Dios nos sigue invitando a que seamos buenos pastores

Bienvenidos a esta reflexión desde la Palabra de Dios en el IV Domingo de Pascua

Mons. Cristobal Ascencio García
Mons. Cristobal Ascencio García

Cada cuarto domingo de pascua celebramos dos acontecimientos importantes en la Iglesia, celebramos el Domingo del Buen Pastor y la Jornada Mundial por las Vocaciones, este año es la jornada número 61. En el Evangelio escuchamos cómo Jesús toma una imagen del ámbito pastoril, la cual era muy entendible y el pueblo judío se identificaba con ella; la imagen del “pastor” y se la apropia. Pero es sabido por todos que esa imagen tiene dos caras; por un lado, el rostro del buen pastor y por otro, el pastor asalariado. Jesús se identifica con el “buen pastor”, nos sentimos llamados a ser como Él.

Sobresalen dos características del buen pastor y quiero poner atención en ellas:

  1. “El Buen Pastor da la vida por las ovejas”. Jesús da la vida en el día a día; los evangelios lo describen preocupado por los enfermos, los marginados; los más indefensos y olvidados, los más perdidos de la sociedad. No parece preocuparse por sí mismo; siempre está pensando en los demás. Vemos que su amor por los demás no tiene límite; ama a los demás y no huye ante el peligro, sino que da la vida por salvar al rebaño; lo muestra en su último acto de amor, en su Pasión, Muerte y Resurrección. Podemos pensar, nosotros los consagrados ¿cómo estamos desgastando la vida en bien de los demás? ¿somos pastores o asalariados? Más que dar una respuesta verbal, debemos mostrarlo con actitudes.
  2. Y “conoce a las ovejas”. El pastor conoce las ovejas, sus debilidades, sus preocupaciones, sus angustias; aquellas cosas que las aquejan, como la inseguridad y la violencia, Jesús conocía de antemano sentimientos, pensamientos y maquinaciones. Pero no olvidemos que no basta conocer la realidad o sus peligros; el buen pastor las defiende del lobo que ataca de manera encarnizada. Reflexionemos como pastores: ¿Cómo podemos defender a nuestras ovejas del crimen organizado? ¿Cómo librarlas de las ideologías que muchas veces son promovidas hasta por quienes deberían velar por el bien común? ¿Cómo enseñarlas a que reconozcan los peligros y los eviten?

El Evangelio de hoy pareciera que va dirigido a los consagrados, Obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas; pero va dirigido a todo aquel que vele por alguien más; así podemos decir que se dirige a los padres de familia, a los maestros, a los servidores públicos, etc. El evangelio nos invita para que nuestro oficio lo realicemos a imagen de Jesús buen pastor. Que conozcamos a quienes servimos y seamos capaces de dar la vida por ellos. Que conozcamos los peligros que corren nuestros feligreses para prevenir y cuidar que no se pierdan.

Somos conscientes que vivimos tiempos nuevos, estamos en medio de una cultura distinta, es prudente pensar: ¿Qué tipo de pastores requiere nuestra sociedad?

Podemos echar una mirada al futuro y pensar que ‘somos hombres de nuestro tiempo’,

¿cuál es el perfil del pastor para estos tiempos?. Pero no podemos quedarnos en definir perfiles y elaborar de manera elocuente características de buen pastor, debemos analizar: ¿Qué terreno estamos pisando? ¿En qué mundo viven y se desarrollan quienes serán los sacerdotes del mañana?.

También hoy celebramos la Jornada mundial por las vocaciones y como pastores debemos orar para que Dios siga enviando vocaciones a la vida sacerdotal; nos hacen falta personas que desgasten su vida al servicio de los demás en todos los niveles. Recordemos que toda persona que siente el llamado, libremente aceptado vendrán las exigencias. El llamado implica una adhesión a la persona de Jesús y ese sí, lo damos en una Iglesia concreta, que nos recuerda que no basta dar un sí desde lo que pensamos o sentimos; ese “sí” tiene consecuencias y exigencias, porque escuchar la voz de Jesús equivale también a captar sus actitudes, especialmente la que lo distingue de los asalariados y mercenarios; pues Él entrega la vida no sólo por sus seguidores, por sus ovejas, sino por todos sin excepción.

Pudiera parecer sencillo elaborar un discurso sobre el buen pastor; dar una motivación sobre las vocaciones. Pero lo esencial es que los llamados seamos buenos pastores al estilo de Jesús; que nuestro testimonio sea la mayor promoción vocacional; que otros decidan seguir a Jesús, por la alegría que irradiamos los consagrados. Quiero decirles sinceramente que ¡vale la pena consagrarse a Dios!; es una gran alegría el saber que Dios está haciendo el bien a través de nuestras frágiles personas.

En este mundo Dios nos sigue invitando a que seamos buenos pastores, a que sigamos promoviendo las vocaciones; recordemos que no bastan los discursos de motivación, como pastores tenemos el gran compromiso de mostrar en nuestra vida diaria que vale la pena seguir al Señor; los jóvenes necesitan vernos fieles a nuestra vocación y misión, alegres, realizados, con el gozo de saber que estamos colaborando al gran plan de Dios. Si nos identificamos con el Buen Pastor, “dar la vida” es la clave a considerar.

El Buen Pastor, Jesús, espera nuestra adhesión a Él. Dejémonos guiar, seducir y regir por su cayado, por su voluntad. Creo que estas tres huellas del Buen Pastor, nos pueden ayudar a no alejarnos de Él y a identificarnos con Él:

1ª. La Palabra: La Palabra nos ilumina.

2ª. La Oración: Con ella el Buen Pastor nos anima. 3ª. La Eucaristía: Con ella nos fortalece.

Les bendigo a todos, en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. ¡Feliz domingo para todos!

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Obispo de la Diócesis de Apatzingan