de la Virgen María y nos amó tanto, que se hizo en todo semejante a nosotros, menos en el pecado.

Jesús te llama a amar a todos, no a unos cuantos, no sólo a los que te aman. Jesús incluso te pide amar a tus enemigos, a los que te hacen daño. Amar como Él ama es lo contrario de buscarte a ti mismo, pues amar como Jesús ama supone la renuncia a ti, implica la capacidad de sacrificarte e incluso de sufrir y padecer por los que amas. Nada es más contrario al amor que buscar sobre todas las cosas tu propio bienestar y satisfacción.

Los sentimientos son parte del amor, pero el amor no lo puedes reducir únicamente a lo que sientes, pues los sentimientos no son estables y cambian, pero el amor verdadero permanece. El amor, según Jesús, es hacer tu opción por una persona a la que decides amar más allá de tus sentimientos o deseos, por quien eres capaz de sufrir, sacrificarte e incluso dar la vida.

“Señor Jesús, no es fácil amar como tú amas. Para poder amar con tu amor necesito primero experimentar en mi vida, en lo más profundo de mi alma, cuán grande e incondicional es tu amor por mí.

Sé bien, Señor, que nadie da lo que no tiene, y yo no podré amar como tú si antes no descubro el amor que me tienes y que me das a diario. Yo amo como puedo, pero tú me pides que ame como tú, que sea capaz de sacrificarme, de negarme a mí mismo, y eso no lo puedo hacer si tú, con tu amor misericordioso, no invades mi alma y la llenas de ti para que pueda amar, no con mi pobre amor, sino con el mismo amor con el que tú me amas”.

Feliz domingo. Dios te bendiga.

Comparte:
No hay comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *